Lo único que impide que los independentistas se líen a mamporros directamente es que eso les restaría tiempo en la extracción intensiva de los recursos públicos. Se odian a muerte, se dan un asco imposible de aguantar, no se soportan y se insultan con inusitado ardor, pero evitan el conflicto físico porque no es un comportamiento que optimice su excelencia extractiva. En eso son como las hienas, corporativas.
Sin embargo, el espectáculo de los ataques y acusaciones entre separatistas evidencia hasta qué punto son capaces de abismarse en los bajos fondos de la humanidad, en el inframundo de lo inhumano. El último ejemplo lo ha dado un tal Xavier Vendrell, poliédrico personaje que se ha hecho inmensamente rico en Colombia gracias a su amigo Petro. Exmiembro de la banda terrorista Terra Lliure, exconsejero de la Generalidad por parte de ERC durante el primer tripartito, a comienzos de siglo, y destacado componente del "Estado Mayor" del golpe de Estado separatista, Vendrell es una especie de referente moral del independentismo. El Otegi catalán. Y este personaje es el que ha dicho que Junqueras es un cobarde, un timorato, un pazguato, un jeta y un auténtico indeseable que en el momento culminante de la asonada se lo hizo encima y se fue corriendo a Montserrat para ponerse bajo los faldones del padre abad.
Con Vendrell hay que tener mucho cuidado. Forma parte del selecto club de prebostes catalanes capaces de destruir vidas, los del círculo de Roures, Madí, Oriol Soler y pocos más. Gente peligrosa que en vez de hablar susurra y se desenvuelve con aires de padrino. Mamarrachos con poder y con mucho dinero. Multimillonarios sin complejos. De extrema izquierda. Vendrell se ha hecho de oro en la Colombia de Petro sin olvidar sus negocios en Cataluña. Es también uno de los enlaces entre Puigdemont y ERC. Un prenda experto en la logística del movimiento de bienes y mercancías. Imputado en los sumarios de los tsunamis y de los rusos. Y este Vendrell ha dicho lo que todo el independentismo y lo que no es el independentismo sabía. Que Junqueras es muy raro y que no estaba nada convencido del éxito de un golpe de Estado conducido formalmente por Puigdemont y él mismo.
Todos los grandes protagonistas del octubre catalán de 2017 siguen en el primer plano de la política y la vida social. Y la mayoría de los figurantes también. En el separatismo no ha habido renovación ninguna. Baste con decir que Lluís Llach preside la ANC que organizaba las exhibiciones de masas. Vendrell se ha apuntado a la corriente de la renovación. Como Puigdemont, que prepara la renovación de su partido proclamándose presidente. Un chiste. Siete años después del golpe siguen ajustándose las cuentas. Están vivos porque alimentan el bulbo y las raíces del sanchismo. Son las rémoras de los virus. Illa, un hombre con ademanes de enterrador, aspira a sepultarlos a todos.