El todavía líder de los socialistas madrileños ha protagonizado estos dos últimos días un ridículo histórico, a cuenta de su participación en la operación sanchista para acabar políticamente con la presidenta de la Comunidad de Madrid. Óscar López, mano derecha de Sánchez en La Moncloa, lo utilizó como un pelele para difundir una información reservada sobre el novio de Isabel Díaz Ayuso, a cuyo fin le envió el documento con las conversaciones entre el fiscal del caso y el abogado defensor de la pareja de la presidenta madrileña, unos hechos investigados por el Tribunal Supremo que han llevado a la imputación de todo un Fiscal General del Estado.
Lobato fue designado por la gente de Sánchez para ejercer de perro de presa contra Isabel Díaz Ayuso, un papel que el secretario general del PSM representó con la voluntariedad de los mediocres, que se arrastran a los pies del líder para seguir medrando en la organización. Más tarde trató de tapar sus huellas acudiendo a la notaría a registrar unos mensajes cruzados con la mano derecha de Óscar López, pero la hemeroteca es implacable con los políticos de baja estofa, que hacen del rencor y el odio al adversario los ejes fundamentales de su acción política.
Porque no es cierto, como publicó ABC, que Lobato se negara a participar en la cacería delictiva contra el entorno de Isabel Díaz Ayuso. Al contrario, como disciplinado sanchista, el líder de los socialistas madrileños se lanzó de lleno al fango al día siguiente de recibir la consigna monclovita, exhibiendo en la sesión de control del Gobierno madrileño la documentación que, según acredita la UCO, fue filtrada ilegalmente por la fiscalía.
En realidad, Juan Lobato solo acude a la notaría a dejar constancia de los mensajes cruzados con los esbirros de La Moncloa cuando el Tribunal Supremo ordena el registro del Fiscal General del Estado. Lo hace con el fin de curarse en salud, una precaución tardía puesto que este próximo viernes tendrá que presentarse a declarar ante los magistrados del alto tribunal, de momento solo en calidad de testigo.
Como ha señalado, Isabel Díaz Ayuso, víctima directa de esta operación mafiosa impulsada desde La Moncloa, estamos ante un caso orquestado "desde la mesa del presidente del Gobierno para intentar destruir a una rival política" utilizando para ello todos los poderes del Estado, táctica típicamente chavista que Sánchez ha incorporado a su forma de hacer política de manera natural.
La participación de Juan Lobato en esta cacería política sin precedentes demuestra que nadie cercano a Sánchez se salva de rebozarse en lodazal en el que ha sumido al Gobierno, para vergüenza de todos los españoles. Su próxima expulsión de la Secretaría General del PSOE de Madrid para colocar a otro peón sanchista aún más empalagoso será el colofón perfecto de una carrera política tan breve como bochornosa.