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Si el PSOE fuera un partido normal

Aprovecharía el cónclave del próximo fin de semana para deshacerse de Sánchez, de Santos Cerdán y de su coro de aduladores, pero ocurre que ese partido se parece más a una organización criminal.

Aprovecharía el cónclave del próximo fin de semana para deshacerse de Sánchez, de Santos Cerdán y de su coro de aduladores, pero ocurre que ese partido se parece más a una organización criminal.
Los socialistas aplauden a Pedro Sánchez durante un Comité Federal del PSOE en Madrid. | EFE

Si el PSOE fuera un partido normal aprovecharía el cónclave del próximo fin de semana para deshacerse de Pedro Sánchez, de Santos Cerdán y de su coro de pelotas y aduladores, pero ocurre que ese partido se parece más a una organización criminal que a una organización política. Cada día afloran revelaciones que ponen en tela de juicio la honradez y legitimidad del Gobierno del PSOE, pero en vez de desarbolar al partido parece que tales noticias, muchas de ellas hechos probados, tienen el efecto contrario.

Exmagistrados como Fernando Grande-Marlaska y Margarita Robles aguantan la posición a pesar de que las indagaciones de la Guardia Civil son letales para el presidente del Ejecutivo. El último palo sería la conexión entre el fiscal general Álvaro García Ortiz y la filtración de datos reservados sobre la pareja de Isabel Díaz Ayuso. De momento ya ha sido citado a declarar Juan Lobato, el jefe de los socialistas madrileños que ha tenido la desfachatez de asegurar que tales datos los saco de los medios. Sí, como la vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero.

Lo mismo ocurre con las declaraciones en sede judicial del conseguidor Víctor de Aldama, quien sólo hace dos años recibió una medalla de la Guardia Civil por su "tributo a España". Pues ese mismo Aldama es tratado como un delincuente por Sánchez, que se abstiene de aplicar el mismo rasero a su esposa, también imputada.

El presidente vive y opera rodeado por el fango. La situación se le ha ido de las manos. Lo de su señora es insostenible, lo de su hermano, también. Quien fuera su número dos, el elemento necesario para recuperar el poder en el PSOE, José Luis Ábalos, acaba de ingresar en ese círculo de imputados que arrincona a Sánchez, pendiente tan sólo de que haya un juez en el Tribunal Supremo al que no le tiemble el pulso. Mientras tanto, el presidente hace lo que sabe, que no es otra cosa que repartir el lodo, amenazar a quienes se interponen en su camino y resistir a la espera de que la actualidad u otro escándalo tape la basura que se le acumula en la mesa, en los cajones, en los armarios y debajo de las alfombras. Sánchez ha convertido nuestra democracia en un auténtico vertedero, pero lejos de mostrar alguna clase de arrepentimiento o propósito de enmienda muestra una naturaleza afecta a la suciedad, como si necesitara todo eso no para sobrevivir sino para multiplicarse.

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