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Las víctimas de Sánchez

Este martes, Sánchez tiene agendado presidir el "Día del Recuerdo y Homenaje a todas las víctimas del golpe militar, la guerra y la Dictadura". Víctimas y víctimas.

¿Qué se le puede reprochar a un ministro como Ernest Urtasun por no haber asistido a la reapertura de la catedral de Notre Dame cuando su jefe, el presidente Sánchez, ha pasado millas de asistir al funeral por las víctimas de Valencia? Después de seis años en la Moncloa las reticencias del líder socialista a pisar la calle son evidentes, igual que una cierta ausencia de empatía. Recuérdese que dos días después de haber salido pitando de Paiporta declaró aquello de que "yo estoy bien", una delatora aclaración sobre el carácter del personaje.

Por partes. Urtasun adujo un compromiso familiar para evitar hacer acto de presencia en la catedral de París. El tal compromiso se sustanció en que a la misma hora nuestro ministro de Cultura asistía a una función del Circo Mundial en la feria de Madrid. No es broma. El aludido no quiere hablar del caso, pero en su ministerio le echan la culpa del ridículo mundial a José Manuel Albares, el titular de la cartera de Exteriores.

Urtasun, de la rama catalana de Sumar, es un chico de la Bonanova de Barcelona de educación francesa, pues estudió en el muy privado y selecto Liceo francés de la capital catalana. Con esos antecedentes resulta un tanto extraño que nuestro joven ministro de Cultura prefiriera una función de circo a un fin de semana en París a todo tren representando a España en la reapertura del templo Notre Dame. Pero es lo que hay y el circo con sus payasos y equilibristas le pilla mucho más cerca que eso de las raíces cristianas de Europa.

Además, tienen razón en su ministerio. Gran parte de la culpa es de Albares, responsable de la agenda internacional del Gobierno de España. También dicen que podría haber asistido cualquier otro ministro, pero esa es una excusa aún más barata que la del compromiso familiar. Otra excusa, que tampoco fue el Papa, alegan en Cultura, como si la ausencia de Bergoglio, que en tanta estima tiene a Yolanda Díaz y Ada Colau, justificara olímpicamente la de Urtasun.

El despropósito es de esos que se lleva por delante a cualquiera en cualquier país con una mínima exigencia sobre sus representantes políticos, pero no aquí. De modo que Urtasun seguirá tan ricamente como ministro del cine español de izquierdas, torpedeando la Fiesta Nacional y tratando de descolonizar los museos o algo por el estilo.

Lo extraño es que un hombre con un ego tan descomunal como Pedro Sánchez renunciara a codearse con Trump, Meloni, el propio Macron, Zelenski y demás mandatarios planetarios. La única explicación es la aversión del presidente del Gobierno a cualquier cosa relacionada con el catolicismo, por muy laica que fuera la ceremonia de reapertura de Notre Dame.

Más grave, mucho más grave, es que Sánchez se haya negado a asistir al funeral por las víctimas de la gota fría organizado por el Arzobispado de Valencia en su catedral. Ese es el tipo de ocasiones en las que lo de menos es si Sánchez es católico, pagano o del círculo espiritista del distrito de Tetuán. Así que su ausencia cabe imputarla a la animadversión que le produce la ciudadanía de a pie.

Los políticos que han asistido al funeral han entrado por una puerta diferente a la de los Reyes y los familiares de las víctimas. La organización había dado garantías sobre el aislamiento de los políticos y las ha cumplido. Pero no debían ser suficientes para Sánchez, quien este martes tiene agendado presidir el "Día del Recuerdo y Homenaje a todas las víctimas del golpe militar, la guerra y la Dictadura". Víctimas y víctimas.

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