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Pepe no llega a fin de mes

Unos sindicatos desprestigiados, que se sostienen gracias a las subvenciones públicas, pretenden que los criterios de reparto sigan siendo opacos.

Unos sindicatos desprestigiados, que se sostienen gracias a las subvenciones públicas, pretenden que los criterios de reparto sigan siendo opacos.
Europa Press

Se repantingó Pepe Álvarez, al que habían complacido sentándolo a la siniestra de Zapatero. Cuchichean haciéndose los interesantes. Camisa blanca con lunares que parecen lentejas pardinas, chaqueta oscura y fular en tono teja vieja. Pepe se personó en el 41º Congreso del PSOE con el look de un chalán en Albuñol, en la feria de caballerías. Unos días antes había exigido al presidente Sánchez que le mejorase la hacienda: "Se trata de que nos paguen lo que las leyes nos obligan a hacer a los sindicatos mayoritarios. Esa es la factura que queremos que el Gobierno pague". "Todos los gustos no se te pueden dar Pepe", le contestó Su Sanchidad que, como es persona desprendida con lo ajeno, no quiso hacerle un feo: "Te voy a preparar una Ley de Participación Institucional y mientras os aumento la paga".

El secretario general de la UGT gesticula agradecido desde las pantallas de un escenario que algún socialista estroboscópico había convertido en un hiriente —para la vista— borrón rojo. "Eres un presidente de fiar, eres un presidente que cumple". A los dos días de finalizado el Congreso, la reseña del Consejo de Ministros del 3 de diciembre daba cuenta del trato: "Acuerdo por el que se autoriza la convocatoria de subvenciones a las organizaciones sindicales en proporción a su representatividad por un importe de 32 millones de euros". Les apoquinan 15 millones más de los cobrados este año en concepto de representatividad.

Todos los partidos políticos y coaliciones reciben una subvención atendiendo a sus resultados electorales y siempre que hayan obtenido representación parlamentaria. El detalle para las celebradas el 23 de julio de 2023 se publicó en el BOE del 1 de junio del año pasado. Una Orden del Ministerio de Hacienda: 21.167,64 euros por cada escaño obtenido en el Congreso de los Diputados o en el Senado; 0,81 euros por cada uno de los votos obtenidos al Congreso y 0,32 por cada uno de los obtenidos por cada senador electo. Cualquier ciudadano interesado puede acceder a los datos. ¿Imaginan ustedes que no fuese así, que no se publicaran? Pues es lo que sucede con los sindicatos. Cero transparencia. Se desconocen los criterios por los que se repartirán el próximo año los 32 millones entre CCOO y UGT. Ni el número de afiliados, ni el de delegados de personal elegidos o los votos obtenidos.

El 26 de mayo de 2021 el Ministerio de Trabajo francés publicó los resultados de audiencia y representatividad de las confederaciones sindicales de ámbito nacional: CFDT (de origen cristiano), 26,7%; CGT (comunista), 22,9% y FO (con un origen anticomunista), 15,24%. La última vez que algo así se hizo en España fue en el BOE del 14 de noviembre de 1991. Después de un proceso plagado de descalificaciones y acusaciones de fraude, se conocieron los resultados de la elecciones sindicales celebradas durante el último trimestre de 1990. UGT volvía a ganar con el 42% (99 mil representantes entre delegados de personal y miembros de comités de empresa). Seguida de CCOO, que no reconoció los resultados, con el 37%. USO firmó su desaparición con un 2,9% (ahora es una suerte de gestoría y en 2023 recibió dos millones de euros en subvenciones).

Treinta y tres años después los resultados de las elecciones sindicales no se actualizan oficialmente. CCOO y UGT lo acordaron así en un protocolo privado —firmado en 1994— que han respetado desde entonces los sucesivos ministros de Trabajo. Tras la elecciones de 1990, las centrales mayoritarias, que agrupaban al 80% de los representantes elegidos en las empresas, propusieron un nuevo Reglamento de elecciones sindicales (BOE del 9 de septiembre de 1994). A partir de su aprobación, la Administración laboral contabiliza los datos vigentes en cada momento sin darlos a conocer salvo al interesado, al que le proporcionan solo los suyos. Se acabaron las confrontaciones que, cada cuatro años y durante el último trimestre, convertían a los sindicatos en una suerte de partidos políticos en pugna por la honra de ser el primero. Se decidió ocultarlos. Ojos que no ven… Mantener este sistema es injustificable.

Unos sindicatos desprestigiados, que se sostienen gracias a las subvenciones públicas (en 2023 UGT y CCOO, sus direcciones estatales, sus federaciones sectoriales y territoriales, sus fundaciones, recibieron 94,1 millones de euros), pretenden que los criterios de reparto sigan siendo opacos. Un misterio para la opinión pública. Si a Nicolás Redondo y Antonio Gutiérrez les dicen en 1991 que les van a aflojar 94 millones de euros (traducido: quince mil seiscientos millones de pesetas) a lo bóbilis, bóbilis, hubieran pensado que era alguna maniobra del malvado Felipe. Hoy, Álvarez se queja porque con los 58 millones de euros que UGT ha recibido en 2023 (redondeando, 10 mil millones de pesetas de las de Nicolás) no le llega ni para negociar en condiciones las pensiones con el Gobierno. Además, "usted no sabe a cuanto se han puesto los planes de igualdad, por no hablar de los elegetebeimás", reconocía en una reciente entrevista. "Vivimos en un país donde el Estado reclama más y más trabajos a los sindicatos, y solo lo pagan los afiliados con sus cuotas". Llegados a una edad, se pierde el oremus y ni te das cuenta.

Esa millonada que recibió UGT en 2023, con ser un dineral, es solo una parte de lo que le cuesta al contribuyente y a las empresas la actividad sindical. Un ejemplo son los datos al tercer trimestre de este año que publica el Ayuntamiento de Madrid. Sueldos y seguridad social de los liberados y el personal interino que cubre las vacantes de esos liberados: 5.181.682,29 euros. Subvenciones directas a los sindicatos: 236.230 euros. Gastos de conservación y mantenimiento de los locales sindicales: 166.030,42 euros. Total al tercer trimestre: 5.583.943,71 euros. A enero de 2024 los liberados sindicales en la Comunidad de Madrid eran 533 y sumaban 876 mil horas de trabajo… no trabajadas.

Imaginen la Administración General del Estado, entidades financieras, grandes empresas... Sumen millones de horas y de euros. Nuestro sistema de relaciones laborales es un pozo sin fondo de normas y recursos. Don Pepe de la UGT, que es tope de avispao, nos quiere engañar como a chinos. Dice que no llega a fin de mes. Feijóo casi pica.

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