Esperando a las bombas
Algunos periodistas de verdad, como Ketty Garat, han anunciado que tienen noticias creíbles que van a tener como consecuencia inmediata la dimisión de Sánchez.
Esta pasada semana se ha vivido algo que en España parecía imposible. Se ha anunciado por varias vías la muerte política de Pedro Sánchez, su dimisión y quién sabe si otras desgracias en su biografía. Esto es, se ha profetizado su destino y con él, el destino de su partido y el destino de la nación, porque, queramos o no, nos guste o no, se trata del presidente del Gobierno.
Ya se sabe que este individuo tiene muchos frente abiertos, como los ha tenido siempre. Recuerden sus orígenes. De la nada, de la suplencia y del ascenso chambón, llegó a ser secretario general de un partido a cuyos barones acuchilló con frialdad. Tras el estallido de la guerra interna –muchos vieron el peligro pero fueron desmañados para vencerlo—, le dio la vuelta a todo un poderoso aparato vertical hasta dominarlo completamente. De ahí le viene su prestigio como "resistente", que no es otra cosa que su versión del maquiavelismo chusco y perverso.
Luego, qué suerte, le cayó en suerte, qué redundancia, el manso de Rajoy y logró convertir al PP en el partido más corrupto de España cuando él mismo, y desde luego, la trayectoria del PSOE, indicaban que, de haber algún partido corrupto en la Historia de este país, éste era el suyo. Pero la estupidez de un PP que hizo daño a todo el mundo incluido él mismo, logró lo imposible: lo peor para él y para España.
Cuando se encontró bailando con los lobos comunistas y separatistas, él bailó más que nadie y termino aullando más que todos porque su presa, España, le importaba menos que el mando alfa de la manada. Por ello, dejó que comenzara la ceremonia del despojo de una de las naciones más importantes de la historia del mundo. Sabiendo como sabe que la España rota nunca más será una España roja, entregó la pieza mayor a cambio de humillarse y humillar, pero a cambio comprar el bastón de mando en una herrikotaberna heladora de sangre y una masía pujol-racista de Waterloo.
Finalmente, vinieron Delcy, Koldo, su compañero de viaje, Ábalos, Montero, Illa, Calviño, su fiscal funeral y su queridísima Begoña, la "pichona", y todos los círculos concéntricos que se estrechan en torno a él. ¿Y qué? Pues qué sabe nadie, porque habrá muchos más pecados, de infancia, adolescencia y madurez. Todo cogido con alfileres aunque hay algunos de ellos que se pueden transmutarse en estacas que se clavan en el corazón de los que nunca mueren hasta que se mueren.
Estábamos en estas, con un diciembre de declaraciones judiciales a más no poder, con un encaje de bolillos difícil de coordinar y con una oposición política demostradamente inútil e ineficaz para lo trascendente y bien para la nada nadita nadea transversal. Oír al PP moreno-andaluz hablar de Junts como partido democrático causa vergüenza ajena (lo del golpe de Estado de 2017 no se le olvidó al Rey, pero a él, por lo visto, sí).
Es cierto que ya sabíamos cómo este protocolario charnego de origen se lo traga todo con tal de apoderarse del régimen socialista heredado. Hasta la administración paralela y la pena penita pena de Chaves y Griñán ha deglutido. Pues eso, como Sánchez, un Sánchez de derechas, el más Sánchez de toda la derecha, donde hay bastantes, que todo se andará, ¿o no es así, señora Ayuso?
En éstas estábamos cuando algunos periodistas de verdad, dos cuando menos amigos, una de ellos, la que mayor repercusión ha tenido, Ketty Garat, han anunciado que tienen noticias creíbles que van a tener como consecuencia inmediata la dimisión de Sánchez. Y claro está, nos hemos quedado estupidifactos o estupefacientes. Sobre todo, yo. Lo que vaya a ocurrir va a ocurrir antes de febrero de 2025 y seguramente a partir de hoy, lunes y nosotros con estos pelos.
Uno, que ha sido periodista de investigación antes que fraile, se pregunta qué puede saberse con alguna certeza antes de disponer de las pruebas necesarias para arriesgarse a publicar algo tan decisivo. Pero, ¿anunciar a bombo y platillo que hay varias noticias que van a provocar la dimisión de Pedro Sánchez como presidente del gobierno? Cui prodest?
Por mucho que se anhele ese desenlace, el que anuncia pierde. No se conoce estrategia militar alguna, desde Sun Tzu a Clausewitz, desde Julio César a David Galula, en la que la sorpresa no tenga la consideración de arte mayor. Si el adversario o enemigo conocen la que se le viene encima, tiene tiempo, un bien preciado en un momento de vida o muerte, para prepararse e incluso para sortear el peligro de una derrota.
¿Qué será, será? No es fácil siquiera imaginarlo porque para que dimita este fulano las bombas han de ser atómicas cuando menos. Así que aquí andamos, comiéndonos las uñas y fantaseando con esas noticias, cuatro se han dicho, y que enumeraremos, que van a acabar con el peor felón que ha tenido España (ni Fernando VII) y al que, inexplicablemente, se le ha dado, anunciándolo, la oportunidad de resistir, comprar, sobornar y otros malditos verbos.
Pues nada, a esperar el estallido de las bombas. Pero, ¿y luego qué? ¿Hay otro modo de enfocar España, que dice Paco Camps, que nos devuelva la ilusión?
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