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Adiós a los tópicos

O nación o nada. Y lo que hay ahora es nada.

O nación o nada. Y lo que hay ahora es nada.
EFE

Quizá sea verdad que se ha arrugado un poquito Felipe VI en el discurso de Navidad. El buen monarca tiene tasadas sus palabras por Sánchez. El control del gobierno sobre el discurso del Rey ha sido este año más duro que en otras ocasiones. Le han obligado hasta decir un rollo ridículo sobre la integración de los inmigrantes, que traen las mafias internacionales, y otro no menos cómico sobre lo bien que va la economía española. ¡Pobre! Pero, por ahora, dejemos tranquila a la institución monárquica, entre otras razones, porque es el principal objetivo a derribar por la casta política totalitaria, o sea, por la coalición de hierro de comunistas, socialistas y separatistas que conforman la cosa, llamada Gobierno, que preside Sánchez. Tampoco creo que hicieran mucho por la monarquía los del PiPi y los de Abascal. Todos son partidos acomodaticios al muermo institucional. A cobrar del presupuesto y a los españoles que les parta un rayo. No me extrañaría que en las próximas elecciones fueran a votar solo los de la casta y sus familias. ¡Para qué dar los datos de la abstención! Hasta el tipo que dirige el CIS, Tenazas le llamaba el listillo de Guerra, se escandaliza de las cifras de abstención. ¡Qué jetas tienen! Les importa todo una higa.

Los tópicos y la fórmulas de uso mostrenco son los grandes amores de la casta política española. Y si mañana se pone de moda cualquier barbaridad, ellos se apuntan al tópico. Con esta casta política lo tenemos crudo. Es una tropa que nos ha robado la política. La construcción de bienes en común. Algo de eso quiso apuntar Felipe VI, cuando hablaba del procedimiento del consenso y del bien común, aunque no se atreviera a decirlo con determinación: o nación o nada. Y lo que hay ahora es nada. Todo está pendiente de los delincuentes separatistas catalanes y de los corruptos investigados por la justicia. Salvo la determinación totalitaria de Sánchez por mantenerse en el poder, el resto es filfa.

La faramalla del dictadorzuelo es simple: de aquí no me echa ni Dios. Lo dijo clarito el otro día con tono suave y cursi, propio de dictador tercemundista, no hay oposición, las leyes no sirven para nada y, lo decisivo, son los resultados. Estaré hasta el 2027 y después más de lo mismo: miseria política y que les den a los de la fachosfera. No va descaminado el truchimán. El régimen hace aguas por todas partes, salvo por el fulano que toma todos los días decisiones represivas contra el entero orden político. ¡Para eso tiene el BOE! Sánchez, sí, está más fuerte que nunca en el orden político. Lo judicial, ya lo dice él, es otra cosa. No le falta razón. Si la misión del político es declarar lo que es, nadie mejor que el dictadorzuelo Sánchez es capaz de desprenderse de los tópicos al uso —la Justicia lo meterá en la cárcel, la corrupción acabará con él, está pringado todo el Ejecutivo en la corrupción, el Constitucional los salvará a todos, los mensajes borrados del fiscal estaban dirigidos a él, etcétera, etcétera— y mostrar con una fórmula clara la mediocridad del "alma colectiva de los españoles": "Yo, Sánchez, soy vuestro único jefe".

El subsuelo de toda la política española tiene un solo nombre: Sánchez. El resto es faramalla. Y, por desgracia, enfrente tiene una Oposición triste y desnortada. También en esto tiene razón. Terrible. Y es que, en épocas de crisis y tragedia, la verdadera opinión pública no es la expresada por los tópicos al uso, sino por quien la tiene secuestrada: Sánchez. Nadie mejor que este tipo ha acabado con los tópicos. Ni vivimos en democracia ni España es un Estado de derecho

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