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¿Es posible la paz en Oriente Medio?

Está por ver que el cese de hostilidades entre Israel y Hamás traiga una verdadera paz por la que hay que empezar a trabajar lo antes posible.

Está por ver que el cese de hostilidades entre Israel y Hamás traiga una verdadera paz por la que hay que empezar a trabajar lo antes posible.
Familias de soldados israelíes fallecidos en la guerra en Gaza protestan por el acuerdo de alto al fuego con Hamás. | EFE/EPA/ABIR SULTAN

El acuerdo de cese de hostilidades, que no de paz, entre Hamás y el Estado de Israel es la más palpable muestra del problema endémico de la región, de los diferentes valores humanos que confluyen en cada una de las partes y de los sacrificios que conlleva conseguir el fin de la guerra.

Después de decenas de miles de muertos y heridos palestinos, Hamás todavía se arroga el derecho de mantener secuestrados, vivos e incluso muertos, con el único fin de provocar el máximo dolor en una sociedad mucho más occidental y que se compadece mucho más con el sufrimiento. La ignominia cometida por el grupo terrorista contra su pueblo es de una dimensiones incalculables, pero esto solo lo vemos los espectadores externos. En el mundo árabe y en particular en Gaza, Israel es el único autor de todos los crímenes y debe ser castigado al estilo Pete Hegseth, nuevo secretario de Defensa, que quiere exterminar hasta el último miembro de Hamás, presente y futuro, para acabar el problema, es decir hasta que todos los judíos hayan desaparecido. Ningún genocidio u holocausto ha conseguido nunca su objetivo, por lo que estas declaraciones no ayudan para nada a la paz.

La liberación de 1.500 terroristas y asesinos por un centenar de inocentes asesinados, violados, torturados y secuestrados pone en evidencia la disparidad de las conciencias y la enorme predisposición de Israel para conseguir un acuerdo.

¿Pero es posible la paz en Palestina? ¿Es posible en Oriente Medio? El secretario de estado saliente Blinken señalaba recientemente que Hamás ha reemplazado cada muerto por un nuevo miembro, más joven e inexperto pero con mucha mayor proyección a futuro. Será en pocos meses o años que nuevos combatientes azuzados por el odio que han cultivados en cada bombardeo israelí y con el soporte y entrenamiento iraní volverán a atacar sin piedad a Israel y a Occidente.

El futuro está escrito en la página en blanco de este acuerdo. Israel recordará a sus muertos, sus militares regresarán a sus trabajos y a sus cuarteles y la sociedad se pondrá a trabajar por su futuro. Mientras, al otro lado, la ayuda internacional reconstruirá hospitales, infraestructuras, escuelas y volverán los túneles, los escudos humanos, los cohetes y los actos terroristas, y no serán menos que antes sino más.

Esta guerra y este acuerdo no han resuelto nada, pero Israel sale mucho más perjudicado. Quedará como el autor de los crímenes, del genocidio y la destrucción y el mundo olvidará las causas inmediatas que llevaron a esta guerra. Irán, a pesar de los fracasos, continúa con su programa nuclear y pronto tendrá un arma atómica y misiles y entonces todo habrá cambiado de forma definitiva. Si Israel destruye su capacidad industrial nuclear, conseguirá las armas de terceros países. Los palestinos seguirán siendo incapaces de tomar una decisión por si solos, de tomar las riendas de su futuro al margen de los intereses de terceros y azuzados por el odio cronificado continuarán hostigando a los judíos que continuarán con sus réplicas violentas en Cisjordania y en los territorios ocupados Es cierto que ha caído Asad, un criminal, pero no es que ahora esté Ataturk en Damasco, está el Estado Islámico que no es un vecino como para echar cohetes o más bien sí.

El descabezamiento de Hezbolá ha sido una operación brillante y que el ejército libanés retome el control del país y que haya sido elegido presidente un ex militar apoyado por Estados Unidos es una buena noticia, matizada por la enorme trayectoria del país en magnicidios. En definitiva que los problemas estructurales no se han resuelto y lejos de hacerlo se agravarán.

Hoy habrá mucha gente feliz en Israel y en Gaza y es comprensible, el fin de una guerra, del zumbido mañanero de los aviones de combate, de las explosiones, de los niños heridos en las calles, de la violencia contra los rehenes, de la angustia, es un motivo de enorme alegría pero cuando las fiestas se acaben y volvamos a la realidad ¿será posible la paz o volveremos a ver la región en llamas? Me temo lo peor.

El mundo no cambia porque Trump sea presidente, ni los muertos ni la derrota ni la victoria resuelven nada. Todo cambiará cuando las partes admitan sus errores y tengan el firme propósito de convivir en paz y hoy estamos más lejos que hace dos años.

Biden ha hecho estos cuatro años de Trump y no ha resuelto ningún problema y ha agravado todos, no creo que vaya a ser mejor ahora. Entregó Afganistán a los Talibanes y está feliz de entregar Siria al Estado Islámico. El apoyo a Ucrania podría haber sido definitivo si realmente Estados Unidos hubiera puesto a Putin en su sitio y se hubiera volcado con ayuda militar sin restricciones. Ha apoyado a Israel en la guerra y en su defensa, pero sin más objetivo que satisfacer a su aliado, sin ningún plan a largo plazo. El problema de Oriente Medio es que con resolver los problema de mañana todo el mundo se conforma sin pensar en un horizonte más largo.

Para no dejar un sinsabor amargo a la nueva paz, siempre hay que decir que ofrece una oportunidad, pero que no es inmediata. Deberán pasar años sin hostilidades para ir creando confianza. La ayuda internacional, especialmente de los países árabes es crítica para cambiar la mentalidad de los palestinos, si siguen instalados en la miseria no verán la paz como una alternativa deseable. No se trata de mantenerlos sino de que se puedan mantener solos y solo así será posible pensar en una oportunidad, pequeña, pero al fin al cabo esperanza, que es a lo único que nos podemos aferrar en estos momentos.

Tras unos años de paz, los dos gobiernos podrían sentarse a definir su futuro, lo deberán hacer abandonando principios supuestamente irrenunciables creados en la mayoría de casos por una sucesión de historias con escaso fundamento. Deberán comprender que no hay victoria posible sobre el otro y que el tiempo juega a favor de los que son más numerosos y crecen más deprisa. La demografía juega en contra de Israel y esto debería hacer recapacitar a sus líderes sobre el futuro a largo plazo, pero no van a ser buenos tiempos los próximos años para conseguirlo, habrá que esperar otra generación.

Mientras, España, en el limbo estratégico en el que se encuentra, debe restañar las heridas abiertas con el estado agredido y que más ha cedido en este acuerdo y volver a trabajar juntos, porque si hay dos pueblos a los que estamos unidos por la historia es a la América hispana y a Israel. Debe contribuir con recursos a reconstruir Gaza, es lo mejor para los palestinos y para Israel. Debe apoyar la renuncia a las acciones penales contra Netanyahu y mirar hacia el futuro. No podemos empeñarnos en ser propalestinos, antisemitas, antiamericanos, alejados de los conservadores que gobiernan Europa, con trapicheos con las narco dictaduras y con problemas abiertos artificialmente con vecinos y tradicionales amigos, porque vamos a salir escaldados.

Hoy debemos celebrar el fin de la guerra, pero si no empezamos a trabajar por la paz definitiva, entonces todo este sufrimiento no habrá servido para nada.

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