Pedro Sánchez ha decidido utilizar a los pensionistas, a los afectados por la gota fría en Valencia, a los usuarios de los transportes públicos y a los destinatarios de ayudas sociales como prisioneros del Gobierno para erosionar al PP. La manipulación no tiene límites. El bulo lanzado por el ministro Félix Bolaños y amplificado por los medios afectos de que PP, Vox y Junts son los culpables de que no se revaloricen las pensiones o de que no se renueve la bonificación de los transportes es una de las insidias más groseras ideadas en la máquina del fango de La Moncloa.
Sin ningún tipo de escrúpulos ni empatía con los millones de afectados por su estrategia meramente partidista, Sánchez ha sumido a todas esas personas en la inquietud con el único objetivo de culpar al PP de la bajada de las pensiones o del aumento del precio del transporte. Le da exactamente igual la angustia y el sufrimiento de los pensionistas o que las víctimas de la gota fría no reciban ayudas. Se cree por encima de todo y de todos y opera con una frialdad y un cinismo insoportables.
Sánchez ha dado sobradas pruebas de su carácter. En Valencia, a dónde ayer regresó blindado hasta la parodia para un acto de partido, ha mostrado ese perfil despótico, el de "si necesitan ayuda, que la pidan". Negarse a convocar un Consejo de Ministros extraordinario para elaborar decretos separados y facilitar la aprobación de los que afectan a pensionistas, víctimas de la Dana y al precio de los abonos de transporte es uno de esos gestos que retratan la inmoralidad y crueldad del dirigente socialista, dispuesto a saquear y empobrecer a los españoles, a que sean ellos quienes sufran las consecuencias de su extrema fragilidad parlamentaria sólo para arremeter contra la oposición.
Tanta mezquindad ha sido oportuna y rápidamente replicada por el PP, que ha presentado una iniciativa parlamentaria para intentar arreglar el enorme descosido que Sánchez ha decidido provocar en el bolsillo de los ciudadanos. Es absolutamente imprescindible que la formación conservadora se emplee a fondo en la Oposición, que se centre en hacer una Oposición seria, consistente y sin veleidades absurdas. Están en juego los derechos sociales y económicos de los ciudadanos y la seguridad jurídica contra la que el Gobierno atenta sin ninguna clase de miramientos, entre otras muchas cosas.
La posición del Gobierno es insostenible, pero dispone de un poderío mediático y sindical que hace más urgente aún una reacción consistente por parte del PP y Vox para mostrar una alternativa que no juegue con los pensionistas, que no utilice a las víctimas de desastres como el de Valencia en su propio beneficio político y que no juegue hasta con el Ejército en sus cálculos electoralistas, que no conceda al sanchismo ni un milímetro de margen ni la más mínima grieta en el golpe para perpetuarse en el poder y convertir España en un desastre bolivariano, empobrecida, insegura y maniatada.