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Feijóo revive en la letanía de Nosferatu

La prima donna de la jornada fue la sufrida 'viseprecidenta' Montero, al borde de emular el espasmo del carrillo de Millán Salcedo.

La prima donna de la jornada fue la sufrida 'viseprecidenta' Montero, al borde de emular el espasmo del carrillo de Millán Salcedo.
Alberto Núñez Feijóo, a su llegada a la sesión de control al Gobierno este miércoles en el Congreso. | EFE

Gloria, gloria, aleluya: en la sesión de control de este miércoles, Alberto Núñez Feijóo conjugó en presente de indicativo el verbo "convencer" como no lo hacía desde el pasado verano. El presidente del PP roció con gasofa la supuesta guerra civil vicepresidencial entre Yolanda Díaz y María Jesús Montero, por cosa de la subida del SMI y su tributación, mientras Sánchez, entre turulato y desganado, se dedicó a cantar el estribillo cansino de que "España va bien" y a ciscarse en Ayuso y en Miguel Ángel Rodríguez. La prima donna de la jornada fue la ministra de Hacienda, quien rozó el cortocircuito tras responder a siete preguntas de la oposición. Su dilatada y vampirizante letanía redujo de una manera abrumadora la esperanza de vida de cuantos la escuchábamos. No sólo de impuestos se alimenta Nosferatu.

Feijóo: "¿La vicepresidenta Díaz sabía que los receptores del salario mínimo iban a pagar IRPF, o mintió cuando dijo que se enteró por la prensa?". Sánchez dijo no sé qué de Bárcenas, y el genovés alfa sacó la recortada: "Es usted tan constante en no responder como en saquear a los trabajadores españoles". Preguntó si los mileuristas "son los nuevos ricos" y lamentó que el dinero del personal sea dilapidado en publicidad institucional y en asesores, mientras se orilla a los pacientes de ELA o el tren a Extremadura: "El esfuerzo de la gente acaba en cesiones a sus socios, en mordidas y en pisos para su entorno y para sus ministros, y en el Gobierno más caro de la democracia". El presidente replicó deslavazado y como desprevenido, como si se enfrentara al contendiente mustio de los últimos meses. Hizo un chiste sobre "la criptomoneda de Milei", recurrió al mantra de "bulos y crispación", se burló de los "estadistas" Tellado, González Pons –razón no le falta, a ver– y MAR, y le lanzó un dardo a la presidenta de la Comunidad de Madrid por su "mala gestión de las residencias de mayores". Porque sí, ea.

La valida puigdemontonera, Míriam Nogueras, exhibió el bastón de mando: "¿Por qué el SMI debe ser igual si el coste de la vida –en Cataluña– es diferente? Van de federalistas y son igual de centralistas que el PP". Sánchez, entonces, tornóse pequeño, peludo, suave, como el burro de Juan Ramón, y pese a soltar una tímida coz sobre la concepción de la fiscalidad que tiene Junts, se limitó a decir que España va bien, y que si no le cree, hojee "el conservador" Le Figaro y el sacrosanto Diecónomis.

La popular Belén Hoyo se inspiró en la visita de Zapatero al Congreso el pasado lunes, por el tema de la presentación de su libro de discursos: "No sé si vino como traficante de presos políticos, como embajador de dictaduras latinoamericanas o como ministro de Asuntos Exteriores bis". Respuesta del napoleoncito Albares: "Nadie se imagina a uno de sus expresidentes siendo llamado para ninguna mediación en el mundo". Por Maduro, desde luego, no.

Acto seguido, arrancó el show marchitavidas de la viseprecidenta. Cuca Gamarra: "¿Piensa hacer usted algo para que los españoles dejen de perder poder adquisitivo?". Montero, provocando el descojone general: "No es que Hacienda vaya a recaudar más, es que de lo que se trata es de que no recaude menos". Como poseída por Pazuzu, a Elías Bendodo le puso de machista perdido cuando este le dijo que, con su marcha a Andalucía, los socialistas de Despeñaperros p'abajo están rebeladitos perdidos y que echan de menos a Susana Díaz –cuánto dolió eso, ay–. El pepero Juan Bravo le reprochaba que, de los 50 euros que sube el SMI, "el Estado se quede 25", y entonces, la ministra de Hacienda sufrió un primer chispazo cerebral: "El 80% de las personas preceptoras del SMI no van a tribunal (sic)", BRRRR, ERROR, "no van a tributar". En quién estaría pensando.

Ester Muñoz, oliendo la sangre, hurgó en la herida de Koldo. Montero, a punto de desbordarse: "Es lamentable que sea usted también la portavoz de un delincuente confeso". La diputada popular, a puerta vacía: "Si Aldama es un delincuente confeso, usted y su ministerio son los facilitadores de un delincuente confeso". Minutos después, a un tris del espasmo del carrillo de Millán Salcedo, la viseprecidenta llegó a llamar "Gamarra" a Ione Belarra. Y con ello, por fortuna para todos –las farmacias de alrededor han hecho su agosto vendiendo suplementos vitamínicos–, concluyó su faena. Miguel Tellado, por su parte, se ocupó de Yolanda Díaz: "¿Merece la pena seguir formando parte de este Gobierno, de esta mentira? Sumar no ha conseguido aprobar ni una sola de sus leyes". La vicepresidenta segunda, cuya voz se parece cada vez más a la de Ralph Wiggum, el hijo del jefe de policía de Los Simpson: "Usted, si ejerciera de español, debería presumir de que España va cada vez mejor". Pato, pato, pato, pato

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