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Pujol, Orriols y la Moreneta

Lo que Pujol propone es no tratar de competir con la loba de Ripoll, sino volver a ponerse la piel de cordero.

Lo que Pujol propone es no tratar de competir con la loba de Ripoll, sino volver a ponerse la piel de cordero.
El expresidente de la Generalidad de Cataluña, Jordi Pujol. | Europa Press

Vivimos tiempos apasionantemente hipócritas. Me siento a escribir estas líneas cuando faltan veinte minutos para el cierre de las urnas en Alemania, donde si juntamos las encuestas con las promesas electorales, vamos de cabeza a un bloqueo político tan espectacular como el de Francia. Con los partidos de ultraderecha, extrema derecha, derecha autoritaria o derecha nacionalista —según con quien hables— creciendo en intención de voto, haciendo del cordón sanitario un cordón umbilical. Y todos los demás partidos haciendo el pino y dobles y triples mortales antes que pactar con ellos. Marine Le Pen no puede gobernar Francia, pero sí bloquearla. ¿Pasará lo mismo con Alice Weidel en su país?

En Cataluña tenemos a la líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, que de momento aguanta lo que le echen, incluido un conato de moción de censura para apearla de la alcaldía de su pueblo, Ripoll. Ya se intentó en su día que no pudiera ser alcaldesa pese a haber ganado las elecciones. Ahora la censura inicialmente auspiciada por Junts, ERC y PSC ha decaído porque, en el último minuto, los de Carles Puigdemont se han rajado. Lo cual les ha granjeado un chaparrón de críticas y de reproches. El más curioso y significativo de todos, el del padre fundador del nacionalismo catalán moderno, Jordi Pujol.

Pujol cree que Junts per Catalunya se equivoca si suscribe el durísimo discurso de Orriols contra la inmigración. Pujol lo ha calificado de discurso "etnicista" y, por ende, "anticatalán". Antes de que les dé la risa: sí, sí, yo también creo que todo el nacionalismo es etnicistapor naturaleza, y que por eso Orriols no ha inventado nada, se ha limitado a llevar a la siguiente pantalla el videojuego de Puigdemont. A mí me entra la risa cada vez que veo a uno con el pin de Junts en la solapa lamentarse de que "la ultraderecha catalana" haya entrado en el Parlamento. Como si ellos no llevaran años de pico y pala para que así sea.

Pero ojo que la intervención de Pujol tiene interés y tiene miga. Aunque los actuales neoconvergentes gusten de proclamarse sus herederos cuando les conviene, lo cierto es que le tuvieron años de cara a la pared, y no precisamente por sus vergüencillas, ya me entienden. Eso fue la excusa. Lo que de verdad les urgía era enterrar su nacionalismo todo lo rompepelotas que tú quieras —visto desde Madrid—, pero, visto desde "casa", lo bastante inteligente como para no permitirse ni un paso en falso ni una broma. Mientras Pujol mandó, catalán era "todo aquel que vivía y trabajaba en Cataluña y quería serlo". Ah, y de independencias unilaterales mejor ni hablar, que las carga el diablo.

Sus sucesores, menos ambiguos y más lerdos, se sacaron de la barretina el procés, una chapuza sólo comparable a la de José Luis Rodríguez Zapatero con los pactos de la Transición. Reinventar, radicalizar y dividir, y que sea lo que Marx quiera. El populismo explícito que ahora tanto asusta no habría existido jamás sin el caldo de cultivo del populismo implícito de las izquierdas guerracivilistas y los nacionalismos separadores. Que encima mienten más que hablan y defraudan al votante más que a Hacienda. A Orriols la vota cada vez más gente que ya no se fía de Puigdemont simplemente porque le considera una decepción, un blando y un payaso. Ante eso, los de Junts intentan nadar y guardar la ropa.

Y en estas sale Pujol a decir que así no, que se equivocan. Que si les tiemblan las piernas, que se tomen un caldo y mantengan el cordón sanitario y la exclusión de todo tipo de pacto o entendimiento con Aliança Catalana. Quien esto firma deplora todos los cordones sanitarios a los políticos que ganan elecciones y que no han matado a nadie. ¿Se me entiende lo que quiero decir? Dicho esto: Pujol ha puesto el dedo exactamente en la llaga. Lo que se discute aquí es la capacidad de un nacionalismo catalán cada vez más autoparodiado de representar políticamente a una Cataluña cada vez más fragmentada y más plural.

Pujol hizo verdaderos malabares defendiendo un nacionalismo low cost, al que se podía apuntar casi cualquiera. En la Cataluña pujolista se podía sobrevivir y vivir sin ser independentista, antiespañol ni necio. Con el procés se exigían dos de tres, y así les y nos ha ido. A todos. Lo que Pujol propone es no tratar de competir con la loba de Ripoll, sino volver a ponerse la piel de cordero. Al fin y al cabo, ¿la Moreneta no era negra?

Es posible que ya sea tarde para eso. La deriva de catalanismo a nacionalismo, de nacionalismo a separatismo, de separatismo a procés y de ahí al barranco no es fácil de revertir ni de parar y, suponiendo que se pudiera, lo más probable es que exija un ERE masivo en las actuales cúpulas independentistas. Un profundo lavado de cara y de liderazgos. Por supuesto los que no están por la labor de irse, lógicamente prefieren aferrarse a un clavo ardiendo. A ver si Aliança Catalana es fagocitable y le aporta a Junts per Catalunya una nueva versión más joven, más cañera… ¿como en la película La sustancia?

Insisto, yo creo que Pujol yerra haciendo apología del cordón sanitario, una práctica para mí deplorable, la sufra quien la sufra dentro del perímetro democrático. Pero tengo curiosidad por ver si acierta reivindicando una tradición catalanista menos caníbal, más integradora, y pretendiendo que con eso se pueden volver a ganar elecciones. Personalmente les puedo decir que yo me consideré catalanista mientras me creí que catalán era todo aquel que vivía, trabajaba en Cataluña y quería serlo. En cuanto eso dejó de ser, no verdad, pero sí posible, consideré que el catalanismo de mis padres y de mi primera juventud se había vuelto nada menos que anticatalán, y decidí irme lo más lejos posible de eso. Y hasta hoy.

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