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Pablo Planas

Sánchez y los separatistas, el escándalo infinito

Con tal de perpetuarse en el poder, Sánchez indulto primero a los golpistas, luego los amnistió y ahora procede a perdonarles más de 17.000 millones de euros.

Pedro Sánchez. | Europa Press

Miles de personas perdieron sus viviendas en España por no poder pagar la hipoteca. El estallido de la última burbuja inmobiliaria se llevó por delante familias y parejas, vidas rotas a causa de los estragos de la última gran crisis entre 2008 y 2014, gente que primero perdió el trabajo, luego, la casa y después nada porque ya no tenían nada que perder. La ruina de por vida mientras el Estado rescataba bancos y cajas de ahorro y los responsables de todo aquel monumental desastre quedaban exonerados de toda responsabilidad.

Nadie hizo nada por las víctimas de aquella catástrofe económica, por los ciudadanos estafados, por aquellos pobres diablos carentes de toda cultura financiera que se embarcaron en hipotecas que superaban de largo su capacidad económica, por los incautos que creyeron hacer el negocio del siglo contratando hipotecas en yenes o en francos suizos, por aquellos ingenuos, torpes y manirrotos que compraron a ciegas todas aquellas milongas de que el ladrillo nunca bajaba de precio, que si no se podía pagar la hipoteca se vendía el pisito y santas pascuas, que alquilar era tirar el dinero.

Con esa tropa, carne de cañón, hicieron negocio bancos y políticos, incluidos aquellos que acudían a los desahucios para labrarse un porvenir prometiendo viviendas accesibles para todos, pregonando las ventajas de la okupación y revolcándose en la demagogia más grosera. Bien, vale. Aquello ya pasó. Ya nadie concede hipotecas por el 120% del precio de las viviendas ni se atan los perros con longanizas.

Los políticos, eso sí, siguen prometiendo lo que no pueden cumplir, planes de vivienda que son el timo del tocomocho o aplicando topes al alquiler en las llamadas zonas tensionadas, cuya primera y única consecuencia es encarecer el mercado. Todo esto pasa de castaño oscuro, pero no es nada en comparación con la condonación de la deuda autonómica de Cataluña, el escándalo infinito.

Con tal de perpetuarse en el poder, Sánchez indulto primero a los golpistas, luego los amnistió y ahora procede a perdonarles más de 17.000 millones de euros de la deuda que la administración separatista catalana contrajo con el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) para financiar precisamente el golpe de Estado, la propaganda contra España y los españoles, todas aquellas campañas del "Espanya ens roba" y las exhibiciones de masas con las que Mas, Puigdemont, Junqueras y compañía pretendían alcanzar la independencia. Y para que no se note demasiado, el Gobierno ofrece al resto de las comunidades autónomas parecido trato, la condonación de parte de la deuda autonómica. Todo ello a costa del dinero de los contribuyentes, incluidos aquellos que lograron sobrevivir al paro y al desahucio y a quienes nadie les condonó nada, ni un céntimo de lo que debían.

No hay palabras para describir tanta indecencia.

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