
El gran Berlanga, con el gran Escobar entre otros, pusieron en el punto de mira político la fisiología burlesca de la escopeta nacional. Pero, claro, cuando Franco, para acceder a una cacería donde estuviesen ministros, a veces el propio Caudillo, había que pagar por el sitio, como en todas las demás. Lo que pasaba es que en aquellas donde se fraguaban tráficos de influencia in situ, el precio era despiadado. Que se lo pregunten a nuestro Saza, que soltó un pastón para vender algunos porteros automáticos.
Pero, claro, los tiempos cambian a peor. La superministra "socialista" de Hacienda de Pedro Sánchez –porque de la España común y solidaria no lo es—, acaba de inventarse otra escopeta que voy a llamar la escopeta Montera. Cierto es que ella se llama Montero y da pie al juego con la palabra. Pero no. Es que ella debe considerarse la Montera Mayor del Puto Amo del Reino[i], la organizadora del acecho fiscal en el que las presas somos los españoles, unos más que otros, eso sí.
"Huye el río, ciervo herido,/de algún montero mayor,/sangrando rojas adelfas/por islas de fango y flor", cantaba Adriano del Valle. Pero nosotros no podemos huir de esta batida política a la que no vamos a cazar sino a ser cazados ni tampoco podemos pagar por sitio alguno porque no tenemos influencia que ganar sino prepotencia que sufrir. Por ello, a la escopeta que nos dispara podemos llamarla Montera, por asimilación. Lo de nacional ya no sirve porque no hay nación alguna, como es evidente.
La nueva Escopeta Montera tiene una cualidad especial que no tenían las anteriores, a saber, que pueden matar no uno, no dos, sino varios pájaros de un tiro. Y lo que es altamente curioso y estimulante para ella, puede disparar con pólvora ajena aunque rara vez, no hay precedente, nunca la gasta en salvas, ni es lenta sino que va a por las presas de manera directa e inmisericorde sin importar nada, a excepción de los caprichos de su Puto Amo.
La última, una montería, por la dimensión de las piezas, ha sido el mejor ejemplo de su precisión y puntería. De lo que se trataba era de disparar a la Hacienda nacional y por el boquete abierto dejar salir los miles de millones de euros necesarios para que el furtivo, léase también prófugo, peor del Reino saciara provisionalmente su voraz apetito separatista y no se le ocurriera poner en cuestión (de confianza), por ahora, al puto amo de la Montera.
Pero, claro, el disparo de la escopeta iba a ser oído en toda España y parte de Europa. Ese modo de robar y afrentar sin más —¿o es otra cosa librar a Cataluña de sus deudas mientras se obligaba al resto de España a pagar las propias?—, podría poner en duda la licitud de la conducta de la Montera Mayor que ahora, además, quiere ser la lozana andaluza de la Junta en las próximas elecciones autonómicas. Así que había que ocultar el propósito matando a varios pájaros de un tiro, habilidad propia de la reiterada Escopeta Montera.
Para conseguirlo la ha cargado con la pólvora ajena de la deuda nacional, que piensa incrementar ocultando la deuda catalana quitada del todo, con las quitas de otras deudas calculadas para dividir a los deudores y hacer que, al final, todos ellos sufraguen, como se quería, la roncha del gobierno catalán que gasta y gasta para que paguemos los demás. Eso sí que es ponerse a España por montera.
El primer pájaro muerto es la amenaza del furtivo traidor que, como no puede acosar en el coto de su Estadito de manera directa todavía, monta en cólera de vez en cuando y trata de extorsionar, con éxito, hay que decirlo, al puto amo, que se arrastra ante él como el más abyecto de los ojeadores. Pero puede seguir gobernando un poco más. De paso, cae un segundo pájaro que es la acusación de favoritismo hacia Cataluña, que lo es, pero ahora encubierto.
Otro pájaro muerto es la oposición a Salvador Illa porque, señoras y señores, ¿quién va a administrar los 17.000 millones con que su gobierno se ha encontrado gracias a esta partida de caza? Aunque tenga que dejar migajas por el camino que va a Waterloo, va a suponer una importante ración en las capturas del dinero de los demás españoles y todo se lo deberá a la Montera Mayor.
Pero hay más pájaros caídos. Ya se sabe que los PePepájaros han protestado –¡qué inmundicia la de la Montera de Cámara del Puto Amo! —, pero a nadie se le escapa que algunos de ellos están más que encantados porque acaban de recuperar unas arcas perdidas a las que no van a renunciar ni de boquilla. ¿O es que Andalucía, por ejemplo, va a dejar de pedir su botín de más de 18.000 millones, más de un 30 por ciento de su presupuesto anual?
Otro más. La Montera Mayor acaba de autorregalarse su campaña electoral futura. ¿O no le va a servir su Escopeta Montera para ahuyentar las críticas y erigirse en la diosa Chiqui la Cazadora? Por si fuera poco, aploma silenciosamente a la odiada pájara Ayuso por haber hecho las cosas bien y no haberse endeudado tanto. Eso. Viva el despilfarro porque todo lo pagaremos todos con más deuda nacional.
Qué forma de matarnos suavemente. Lo habrá aprendido de Killing me softly[ii], que hizo famosa Roberta Flack.
[i] En Madrid ya hay una calle de la Montera que, afortunadamente, no tiene que ver con ésta.
[ii] La primera versión de la canción fue de Lori Lieberman.
