La ministra de Igualdad del PSOE, Ana Redondo, pretende acabar con la prostitución. "Mi partido es abolicionista de la prostitución, una forma de discriminación radical que esclaviza a las mujeres", ha declarado la señora ministra en una entrevista en el diario de Prisa. Sin atisbo de bochorno, sin sonrojo alguno y sin vergüenza tampoco, doña Ana Redondo dice que aspira a acabar la legislatura con una ley abolicionista que termine en España con uno de los fenómenos más antiguos de la humanidad.
La entrevista que protagoniza la ministra no tiene desperdicio. Es un momento cumbre de la hipocresía, un monumento extraordinario a la doble moral, el colofón del mayúsculo cinismo socialista en materia de alcahuetería. He ahí a toda una ministra del partido del tito Berni, el portero de lupanar Koldo y el "sugar daddy" Ábalos clamando contra el putaísmo, planeando su prohibición, amenazando con incrementar las penas contra la "tercería locativa" (que es a lo que se dedicaba el finado suegro del jefe máximo de la señora ministra) y proponiendo una "solución holística" para las 115.000 mujeres que según sus cálculos están en "situación de prostitución".
Se ignora cuál puede ser la "solución holística", aunque viniendo del PSOE tal vez se estén planteando colocar a las mujeres prostituidas en empresas públicas. O instalarlas a todo tren en apartamentos de lujo cercanos a las sedes socialistas. Y todo ello a cuenta del contribuyente, pagando el pueblo porque como dijo aquel alto cargo de la Junta de Andalucía socialista le daba cosa abonar esa clase de servicios con su propia tarjeta.
Pocos días después de que la amante de pago de Ábalos reconociera ante un juez del Tribunal Supremo que cobró un sueldo por no trabajar en dos empresas públicas, que, como el hermano de Sánchez, no tenía ni repajolera idea de dónde estaban tales empresas o que viajaba por el mundo con el entonces ministro en calidad de asesora, viene la ministra Redondo a dar clases de moral pública y privada, a clamar contra la prostitución y a decir que "hay que exigir ejemplaridad, coherencia y dignidad a los representantes públicos" porque "la prioridad es liberar la democracia española de la violencia machista. También de la prostitución y de las brechas que todavía impiden que podamos sentirnos iguales en múltiples ámbitos".
Es imposible tener más jeta, lo que explica que al Gobierno no le afecte ni siquiera un poco la íntima conexión de distinguidos capitostes socialistas con la prostitución, con las drogas y con la malversación.