
Si la zona de Barcelona conocida por el Ensanche fuese un municipio independiente, y no un simple distrito de la ciudad, figuraría ahora mismo como la primera o segunda capital más cara de España para comprar o alquilar una vivienda. Y en el Ensanche, más concretamente dentro del barrio del Fort Pienc, que según publicó el diario Expansión el pasado domingo forma parte de las diez ubicaciones con los precios más altos de la Península para arrendar una vivienda, están situados los 238 pisos de promoción municipal que el Ayuntamiento de Barcelona se dispone a repartir mediante sorteo entre los diez mil aspirantes que fueron admitidos en la lista oficial para tratar de acceder a alguno de ellos.
Hay, pues, 42 aspirantes registrados para tratar de conseguir cada una de esas viviendas. Pero en Barcelona existen muchísimos más potenciales demandantes de esos hogares tan excelentemente localizados, no sólo diez mil. Y si únicamente se acabarán repartiendo entre esos diez mil, la razón última procede buscarla entre los requisitos para poder formar parte de la lista. Porque, además de exigirse a los aspirantes que llevaran doce meses empadronados en Barcelona, condición que puede cumplir cualquier recién llegado desde cualquier rincón del planeta, las familias que tuviesen hasta siete hijos, al igual que los que ganasen al año 17.000 euros o menos, disponían de prioridad para ser seleccionados por el Ayuntamiento.
Por lo demás, la lista de candidatos admitidos es pública y se puede consultar por Internet. Así las cosas, tal como era de prever, la mitad de los apellidos contenidos en ella resultan difíciles de pronunciar para alguien de lengua materna castellana o catalana. A todo eso, los ciudadanos de Cataluña hemos aportado 44 millones de euros salidos de nuestros impuestos para que se pudiera llevar a cabo esa promoción de obra pública en el centro de la segunda capital de España. Y la intención oficial es que se emprendan muchas más. Ciegas y sordas, aunque no mudas, nuestras élites políticas no se dan cuenta de la gran bomba de relojería que están poniendo en marcha.
