
Ya sé que tratamos de mirar para otro lado porque la alternativa es sombría. ¿Cómo consigues en una democracia expulsar a un gobierno malquerido sin derramamiento de sangre? Mediante unas elecciones libres, regladas y sometidas a control judicial. Pero su convocatoria no depende de la gente sino del sátrapa que la ha desnaturalizado. ¿Cómo proceder entonces?
Tres cuartas partes de los españoles, incluyendo la mitad de los votantes socialistas, desean que haya elecciones a lo largo de este año. Me atrevo a sentir que cuanto antes. Según los beneméritos paganinis de tales muestras sociológicas, ese afán se debe a la debilidad que el gobierno muestra en las Cortes, donde ha perdido ya demasiadas votaciones Y las que gana es porque vende España a los rompepatrias, una y otra vez.
Yo creo que no es así del todo. Además hay que considerar otra larga serie de factores que hacen más que necesaria la convocatoria de elecciones generales si al frente del gobierno hubiera un presidente con un deje, por pequeño que fuese, de decencia nacional y de fidelidad democrática.
Creíamos que habíamos visto de todo en la degeneración de la democracia española. Ya en sus primeros pasos la Fiscalía General se puso a las órdenes del gobierno. Lo digo en calidad de testigo porque don Leopoldo Torres, fiscal general del Estado en tiempos del primer Felipe González, nos trató de enjuiciar y condenar a cinco periodistas de El Mundo por publicar una cosita de nada sobre Juan Guerra. ¿Por orden de quién? Pues ya está.
Creí que había visto de todo cuando el gobierno socialista le ofreció al juez Márquez, instructor del caso Guerra, un puesto en el Consejo General del Poder Judicial si se avenía a fijar fechas "razonables" que no perjudicaran electoralmente al PSOE. Yo lo testifiqué. Ya entonces eso de la independencia judicial era un cuento como la catedral de Burgos. Ponían y quitaban a su antojo y luego, al convite, se apuntó el PP.
En cuanto al Constitucional, ahí está la infame sentencia de Rumasa o el blanqueamiento "excepcional", y por una sola vez, perpetrado por un presidente socialista del Tribunal Constitucional sobre los enchufados y metidos con calzador político como empleados públicos de la Junta de Andalucía. Centenares, miles.
Tampoco habíamos visto nunca que una Caja de Ahorros, la de Jerez en este caso, hiciera desaparecer de su circuito informático y de su contabilidad los préstamos de 32 dirigentes socialistas, Manuel Chaves entre ellos. Gracias a esos dineros, el PSOE se pudo comprar una sede en Cádiz pero los obreritos y las viuditas pagaban sus cuotas mensuales religiosamente mientras estos indeseables nunca lo hicieron.
Yo, testigo directo, nunca había visto que todo un ministro de Trabajo y Seguridad Social, José Antonio Griñán, mucho antes de los y sus miserables ERE´s, dejara las cuentas de las pensiones españolas en una situación tal que el nuevo gobierno del PP tuviera que pedir varios préstamos para no pasar a la Historia como el primero de España que dejó de pagar las pensiones.
O sea que sí, que habíamos visto ya muchas cosas. Demasiadas para una democracia española que pudo ser ejemplar y no lo fue porque un partido, el PSOE, jamás puso el interés nacional por encima del propio, ni antes ni después de la Guerra Civil. Luego vimos que el PP tampoco es que lo pusiera. Es más, contribuyó al desmoronamiento de la idea de España y lo sigue haciendo.
Pero yo no había visto nunca, ni en el caso de la OTAN a cuyo marrón González tuvo que vestir con el ropaje de un referéndum, que un presidente del Gobierno, sin su partido, sin su Gobierno, sin el Parlamento y sin su Rey, pudieran hacer lo que Pedro Sánchez ha hecho con el territorio del Sahara. O lo que ahora está haciendo con China.
Tampoco había visto la suspensión de las sesiones parlamentarias, los negocios corruptos de mascarillas en plena pandemia criminal para decenas de miles de españoles ni enjuagues familiares a gogó. Y por atender a lo más inmediato, no había visto nunca que alguien que censuró con éxito a un presidente por no poder presentar Presupuestos, diga ahora que por no presentarlos no pasa nada. Tampoco había visto desigualar a España sin escrúpulo alguno. Tampoco vimos a una Presidenta de las Cortes que eliminase enmiendas que deberían haberse votado. Estoy atónito.
La degeneración es de tal calibre que si no se convocan elecciones de forma inmediata es porque tenemos un Gobierno corrupto hasta la blasfemia y una oposición incapaz hasta el ridículo de forzarle a hacerlo. Concluyendo, las elecciones no se convocan porque en realidad España ha dejado de ser una democracia, incluso formalmente. Pero si esto es así, ¿qué hay que hacer cuando un Gobierno es capaz de cancelar a todo el electorado?