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La anaconda no tiene de quién enamorarse

Feijóo desnudó a un Sánchez insufrible, que soltó una chapa de cincuenta minutos en la que enumeró obviedades y nada concretó.

Feijóo desnudó a un Sánchez insufrible, que soltó una chapa de cincuenta minutos en la que enumeró obviedades y nada concretó.
Pedro Sánchez, este miércoles en el Congreso, donde ha comparecido a petición propia para informar sobre el nuevo escenario geopolítico de la UE. | EFE

Algo ha debido cambiar en su dieta Alberto Núñez Feijóo. Igual complementa sus desayunos con Colacell. Parece que el líder de la oposición se ha liberado de aquel diablillo chanquetero que, tras el último verano, le condujo por senderos erráticos, cuando no ridículos. Este miércoles, el presidente del PP ha consolidado su, digamos, tendencia parlamentaria ascendente desnudando a un Sánchez insufrible, a un cíborg con el software bloqueado que se empeñó en reducir la esperanza de vida del personal asistente con una chapa fútil de unos cincuenta minutos en la que enumeró obviedades, no concretó un carajo e intentó convencer a sus socios de que el incremento al 2% de la inversión en Defensa "no se hará en detrimento de nuestro estado del bienestar". Los ministros de Sumar, incluida Yolanda Díaz, pasaron de aplaudirle la desesperada ocurrencia.

Las lentejas del rearme de Europa indigestan a un trilero raposo y hábil que, como todos los jóvenes, vino a llevarse la vida por delante, pero al que le viene grande la certeza de que la cosa va en serio en un mundo dominado por Trump, Putin y la China comunista. Sumar y Podemos se deshilachan entre sí, Puigdemont se impacienta, Bruselas empieza a recelar y Sánchez, malabarista poliamoroso –políticamente, quiere decirse; no se ofenda la imputada Begoña–, no tiene de quién enamorarse. Desinflen sus ilusiones, que esta película ya la hemos visto durante siete años: ya se encargará el líder del Ejecutivo de encontrar la treta imposible, ya la pifiará la oposición con el patinazo más improbable e irrisorio. Mas, a estas horas, esto es lo que hay. O eso creo.

En su vasta perorata, Sánchez, Homo sapiens que devino –un saludo, Pilar Alegría– en Eunectes murinus, cebó al respetable con lugares comunes, anunció un "gran Plan para el Desarrollo e Impulso de la Tecnología y la Industria de la Seguridad y la Defensa" para antes del verano, subrayó que España cumplirá "con el 2% del PIB que piden nuestros socios europeos" y despertó cierto runrún cuando mencionó su inmediato viaje a China. Feijóo arrancó solidarizándose con el pueblo sufriente: "Ha venido a hablar, pero no ha contado nada. ¿Acaso alguna de las señorías no conoce todo lo que ha dicho el señor Sánchez esta mañana?". El jefe del PP le recordó su deber de "informar de los compromisos que España tiene que cumplir sí o sí", amén del de "presupuestar esos compromisos".

Feijóo hurgó en esa herida –"No puede marcharse de aquí antes de aclarar si va a aprobar los presupuestos. Este es el primer punto de cualquier plan de defensa"– y, aprovechando que el Chaobai pasa por Pekín, lanzó un dardo con veneno: "Va a acabar teniendo más información de sus planes el presidente chino que el Congreso de los Diputados". Crecido, le reprochó que "es capaz de incluir como gasto en defensa la defensa judicial del señor Ábalos, la de su hermano y la de otras personas que no voy a citar", destrozó la política internacional del Gobierno –"Está intentando engañar a la UE y a la OTAN, insultar a los EEUU, ayudar a Ucrania con abrazos, viajar con propuestas unilaterales a China, cerrar nucleares para comprar más gas a Rusia"–, rechazó el papel de fea de discoteca a las cinco de la mañana –"No tiene claro su plan de defensa, pero el PP debe decirle sí a todo. ¿Es una broma? Esto no funciona así, esto no es el PSOE, que aplaude a todo sin criterio. Yo no estoy a sus órdenes"– y le indicó "las dos únicas salidas dignas que hay": "Va a tener que elegir: o se somete a las Cortes, o se somete a las urnas. Por eso, porque son las dos únicas salidas dignas, no escogerá ninguna". Nihil obstat.

Santiago Abascal gastó su cuarto de hora en ciscarse en "la alianza de populares y socialistas en Bruselas que lleva décadas debilitando Europa". El líder de Vox comparó a Von der Leyen con el canciller Palpatine de Star Wars; invocó al hijo de González Pons, que fue representante de Gazprom en España; tiró de Soros y de islamización, y censuró el "ataque brutal a la democracia" sucedido en Rumanía: "No se diferencian tanto estas técnicas de las que tiene Putin para deshacerse de la oposición". Más de lo mismo, vaya. Por su parte, la sumanda Verónica Martínez Barrero cargó contra Israel, la "Internacional del Odio" que lidera el presidente de EEUU y la OTAN, "una estructura que está rota por la alianza Putin-Trump", "un zombi". Habla el burro de orejas.

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, dedicó un tercio de su tiempo a atizar a Mazón, a Ayuso y a Israel. También se dirigió a la cuña voxera: "Algunos de ustedes se parecen más a Abderramán II que a Blas Piñar". La valida del prófugo, Míriam Nogueras, soltó la cantinela de que España no será Europa "mientras siga habiendo exiliados y no pase nada", o algo así. La mascota del BNG, como siempre, dijo grazas y quedóse tan contento. El mayordomo Patxi López aplaudió la "clarificadora" intervención de su jefe. Todos tenemos nuestras perversiones, en fin.

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