
Pierdan toda esperanza, no echaremos a Pedro Sánchez entrando cuerpo a cuerpo con él. Es el tipo más sucio y con menos escrúpulos que ha pisado el Congreso de los Diputados desde que se fundó. Ayer lo volvimos a comprobar en la comparecencia en el Congreso sobre la necesidad de aumentar el presupuesto de defensa. Ni comparecencia, ni gaitas, un peñazo de más de una hora para escupir en la cara de la oposición. Para él no hay reglas, ni democráticas, ni dialécticas, ni políticas, ni morales. Miente con la naturalidad de un estafador y la indignación de un moralista. Moldea el principio de no contradicción a cada uno de sus intereses y asegura con convicción hoy lo que negaba ayer. Sin inmutarse. Tres circunstancias le garantizan la impunidad:
-
Sus socios de legislatura. Sin él no serían nada. De ahí su estabilidad.
-
Un poder mediático suficiente para crear relatos a su medida a costa de los hechos.
-
Un electorado polarizado que le garantiza del 27 al 32% de los votos.
No importa que pierda las elecciones, le basta con aceptar todos los sueños húmedos de los partidos minoritarios plurinacionales de izquierdas y derechas y la ideología Woke para lograr la mayoría simple. Lo peor de la España intransigente. De ahí viene y ahí apuesta su futuro. ¿Qué importa que se niegue a sí mismo, a su patria y a cualquier Pedro Sánchez que surja de cualesquier necesidad que mañana le obligue a negarse otra vez? Él no está en la vida para respetar principios ni ideologías, sino para mandar. Eso es todo.
Nuestro error fue pensar que ciertas perversiones democráticas y modales políticos no podrían darse, y que si se dieran, jamás serían permitidas por el pueblo español. Nunca había existido un Pedro Sánchez. Habremos de rebobinar, existe, y está dispuesto a todo. Cuanto antes lo asumamos, más pronto podremos combatirlo.
Y no podremos combatirlo sólo con poner en evidencia sus contradicciones. Como muy bien aconsejaba Juan Soto Ivars a sus amigos de la trinchera ilustrada: "Os leo, mis queridos Zarzalejos y Varela, mon estimat Martí Blanch, Amón mío, mi Aller, y me desespero. Intentáis contrarrestar los reveses de Pedro Sánchez con la razón y el argumento. Escribís de las cosas que ha dicho y de las que hace, y de las que no hace. Desenmarañáis su propaganda, ponéis ante el idioma castellano su eufemismo, perseguís sus rodeos como los pastores que corren con la vara tras la oveja descarriada, lanzáis hechos a sus fabulaciones, lógica al vapor, verdad a la mentira. Pero todo eso palidece a la sombra de Sánchez. Lo único que puede tumbar a Sánchez es Sánchez".
Efectivamente, ya hemos comprobado que no lo amilana nada, ni nadie lo podrá avergonzar; porque no tiene vergüenza, porque tiene mala fe y porque sabe que mientras tenga mayoría en el Congreso hará con el poder cualquier cosa que se lo siga garantizando. No cree en la democracia, ni la respeta. Si a estas alturas no es un Trump o un Maduro cualquiera es porque está en un país europeo occidental y aún mantiene la compostura el Poder Judicial.
Llegados a esta conclusión, el debate de ayer en el Congreso mostró una evidencia hasta ahora inédita: el jefe de la oposición tomó conciencia de la gravedad, y se atrevió a combatir con el rigor necesario la impostura, sacudiéndose todos los complejos propios de una derecha mojigata y atemorizada. Alberto Núñez Feijóo (con todas las letras) le dio una primera réplica (merece la pena escucharla), que ya había sido emocionalmente anunciada dos días antes cuando le espetó al okupa, más conocido por el galgo de Paiporta, que el PP pactaría con quien quisiera sin pedirle permiso al partido socialista ni a nadie.
Ya era hora, el okupa podía pactar con los herederos de los asesinos de ETA, con los extorsionadores independentistas de Cataluña, con los racistas culturales de Junts, ¿y el PP no podía hacerlo con Vox?
Pero la cuestión es, como se pregunta Paulino Guerra en Falseando hasta que sea verdad: "cómo se enfrenta desde la democracia a un gobernante que está dispuesto a saltarse las reglas del juego para perpetuarse en el poder". Con más democracia, se responde; pero no sólo, es necesario que el jefe de la oposición se comporte con el coraje necesario para transmitir racional y emocionalmente a los ciudadanos españoles la necesidad de levantarse contra el tirano antes de que sea demasiado tarde y, sobre todo, antes de que nos envenene a todos y nos lleve al odio de la Guerra Civil.
PD1: Para entender esta orgía política sanchista es preciso escuchar estos 10 minutos de Beatriz Talegón, otrora miembro del PSOE, que por su juventud y cierto frikismo llegó a defender el independentismo catalán siendo castellana. Pero precisamente por su ingenuidad delata mucha verdad sobre el puterío y la inmoralidad de las mimbres socialistas. Quizás esto explique la unanimidad y el silencio entre los militantes del PSOE.
PD2: ¿De qué se ríen en sus escaños Cuca Gamarra y Miguel Tellado, Secretaria general del PP y Portavoz del PP en el Congreso? ¿De dónde esa sonrisa boba y constante ante las añagazas de Pedro Sánchez en sus escaños del Congreso? ¿No es suficientemente dramática la realidad que pisotea? ¿Sólo es un juego divertido entre compis de clase? ¿O es la realidad dramática de un gobierno que nos está empobreciendo económica y democráticamente? ¿Podrían ser más respetuosos con el dolor real de sus víctimas? Háganselo mirar.