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La poligamia y Orriols se disparan en Cataluña

El verdadero espejo donde se mira Cataluña no es Quebec, Israel, las Repúblicas Bálticas, Irlanda o Escocia, sino la muy gris, anodina y aburrida Bélgica.

El verdadero espejo donde se mira Cataluña no es Quebec, Israel, las Repúblicas Bálticas, Irlanda o Escocia, sino la muy gris, anodina y aburrida Bélgica.
La alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols, en el ayuntamiento de la localidad gerundense. | EFE/Siu Wu

Casualidades de la vida, la noticia de que el imán de Salt, célebre por su firme repudio de la figura jurídica que ordena pagar por los arriendos inmobiliarios, mantiene una relación estable de pareja abierta con cuatro señoras distintas, por más señas las madres de sus nueve hijos, ha venido a coincidir con una encuesta del CIS de Illa, que se llama CEO, según la cual Aliança Catalana, el partido de Orriols, multiplicaría ya por cinco su número de votos y de escaños, pasando a contar ahora mismo con una expectativa de diez diputados en el próximo Parlament.

Muchas veces he repetido aquí que el verdadero espejo donde se mira Cataluña no es Quebec, Israel, las Repúblicas Bálticas, Irlanda o Escocia, sino la muy gris, anodina y aburrida Bélgica. Porque, exactamente igual que ocurre en Bélgica, Cataluña también alberga a dos naciones distintas sobre un mismo territorio físico e idéntico marco estatal. Por eso no existe ningún otro lugar en España, País Vasco incluído, donde haya tantos partidos políticos distintos con presencia parlamentaria. Tenemos los partidos de cada ideología doblados, uno exclusivo para los españolistas y otro para los indigenistas, porque cada una de las dos naciones interiores que forman Cataluña se subdivide, a su vez, en su propio abanico de doctrinas dispares.

Así las cosas, lo relevante de esa encuesta es que la suma de las dos fuerzas locales de la extrema derecha, los nuestros y los suyos, anda por encima de los veinte escaños. Y ello sin ponderar el voto oculto, enorme en el caso de Aliança Catalana. Orriols no es una agente del CNI, como insinúa el chiflado de Puigdemont, sino una bendición del Cielo. Y es que con ella matamos tres pájaros de un tiro. Dice lo que absolutamente nadie se atreve a verter en público sobre la inmigración islámica y tercermundista. Divide y debilita a Junts per Catalunya. Y, por si fuera poco, desprestigia, y mucho, al catalanismo con su rotunda e impecable dicción autóctona. Esa mujer me parece tan óptima, providencial y maravillosa que casi estoy tentado de votarla.

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