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Le Pen

Con idéntico argumento jurídico, el mismo tribunal podría encerrar en la cárcel a la integridad de la élite política de Francia.

Con idéntico argumento jurídico, el mismo tribunal podría encerrar en la cárcel a la integridad de la élite política de Francia.
Marine Le Pen a su llegada al tribunal que la ha condenado por malversar dinero del Parlamento Europeo. | Cordon Press/Alexis Sciard/IP3 via ZUMA Press

El partido al que votan todos los obreros de Francia, todos los campesinos de Francia y gran parte de la clase media periférica y crecientemente empobrecida de Francia, ese antiguo Frente Nacional que lidera la hija del paracaidista de la OAS Jean Marie Le Pen, acaba de ser prohibido de facto por un tribunal de París. Y es que con idéntico argumento jurídico, el que han encontrado para vetar el acceso al Elíseo a la jefa de la formación mayoritaria en las últimas elecciones celebradas en el país, el mismo tribunal podría encerrar en la cárcel a la integridad de la élite política de Francia, con el primer ministro Bayrou a la cabeza. A la élite partidaria de Francia, a la de España, a la de Italia, a la de Alemania y a la de la totalidad de la Unión Europea.

Y es que si eso que le acaban de hacer a Le Pen, quien por muy zafia y facha que se nos antoje no deja de representar legítimamente a millones de franceses que la votaron en las urnas, se parece tanto a un golpe blando contra la democracia, es porque, en efecto, se trata de un golpe blando contra la democracia. Exactamente igual que otro golpe blando contra la democracia ha sido desposeer de la victoria al tipo que había ganado las elecciones en Rumanía con la excusa peregrina de que no se sabe quién había publicado no sé qué bulos en Tik Tok. ¡En Tik Tok!

Si aquí, en la Unión Europea, la democracia se tiene que defender utilizando métodos y ardides no democráticos, entonces no hace falta que nos preparemos para una guerra con Rusia. Porque todo eso, eliminar oponentes incómodos e ignorar el veredicto popular surgido de las urnas apelando a cualquier excusa inventada, también lo hacen rusos. Y lo hacen mucho mejor y con más gracia que nosotros, además. Para ese viaje, el de la proscripción efectiva de fuerzas que representan a un segmento notable de la población europea, no hacen falta alforjas. Hoy, el verdadero peligro para la democracia no es Le Pen.

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