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Militantes, militantas y militontos

Escuchar durante 10 minutos a Yolanda Díaz provoca un patatús neuronal, que no desaparece hasta pasadas 24 horas y con reposo.

Escuchar durante 10 minutos a Yolanda Díaz provoca un patatús neuronal, que no desaparece hasta pasadas 24 horas y con reposo.
Yolanda Díaz conversa con el secretario general de UGT, Pepe Álvarez. | LD/Agencias

"Quiero trasladaros, no solo a la dirección, sino también al conjunto de los militantes y las militantas de Sumar, que para nosotros sois una fuerza clave" (aplausos). Pepe Álvarez es un recurso inagotable. Cuando estás espeso y no se te ocurre nada para la columna, buscas a Pepe y ahí está. No defrauda. Y, para ser sincero, yo le comprendo. Imagine que usted se pasa 35 años repitiendo y escuchando los mismos discursos, los mismos argumentos, tan vacíos como grandilocuentes —en mayo de 1990 le eligieron por primera vez secretario general de la UGT catalana—. Toda una vida en la que ha sido partícipe, protagonista, de la lenta consunción del sindicato que hoy dirige. Una vida de sobreentendidos, de postureo, para terminar con bravuconadas. Amenazando con movilizaciones sostenidas y furibundas o siendo el hazmerreír por la última astracanada. Y todo por un titular.

El paso del tiempo no perdona y aunque intente disimularlo, adviertes que tiene el sistema nervioso un poco averiado. El secretario general de UGT —lleva desde 2016—, cuando interviene en público utiliza la mano derecha para enfatizar sus argumentos, normalmente incomprensibles o para que el auditorio no se le despiste. Últimamente la diestra parece haber adquirido vida propia. Lo observé en el vídeo de su intervención en la asamblea de Sumar. Se mueve de arriba abajo, gira como si fuese un molinillo. Va a su aire. Decidida a marcar un ritmo propio al margen de las palabras de su dueño. Me recordó a Cosa, la mano de la Familia Addams.

Lo de "militantas" ha sido muy celebrado. ¿Cómo lo habrá expresado la traductora del lenguaje de signos? Me comentan que se está organizando una petición de estas profesionales —casi todas son mujeres— para reclamar un plus de penosidad cuando tienen que interpretar a según qué políticos o políticas y viceversa. Si te toca el secretario general de UGT te ha caído un buen marrón. Es una reivindicación muy justa la de ese plus. Porque… a ver cómo interpreta usted: "Eso es lo que nos ha llevado a conseguir batallas que parecían que eran imposibles". O: "Lo quiero poner en valor hoy aquí, pero en el conjunto de nuestro país, porque me parece que es importante". Y ya, cuando la traductora está a punto de ebullición, va y añade: "Las organizaciones son muy importantes, pero finalmente las organizaciones están dirigidas, compañeros y compañeras, son, sobre todo, extendidas a través de personas y yo le quiero agradecer a Yolanda ese trabajo". Ale, todo tuyo.

Al escuchar las cariñosas palabras de Pepe, la vicepresidenta Yolanda Díaz pareció visiblemente emocionada y, en un momento de debilidad impropia de "una mujer que no se arruga", le dijo a su asistente, que la miraba arrobada sentada a su izquierda: "Voy a escribir un guasap a Pablo, ya es hora de que nos perdonemos. La unidad de la izquierda es más importante que nosotras y nosotros". A los pocos días se filtraban algunas de las "perlas" que Pablo Iglesias le dedica a la vicepresidenta en su nuevo libro Enemigos íntimos: "Se ha subido a una nube de narcisismo de la que no ha conseguido bajar (…) Yolanda ha normalizado mentir como estrategia política". Comienza un nuevo culebrón de la unidad de la izquierda y ya van…

Después de exigir, de buen rollo, que Sumar tiene que desplegar sus alas —fue muy aplaudido—, Pepe tuvo un momento cumbre, de esos que revelan el carácter de un dirigente. Sin temor al qué dirán, se dirigió a los jóvenes dudando de su capacidad de compresión (y en esto le tengo que dar la razón): "Los más jóvenes no sé si sois capaces de retener los cambios que se han producido en el mundo en el último periodo de tiempo". ¿Cuál es ese periodo y por qué les metió un dedo en el ojo? A saber. O a lo mejor lo dijo para hacerse el interesante.

Pero la frase tiene su enjundia y revela una realidad preocupante. Especialistas —que exigen anonimato— en trastornos de cabeza, confirman que escuchar durante 10 minutos a Yolanda Díaz provoca un patatús neuronal, que no desaparece hasta pasadas 24 horas y con reposo. Si se reincide puede crear adicción y provocar daños irreversibles, advierten. Estudios confirman efectos similares —con brotes alucinatorios— tras ver los vídeos del voxero Buxadé.

Los resultados de las tomografías computarizadas del cerebro realizadas a un grupo representativo de militantas y militontos, asistentes habituales a reuniones donde se exponen al "relato" de los dirigentes revelan que todos han desarrollado mecanismos de defensa ante las crisis recurrentes de estrés por sobrexposición. Los especialistas coinciden en que su grado de atención se ha reducido notablemente y con él, la facultad de comprender. No pueden retener información, como acertadamente señala Pepe Álvarez. Pero ¿nos hemos preguntado para qué la necesitan? ¿No será el raciocinio un inconveniente para ser un buen mili…? Aquí les dejo la duda.

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