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Los dos grandes enemigos del libre mercado

Exactamente igual de proteccionistas resultan ser China y USA.

Exactamente igual de proteccionistas resultan ser China y USA.
Donald Trump y Xi Jinping | LD/Agencias

Los españoles, que siempre transitamos por la Historia con el paso cambiado, sabemos demasiadas cosas de Estados Unidos, ese viejo imperio senil y reumático que nos fascina, y no conocemos prácticamente nada de China, el inminente hegemón que ya se ha convertido en la primera potencia económica del mundo (calculado en paridades de poder adquisitivo, la forma correcta para poder efectuar comparaciones entre países, el PIB de China resulta superior ahora mismo al de Estados Unidos). Y una de las cosas importantes que los españoles, en general los occidentales, ignoramos sobre China es que sigue siendo todavía un país mucho más comunista de lo que parece a primera vista.

Porque es cierto que en la China contemporánea se dan las tres características clásicas que sirven para catalogar a un orden económico como capitalista, a saber: la propiedad privada de la mayor parte de los medios de producción; una mano de obra jurídicamente libre que vende su fuerza de trabajo a cambio de un salario; y una institución anónima e impersonal, el mercado, que canaliza la distribución de las mercancías y determina sus precios de venta. Si bien ello no constituye impedimento alguno, todo lo contrario, para que China sea uno de los dos supremos enemigos que posee la doctrina del libre mercado en todo el planeta (el otro son los Estados Unidos, tanto los de Trump como los de Biden). Por lo demás, exactamente igual de proteccionistas resultan ser China y USA.

Sólo difieren en la estrategia, únicamente en eso. Unos usan la banca, íntegramente propiedad del Estado, para que el Partido Comunista dirija la economía a través de créditos blandos a los sectores que el Comité Central elija. Los otros, más discretos, planifican centralmente la producción desde Washington recurriendo a la vía de las deducciones fiscales y a las ayudas directas. De ahí, por ejemplo, los ya miles de millones de dólares que los contribuyentes yanquis han transferido a fondo perdido a Elon Musk, el empresario más subvencionado del Universo. Al final, lo de los aranceles casi va a resultar lo de menos.

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