Menú

El insoportable impudor moral del Frente Popular de Sánchez

Esta procesión de "dolorosos y dolorosas", desde el ministro Bolaños a Yolanda Díaz, por la muerte de Francisco, produce náuseas.

Esta procesión de "dolorosos y dolorosas", desde el ministro Bolaños a Yolanda Díaz, por la muerte de Francisco, produce náuseas.
Las vicepresidentas Díaz y Montero, en el funeral del papa Francisco. | Europa Press

No tengo duda alguna de que nos gobierna un nuevo Frente Popular (sigo la tesis de Jaime Mayor Oreja), muy parecido al que destrozó la II República provocando una guerra civil que, naturalmente, debía terminar en una dictadura, la que fuese. Fue la que no esperaban, claro, de ahí su frustración y su operación de blanqueo histórico de quienes fueron los auténticos responsables de la tragedia.

Lo que iba a ser una democracia ejemplar de la Europa emergente, por su conciliador origen, por el consenso con el que se fraguó y por la esperanza que suscitó en la continuidad de la ley a la ley, se ha malogrado definitivamente. Con la gravísima responsabilidad de todos los partidos, convertidos en pilares burocráticos y excluyentes, la España convivencial que se esperaba ha devenido en un solar donde las bandas y las banderías dictan rumbos según sus intereses particulares. Lo nacional y lo común no existen, desde la educación al agua, desde la energía a la justicia, desde la solidaridad al vigor institucional, desde el papel internacional a la definición de un interés general.

Como ya he dicho en un artículo anterior, la imperdonable ambigüedad constitucional, la unidad separatista ante la bestialidad del atentado de Miguel Ángel Blanco y ante la reacción nacional española, la preferencia del PSOE por el nacionalismo antes que por una España constitucional convertebrada con el PP y el pacto final con ETA, los separatismos y el comunismo travestido apuntalado por un atentado inexplicado el 11-M, ha dejado a millones de españoles sin opciones realistas ante la apisonadora sanchista.

Pero si algo da especialmente asco en esta porquería que nos ha tocado vivir es el cinismo moral de este frente popular. No me refiero ya a la perversión de hacer a Franco el único responsable de una guerra civil que fue deseada y publicitada por el social-comunismo de entonces abiertamente. Quiero prestar un poco de atención a esta farsa de amor papal que se viene desarrollando a lo largo de esta pasada semana.

Esta procesión de "dolorosos y dolorosas", desde el ministro Bolaños a Yolanda Díaz bendecidos, cómo no, por el propio Pedro Sánchez, por la muerte de Francisco, Bergoglio en el siglo, con sus oscuros episodios biográficos y sus discutibles opciones geopolíticas de la mano del Grupo de Puebla, produce náuseas. Ni siquiera la derecha española se acuerda del papel de su número 2, el cardenal Pietro Parolin, en la legitimación del régimen bolivariano en Venezuela.

Es una ceremonia fétida el que los descendientes de los que asesinaron de forma deliberada a cerca de 10.000 católicos, entre obispos, sacerdotes, religiosos y seglares, durante la Guerra Civil, algo que ya denunció incluso el luego ministro peneuvista José María de Irujo[i], parezcan catecúmenos de la Iglesia francisquista. Ni que decir tiene que nunca han pedido perdón por tal pre-genocidio[ii], que hubiera sido total y masivo de no ser por la pérdida de la Guerra. Ver a estos epígonos con cara de beatos extasiados ante un Papa es éticamente vergonzante. Precisamente este Papa y otros no han parado de beatificar y santificar a esas víctimas ante el silencio sepulcral de quienes nunca han condenado su infame sacrificio.

Que personas e ideologías que consideran al cristianismo, y muy especialmente al catolicismo, como adormidera de la Historia y que procuran su eliminación intelectual, y si es preciso física, de la escena universal, lacrimeen como plañideras por el fallecimiento de un Pontífice es un espectáculo obsceno por lo que tiene de hipócrita y espurio.

Es más, es que ni siquiera mencionan algunos de los elementos que la Iglesia debería haber resuelto hace mucho y que son muy sencillos de comprender. Por ejemplo, mientras se atragantan día tras día con versiones anómalas de feminismo, han sido incapaces de subrayar que, a día de hoy, el papel de las mujeres en la Iglesia sigue siendo insignificante: no pueden alcanzar el sacerdocio, por lo que no pueden participar en la vida global de la Iglesia de manera igualitaria, y apenas logran ser otra cosa que ayudantes de los únicos protagonistas masculinos.

Tampoco se refieren a la falta de democracia, siquiera en la más suave de sus formas, en la estructura autoritaria de la Iglesia que se perpetúa como una monarquía absoluta o un imperio jerárquico. Seguramente, esta omisión en su crítica es porque oscura e íntimamente, admiran ese centralismo todopoderoso que les gustaría ver consagrado en el gobierno de la Humanidad.

Ni se mencionan siquiera los escándalos, desde los sexuales a los económicos, ¡ah, los pobres!, que han zarandeado a la Iglesia, muy especialmente en los últimos pontificados del siglo XX y XXI. Silencio total. Depravación ideológica que se arrodilla de manera falsaria ante una institución que, a pesar de no tener poder militar, tiene una gran influencia en los votos que se necesitan para apuntillarla. Que la propia Iglesia se avenga a ello es desolador.

Por una vez, tendré que concluir que el más consecuente de este circo ha sido Pedro Sánchez. No sé por qué ha desertado de su deber político de estar presente en un acto de Estado, que el Vaticano lo es. No puedo creerme – no dice la verdad ni por error -, que haya sido por coherencia ética y política. Pero al menos ha eludido el paripé con el que nos han martirizado los secuaces de su Frente Popular. Deo Gratias.


[i] En un artículo en El Día de San Sebastián de 31 marzo de 1936 daba por seguro que tales desmanes conducirían a un golpe de Estado. Escribió: "Que, en Madrid, Extremadura, Andalucía, Levante, se queman iglesias, conventos, fábricas [...]; que se hace salir desnudas a las religiosas y se las somete al trato que no se da a las mujeres profesionales [...] que se asesina a la Guardia Civil [...] ¿Es esto tolerable? El estallido se masca. Lo exige el ambiente. Y no tardando." Y no, no tardó.

[ii] Un genocidio, crimen de los crímenes, es, según la ONU, el intento de "destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso".

Temas

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal