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Apagón sanchista

Como consecuencia de este apagón educativo, del mismo modo que la derecha analfabeta odia las vacunas, la izquierda disfuncional detesta la energía nuclear.

Como consecuencia de este apagón educativo, del mismo modo que la derecha analfabeta odia las vacunas, la izquierda disfuncional detesta la energía nuclear.
Europa Press

El apagón energético de ayer no es sino la consecuencia del apagón educativo y del apagón ético que sufre España desde hace años. La corrupción y la incompetencia de la élite son las manifestaciones de algo más profundo: el analfabetismo y la inmoralidad del pueblo que vota a sus integrantes.

El ejemplo paradigmático del apagón educativo y ético es Rufián, que decía, entre chulesco e histrión, hace un par de años que "es literalmente mentira que vaya a haber un gran apagón en este país por falta de capacidad energética o de diversificación energética".

Venimos advirtiendo de que la ideología izquierdista está asaltando la institución científica en el terreno energético, del mismo modo que ha contaminado la biología con la ideología de género de modo que resulta subversivo hoy día definir "mujer" como hembra humana adulta. Tanto la derecha como la izquierda anticientífica surgen de una misma raíz: un sistema educativo que desprecia el saber y aplica mantras tóxicos pseudopedagógicos como "aprender a aprender" o "más empatía, menos conocimientos", con los profesores convertidos en "educadores" o, peor, "facilitadores, tildados de meros "profes", .

Como consecuencia de este apagón educativo, del mismo modo que la derecha analfabeta odia las vacunas, la izquierda disfuncional detesta la energía nuclear.

De ahí que la generación sanchista –de Sánchez a Rufián pasando por Ábalos, las dos Montero, Intxaurrondo, etc.–, ha favorecido a una banda cuyo perfil ilustran dos políticas socialistas colocadas en el Consejo de Seguridad Nuclear y cuyo principal mérito era no contar con ningún mérito porque, como decía una de ellas a las cámaras con desparpajo y alevosía, "cuidado, que a lo mejor tener demasiados conocimientos es contraproducente".

Tras el apagón eléctrico se abrieron los institutos en Andalucía, pero apenas fueron los alumnos, habituados a tomarse unas vacaciones con la más mínima excusa, huelgas "fake" mediante, y con el beneplácito de sus progenitores que contemplan arrobados como sus vástagos practican su profesión futura: absentista laboral. Bajo el apagón educativo se oculta el más temible de los apagones, el ético. Somos la generación con más acceso a fuentes de información y la más desinformada a posta de la historia. Tras cada terremoto de incompetencia de los partidos habituales se nos viene encima el tsunami de expertos en manipulación a sueldo del establishment político, económico y mediático. Pero dichos expertos serían inocuos si no hubiera una masa de creyentes dispuestos a aplaudir como focas amaestradas cuando así lo indica el líder supremo.

Esta agenda izquierdista de manipulación a través del apagón ético y educativo se concreta en la denominada Agenda 2030, que lleva dentro de un caballo de Troya de objetivos inobjetables, ¿quién va a estar en contra de acabar con el hambre en el mundo o que haya igualdad de derechos entre hombres y mujeres?, que oculta una andanada de medidas socialistas, intervencionistas, irracionales y autoritarias. Sánchez trataba hace un mes de preparar a los españoles para la batería de medidas coactivas que nos van a imponer, al estilo de no poder sacar del banco nuestro dinero más allá de un límite tan ridículo como arbitrario, aunque advertía que ello no supondrá "apagones de electricidad ni racionamiento de bombonas de butano, ni escenas apocalípticas". Que se vayan preparando los que tenga bombonas y los lectores del Apocalipsis.

También decía Sánchez que nos informásemos por canales oficiales, supongo que pensando en Fernando Simón y su inexistente comité de expertos durante la pandemia. Los primeros que tendrían que ser denunciados son aquellos que han convertido la expresión "seguir únicamente información oficial" no solo en papel mojado sino en la principal fuente de bulos, fake news y desinformación.

Se atribuye a Bismarck que "La nación más fuerte del mundo es sin duda España. Siempre ha intentado autodestruirse y nunca lo ha conseguido. El día que dejen de intentarlo, volverán a ser la vanguardia del mundo"

Seguimos con la autodestrucción, ahora en clave sanchista, de la pandemia al apagón pasando por la DANA, hasta que finalmente consigamos destruir nuestro país. En el documental "Líbano, el atraco del siglo" se nos informa de que "hay países en los que hay mafias. El Líbano es un país propiedad de una mafia".

España es un país propiedad de una secta llamada PSOE. Con cada vez más rasgos de mafia por la banda sanchista que está saqueando el Estado a lomos de una cleptocracia autodenominada "progresista".

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