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La batalla cultural de la izquierda choni

RTVE es un ente público que fue creado en su día con el cometido expreso y prioritario de servir como canal propagandístico de una dictadura.

RTVE es un ente público que fue creado en su día con el cometido expreso y prioritario de servir como canal propagandístico de una dictadura.
RTVE

En esta España faro del progresismo planetario, la libertad y el pluralismo que la Constitución ampara dentro del ámbito de los medios de comunicación audiovisuales se concreta en que todos los ciudadanos son libres y soberanos para poder elegir entre la basura que les ofrece el mercado, léase Atresmedia y Mediaset, y la basura aún mucho más infecta y pestilente que les sirve en bandeja el Estado, léase Belén Esteban y familia. RTVE es un ente público que fue creado en su día con el cometido expreso y prioritario de servir como canal propagandístico de una dictadura.

Un espíritu fundacional, ese de complacer con rendida obediencia perruna al poder político en todo momento, que muchos años después heredaron las innúmeras televisiones autonómicas que comenzaron a proliferar como las malas hierbas tras la descentralización institucional del Estado. No obstante, todavía existían ciertos límites éticos y estéticos, sobre todo estéticos, como el de no esparcir en el primer canal de la televisión pública nacional dosis de mierda que superasen en chabacanería, vulgaridad y analfabetismo desacomplejado a sus equivalentes de las cadenas comerciales, que sólo el Gobierno más nominalmente izquierdista de la democracia española se ha atrevido a traspasar. Y lo peor de todo es que no les va a servir para nada.

La televisión, que constituía el opio del pueblo todavía no hace tanto, ahora se ha visto reducida a un entretenimiento cada vez más minoritario y de consumo casi exclusivo para la tercera edad y afines. Los votantes que de verdad importan, esos que pueden cambiar las mayorías electorales por el carácter siempre díscolo y fluctuante de su conducta en las urnas, los más jóvenes y socialmente activos, están ahora entre las audiencias crecientes en número de los circuitos alternativos de información que usan como soporte YouTube, no apoltronados en un sillón frente a la caja tonta para reir las astracanadas a las vacas sagradas del viejo mundo audiovisual. Sí, he ahí lo peor de todo, que los millones tirados a la basura y la basura tirada a millones, para nada habrán de servir.

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