
No hay alfombras en Cataluña para meter debajo tanta mierda. El procés ha dejado secuelas de todo tipo, una especie de estrés postraumático social que facilita digerir sin excesivos retortijones sucesos como el de la niña de 12 años a cargo de la Generalidad violada por una red de pederastas o el atropello masivo a las puertas del estadio del Espanyol media hora antes del partido contra el Barcelona. A cualquiera que no viva en Cataluña le parecerá que estamos ante dos asuntos graves. Hay vidas en juego. Una niña de 12 años. Y un hombre de 41, padre de un niño de un año, que está en coma inducido a consecuencia del atropello. ¿Se querrán creer que la mayoría de los medios y de los partidos políticos pugnan por echar tierra a ambos asuntos? Circulen, circulen, que aquí no ha pasado nada.
La defensora del pueblo autonómica, la señora Esther Giménez Salinas, ha asegurado en la emisora oficial de la Generalidad, Catalunya Ràdio, que no cree que el caso de la menor bajo responsabilidad de la Generalidad sea un caso aislado. A continuación, sus propias palabras al ser preguntada por el particular: "Las cosas se tienen que investigar y trabajar, no podemos opinar sin tener toda la información, pero existe un cierto convencimiento de que no es un caso aislado; a veces, cuando conocemos un episodio, vemos que solo es la punta".
Eso mismo. Y frente a la punta nada mejor que correr un tupido velo. Mucho hablar de lo público pero que no se sepa que la atención a los menores desamparados corre a cargo de fundaciones privadas que se forran por el antiquísimo procedimiento de explotar a la infancia. Y que esas fundaciones están dirigidas por personas que antes o después han pasado por la dirección general de atención a la infancia y la adolescencia (DGAIA), una especie de comisariado político de ERC que el PSC no tiene ningún interés en desmontar. Y que estamos hablando de millones y millones de euros.
La Generalidad de Illa dice que se van a personar en la causa de la menor como acusación. A tal punto llega la impostura. El juez que lleva el caso no ha pensado en imputar a la administración autonómica porque la niña no estaba tutelada sino acogida. Pues muy bien. Esto pasa con curas o en la Comunidad de Madrid y arde Roma.
Y mientras la generalidad de los medios celebra la última liga del Barça no se habla ni de la dirección general de violaciones y pelotazos contra la infancia y la adolescencia ni tampoco del atropello de seguidores del Espanyol. Y es que si ser un menor a cargo de la Generalidad es lo peor que te puede pasar en Cataluña, lo tercero es ser del Espanyol, llamado Español desde el año de su fundación, 1990, hasta 1995. Lo segundo es que tus padres pidan en la escuela que te den clases en español.
El asunto del atropello a las puertas del campo perico se veía venir. Se lo dice un exsocio que recuerda con pavor los problemas de acceso al campo, el riesgo de avalanchas y aplastamientos provocados por unas normas de seguridad que fomentan el caos, la arbitrariedad y el peligro. Si el día en el que se jugó el España-Albania no hubo una desgracia fue de milagro. Los agentes de los Mossos, siguiendo órdenes de la superioridad, colapsaron los accesos a las puertas del Estadio y hubo gente que no pudo acceder al recinto hasta mediada la primera parte. La aglomeración causó desvanecimientos, taquicardias, anginas de pecho, ataques de pánico y de ansiedad. Lo mismo ocurrió el día del último ascenso, contra el Oviedo.
También se podía saber la reacción de los Mossos, en las redes y en los medios. Para la policía de la Generalidad, el suceso no se debe en ningún caso a un fallo de seguridad sino que respondería a una reacción innata de la conductora ante la masa. Un accidente. En las redes, odio puro contra los seguidores del Espanyol. Para los medios, la autora del atropello entró en pánico al quedar rodeada por una turba de energúmenos que portaban banderas de España y camisetas blanquiazules mientras que en el Barça hay seres de luz que fuman u ondean banderas independentistas (temas más comentados que el atropello) para celebrar la infinita superioridad de Cataluña siempre y en todo momento. Un paraíso. Si no les gusta, váyanse.