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Agapito Maestre

¡León XIV salva el Valle!

La mayoría de los ciudadanos de España sospechan las miserias totalitarias que alberga ese proyecto ideológico de "resignificación" del Valle de los Caídos.

Europa Press

Me manda Jorge Casesmeiro, exquisito ensayista y observador privilegiado de la decadencia cultural de España, la foto de una pintada en negro sobre un amplio muro de color gris claro, colindante con la fachada de la Conferencia Episcopal Española (CEE), sita en la calle Añastro esquina con Arturo Soria. El texto es revelador de las esperanzas puestas por los españoles, sin distinción de religión, sexo y edad, en el nuevo Papa: "León XIV salva el Valle". El espíritu de protesta y la demanda al sucesor de Pedro son claras. ¡La salvación del Valle sería el comienzo de otra salvación! Ojalá León XIV nos ayude a entender qué pasa en este Valle de Lágrimas. ¡España! Nadie sabe bien cuáles son las intenciones últimas de Sánchez y su gente. Nadie sabe si las intenciones del Gobierno es demoler la cruz más grande del mundo, perseguir a la comunidad benedictina o simplemente sustituir la creencia cristiana, la religión católica, por una especie de "religión" de Estado, o sea, acabar definitivamente con el Estado aconfesional que defiende nuestra Constitución.

La mayoría de los ciudadanos de España sospechan las miserias totalitarias que alberga ese proyecto ideológico de "resignificación" del Valle de los Caídos, pero pocos tienen información clara y veraz de lo negociado entre el gobierno de Sánchez y los delegados de la CEE. Los culpables de esas carencias están, pues, a la vista. La pintada recoge con precisión ese malestar y, por supuesto, apela al nuevo Papa para que nos ayude a resolver todas esas preguntas, sin duda alguna, circunstanciadas en el presente calamitoso que vive España como nación. ¡Sólo el nuevo Papa puede salvarnos! Está bien tirada la cosa. La pintada sintetiza el mal de España. Ninguna agencia política con solvencia intelectual ha querido hacer frente al proyecto sanchista… Unos han dicho: si la propia Iglesia católica se inhibe, por qué habríamos de meternos nosotros, gente aseada del PP, en ese charco. Otros, aún más cobardes y necios, han querido distanciarse de quienes defendían con uñas y dientes la "sacralidad" del Valle de los Caídos, por considerar el asunto cosa de "integristas católicos"; falso; el asunto es de de carácter público-político, independientemente de quién sea el propietario legal del Valle (quizá sea propiedad de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, o de un patronato "plural" gestionado, al fin, por Patrimonio Nacional), y, por lo tanto, a todos nos incumbe.

En una España nihilista y pasota, este tipo de pintada dan vida ciudadana a quienes defendemos el Estado de derecho y el cumplimiento de la Constitución de 1978. Es obvio que la pintada es muy crítica con las instituciones civiles y eclesiásticas. La ciudadanía más desarrollada política y moralmente no confía nada en el gobierno de Sánchez, tampoco se fía del mesogobierno regional de Madrid y menos todavía en la Conferencia Episcopal dependiente hasta ahora de las anteriores autoridades del Estado del Vaticano, que presidía el Papa Francisco (q.e.p.d), para resolver el problema que ha creado el totalitarismo sanchista. La salvación, sí, vendrá del nuevo Papa o no vendrá. He ahí la esperanza, a la par que exigencia, recogida en la pintada del muro que colinda con la casa de la Conferencia Episcopal. Me da igual quién haya puesto en lugar tan emblemático esa pintada. Me da igual que su autoría se la atribuya un integrista católico o un liberal de sangre roja. Lo importante es la queja que exhibe contra la Conferencia Episcopal y, por supuesto, contra el Vaticano por no haber sido lo suficientemente diligente para informar a los españoles sobre los planes del Gobierno de España y de la propia Conferencia sobre el futuro del Valle de los Caídos.

¿Podría detener, en verdad, León XIV el proceso de desacralización y posterior destrucción del Valle de los Caídos? No sé qué responder; primero, porque no soy versado en cuestiones vaticanas; tampoco demasiado en asuntos religiosos, y menos tengo información detallada sobre los plazos y tiempos del gobierno para llevar a cabo su principal propósito, a saber, derruir la cruz más grande del mundo. No sé, pues, más de lo que cualquier ciudadano de a pie sabe sobre el particular. Pero, sí, tengo una opinión formada sobre el nuevo Papa para conjeturar que León XIV se le pondrá difícil al sanchismo. Porque León XIV es seguidor de la doctrina paulina de León XIII, defenderá, como todo buen ciudadano español, la Constitución de 1978, es decir, que el Estado español es un Estado aconfesional, pero tiene la obligación de proteger a la religión mayoritaria. Aconfesional, sí, no laico ni laicista. Encarar de modo público y sin tapujos el asunto del Valle de los Caídos será para este Papa una gran oportunidad de mostrarle al mundo que el cristiano debe ser juzgado antes por ser ciudadano, habitante de de la ciudad de los hombres, que por cristiano. León XIV, como León XIII, sabe que tanto monta el adjetivo como el sustantivo en la expresión ciudadano cristiano.

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