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Señor presidente, no es moral jugar con las bombas lapa

Sólo los más lerdos de la derecha han podido creer que el lenguaje – esa construcción para la ciencia y la convivencia -,  tenía que quedar al margen de la lucha ideológico-política.

Sólo los más lerdos de la derecha han podido creer que el lenguaje – esa construcción para la ciencia y la convivencia -,  tenía que quedar al margen de la lucha ideológico-política.
Europa Press

Ya sabemos que a usted no le importa nada salvo sí mismo, tal vez su familia más cercana y todo se verá, y nadie sabe si algo más. También sabemos que, siendo un cum fraude en casi todo lo importante para la convivencia y la veracidad social, resulta usted un verdadero cum laude en todo lo que se refiere a la perversión del lenguaje. En eso, nadie lo puede negar, ha superado usted a todos los maestros que ha tenido, dentro y fuera de su partido.

Sólo los más lerdos de la derecha han podido creer que el lenguaje – esa construcción para la ciencia y la convivencia -, tenía que quedar al margen de la lucha ideológico-política. Aunque Marx ya insinuó que la lengua pertenecía al mundo de las superestructuras condicionadas por el modo económico de organizarse la vida, no se atrevió a llamar al pan vino y al vino pan. Le hubiera convenido tal vez, pero ese descaro hubiera hecho innecesario su estudio argumental en la Biblioteca del Museo Británico. Al fin y al cabo, era un devoto de Hegel, que tenía la costumbre de precisar los conceptos que usaba por eso del rigor "científico".

Pero de tal comportamiento, usted no aprendió nunca nada. De quienes sí ha aprendido y mucho ha sido de los menos escrupulosos de su partido y de los sabihondos y sabihondas de Podemos. Los primeros ya empezaron por identificar alevosamente II República y democracia cuando lo que perpetraban era la imposición ideológica y política y la exclusión de media España de la España nacional común. Tampoco molaba mucho entonces llamar a la dictadura por su nombre. De ahí el cambiazo.

Sin embargo, su fuente iluminadora decisiva parecen haber sido los hombres de sus falsas pesadillas preelectorales, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Del primero a saber si leyó a Ernesto Laclau y a su compañera, Chantal Mouffe o si los usó como señuelo para ligar y llegar a Galapagar.

Pero Errejón sí que debió haber sabido de qué iban los tutores del nuevo populismo socialista o comunismo pasado por las salas de maquillaje. De hecho, circula por ahí un texto que escribió con la Mouffe titulado Construir Pueblo: Hegemonía y radicalización de la democracia, la síntesis de una conversación.

En realidad, bañados en Gramsci y poco más, todos se dieron cuenta de que el liberalismo les había ganado la batalla cultural, la batalla ideológica y política, porque habían ganado la batalla económica gracias al hundimiento de la URSS a partir de 1989. Una de sus más turbias apuestas fue la manipulación del lenguaje, arropados en la Psicología de las masas de Gustavo Le Bon, en cuyo abrevadero bebieron nazismo, fascismo y comunismo.

Por ello, citan: "Una de las funciones más importantes de un estadista consiste entonces en bautizar con palabras populares, o al menos indiferentes, cosas que la multitud no puede soportar bajo sus antiguas denominaciones. El poder de las palabras es tan fuerte que bastará con designar con términos bien elegidos las cosas más odiosas para volverlas aceptables a las masas". Textual de Laclau.

Y manos a la obra. Se trataba de subvertir el significado de las palabras y de pervertir sus significados asociándolas a nuevas imágenes (más populares y emocionales que los conceptos). De ese modo flamantes iconografías encubridoras se asociaron a las viejas palabras del liberalismo: libertad, democracia, igualdad ante la ley, feminismo, racismo, bien común. Libertad con cuotas de minorías, democracia por encima de los jueces, feminismo contra machistas cristianos, buenismo racial negro contra el perverso racismo blanco, nacionalismos contra la nación y así sucesivamente hasta el "no tendrás nada y serás feliz".

Ha resultado bastante bien esta operación de desconcierto sobre los significados de las palabras y los conceptos. Véase al que fuera terrorista Arnaldo Otegui beatificado ahora como hombre de paz o la conversión de todos los judíos en nazis. Pero, claro, hay veces que se cruzan todas las líneas con todos sus cables y sobreviene la chapuza. Ha sido el caso de la bomba-lapa de mentirijilla que se ha colocado deprisa y corriendo en los bajos de la UCO y la derecha a ver si colaba.

No, señor Sánchez. Una bomba-lapa es otra cosa. Mire como se ha contado la que pudieron a Eduardo Madina: "El 19 de febrero de 2002… ETA coloca una bomba lapa en los bajos de un Seat Ibiza negro aparcado en el barrio bilbaíno de Deusto. Es el coche que conduce a diario Eduardo Madina… Son las ocho y veinte de la mañana…Madina circula durante diez kilómetros con la muerte adosada a centímetros de su cuerpo. Hasta que el artefacto, activado por un sensor de movimiento, acaba estallando." Eso, por poner un ejemplo cercano, que ha habido muchas más colocadas criminalmente por bastaness que ahora le sostienen desde Bildu.

Esas, las que mataban a españoles, eran las verdaderas bombas-lapas. Lo de usted y sus pretorianos no ha sido más que otro juego perverso de lenguaje, o sea, fango inmoral, pero al ser suyo, un fango muy rico. Será por pervertir el lenguaje…

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