Acudiremos en defensa de las instituciones democráticas. Sánchez está sometiendo al sistema constitucional de 1978 a un brutal y continuo test de estrés. Socava la función del Parlamento, renuncia a presentar Presupuestos Generales del Estado, acusa al Poder Judicial de lawfare, coloniza masiva e indiscriminadamente las instituciones, persigue jueces, duda públicamente de su legitimidad, usa la Fiscalía para amedrentar rivales políticos y dinamita el Estado de Derecho con una amnistía aprobada en contra del Senado, de los letrados de las cámaras, de todos los colegios jurídicos y de la mayoría social del país.
Acudiremos por España. La identidad, la unidad y la continuidad histórica de la nación española están hoy gravemente comprometidas. Sánchez ha desarmado al Estado frente a futuros golpes, ha vaciado al Estado de competencias en Cataluña, el País Vasco y Navarra, ha impuesto la traducción simultánea en el Congreso de los Diputados, ha legitimado a ETA como actor político y gobierna al dictado de Puigdemont y Otegui.
Acudiremos por ética. Por el sórdido caso Koldo; por Leire Díez, periodista, investigadora y responsable del voto por correo; por el procedimiento abierto contra el fiscal general del Estado; por Begoña Gómez, su software y su cátedra millonaria; por el hermanísimo y su oficina desconocida; por las mascarillas; por Air Europa; por Plus Ultra; por Delcy y sus 40 maletas; por Tito Berni y las lumis. Y acudiremos por estética. Porque la historia nos ha enseñado que el declive moral de una sociedad va de la mano de un hundimiento en las formas y los ademanes. Valga la reyerta entre fontaneros del pasado miércoles. Valgan Leire y sus audios. Valgan los mensajes ordinarios. Valgan los catálogos de sobrinas, la suite del Parador de Teruel o los ocupantes del Peugeot: Sánchez, Koldo, Cerdán y Ábalos.
Acudiremos por la Guardia Civil, expulsada de Navarra, menoscabada en sus funciones, desguarnecida contra el narco y en el punto de mira de la corrupción sanchista. Por su tributo en sangre. Por las 210 bajas en una lucha salvaje contra ETA. Y por su lema: 'El honor es mi divisa'.
Y acudiremos para frenar la decadencia. Asistimos a un espectacular deterioro de las infraestructuras que un día impulsaron la prosperidad del país: trenes, aeropuertos, autopistas, cercanías, infraestructuras hidráulicas o energéticas. Hay más niños en riesgo de pobreza infantil en España que en Rumanía. El poder adquisitivo se ha desplomado, la inflación hace inaccesibles bienes de primera necesidad, la vivienda se ha convertido en una utopía y el único futuro de muchos jóvenes es el exilio laboral.
Acudiremos, en fin, porque, en este momento, es la mejor forma de dar cauce a una indignación muy mayoritaria entre los españoles. Y porque el presumible éxito de la manifestación preocupa en Moncloa, comprometerá la imagen internacional de Sánchez, pondrá el foco sobre España y nos reafirmará en nuestra causa.