
La historia del istmo de Gibraltar es toda una lección para saber que España carece de política exterior. El istmo de Gibraltar, ay, no es español. Sospecho que no lo será nunca, mientras no tenga fuerza, o sea, un ejército muy superior al de la Gran Bretaña. Al contrario, como puede comprobarse fácilmente, una parte del istmo que era española, hace tiempo que se la apropiaron los ingleses, y España no ha dicho ni mu, o peor, ha ocultado lo evidente. La política exterior está basada en la fuerza y el resto son mandangas. Desde la irrupción de islámica del año 711 en la península ibérica, Gibraltar quedó en poder de los invasores, hasta el 12 de septiembre de 1309 que el rey castellano Fernando IV, con la ayuda de las tropas de Jaime II de Aragón, entró en la plaza rendida de Gibraltar, después de una inteligente estrategia bélica, que contó con la desaprobación de algunos de sus aliados principales que querían un ataque frontal. Es sólo un ejemplo, entre los miles que nos ofrece la historia de la humanidad, para saber que el uso de la defensa, de la fuerza, en fin, de la OTAN, es imprescindible para tener una digna política exterior.
De la OTAN, una organización político-militar constituida en Washington allá por 1949, como instrumento bélico de disuasión frente a la política soviética de la postguerra, pueden criticarse muchas cosas, incluso cuestionar "su principal razón de ser" -dicen sus críticos- porque desapareció la URSS y la caída de los regímenes socialistas en Europa del Este; pero nadie en su sano juicio mantendrá que no ha sido clave, desde su creación hasta hoy, para diseñar la política exterior de España y el resto de los países pertenecientes a la Alianza. En el caso de España fue vital esa organización en tiempos de Franco, pues que EEUU, principal impulsor de la OTAN, tuvo a España como su más firme aliado táctico en Europa. No formaba parte España de la OTAN, pero Franco permitió la creación de varias bases militares estadounidenses en suelo español. Más tarde, España ingresó en la OTAN el 30 de mayo de 1982, convirtiéndose en el miembro número 16 de la organización. La solicitud de adhesión se produjo tras el anuncio del gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo en febrero de 1981. Nuestro país demoró su entrada en la estructura militar, pero, finalmente, lo hicimos en 1997… En fin, sería absurdo considerar que la política exterior de España, sin entrar ahora en su valoración, al margen de la OTAN.
Sin embargo, llega ahora el sanchismo, esa especie de totalitarismo encubierto en un sentimentalismo bolivariano, y dice que no quiere contribuir al mantenimiento de la organización, o mejor dicho, no quiere aportar la misma cantidad de dinero que se le exige a todos los socios de este selecto club. Quiere pagar, sí, menos que los otros países y seguir en su seno. Patético comportamiento o algo peor… Es obvio que Trump tiene razón: España es un problema. Ha querido reventar la cumbre anual de la OTAN, celebrada en La Haya. ¿Cómo interpretar la actitud de Sánchez? En términos personales, no tendré más remedio que repetir: soy español. Soy pesimista; o, al menos, asumo el inevitable pesimismo que me permite seguir diciendo con relativo orgullo: me siento español, pero no puede dejar de sentir vergüenza ajena de Sánchez y de toda la casta política que lo mantiene en el poder. Quien no haya sentido vergüenza de ser español ante el espectáculo que Sánchez ha ofrecido en la reunión anual de la OTAN, es que no es español ni sabe qué es ser ciudadano.
La política exterior, como la interior, de Sánchez sólo tiene un objetivo el enriquecimiento personal del propio Sánchez. Esto es lo fundamental: España no tiene política exterior ni interior. Eso es lo mejor que puedo decir de este despótico Gobierno que ha destruido por completo los fundamentos de la Nación y está dejando al Estado en ruina. Y lo peor, sí, lo peor que podríamos decir de la política exterior de Sánchez, lo extraigo de los comentarios de las barras de los bares de España: Sánchez está al servicio de China-Rusia-Irán y Venezuela. Sánchez es la marioneta de Rodríguez Zapatero, el caballo de Troya, en el seno de la OTAN. ¿Quién se atrevería a quitarle la razón a Donald Trump, cuando reitera: España es un problema?
