
A la información política de hoy le pasa lo que a la deportiva de siempre, que el lenguaje se queda corto y el periodista cae con facilidad en la cursilería. Tras el debate de este miércoles, se ha dicho que los socios del Gobierno han atado su destino al de Sánchez. No es verdad. Si alguno está atando su destino al de alguien no son los independentistas al de los socialistas, sino el PSOE al de su secretario general. Han sido tantas las claudicaciones, tantas las deserciones y tantos los principios pisoteados que será muy difícil que el electorado vuelva a creer en los socialistas como valladar contra el impulso disolvente de los nacionalistas.
Dicho de otra manera: los socialistas ya sólo pueden imponer su agenda permitiendo que España se disuelva. Y, en vez de renunciar por el momento a ella, han decidido, bajo la dirección de Sánchez, ponerse del lado de quienes quieren acabar con España. En estas circunstancias, el PP no tiene otra manera de evitar la disolución que aliarse con todo lo que esté a la derecha del PSOE y no sea independentista. Feijóo puede, y tal vez deba, dejar en pie un puente que poder cruzar en su momento hacia Junts, pero no tendrá nada constitucional que ofrecerles porque ya se lo habrá dado todo el PSOE. ¿Qué les quedará por pactar? ¿El referéndum? De modo que los nacionalistas, incluso los de derechas, ya no son aliados eventuales de nadie, sino socios estructurales del PSOE.
Este viaje que ha emprendido el PSOE con Sánchez, ¿es de ida y vuelta? Probablemente es sólo de ida, al menos a medio plazo. Y si es así, ¿estarán mientras tanto los izquierdistas que quieran preservar la igualdad de todos los españoles ante la ley, aspiren a evitar todo privilegio, abominen de la existencia de ciudadanos de primera y de segunda dispuestos a votar a la derecha? Algunos sí, pero muchos de ellos preferirán siempre que gobiernen los socialistas y suban las pensiones y el Salario Mínimo Interprofesional aunque para hacerlo haya que pactar con el diablo. La cuestión es si serán bastantes para, con el apoyo de hasta el último diputado etarra, sumar los escaños suficientes para seguir gobernando.
Cabe que el socialista que suceda a Sánchez dé un volantazo y aparte al PSOE de la ruta que le marcan golpistas y filoetarras. Pero, ¿quién le creerá cuando diga que no cederá a los chantajes nacionalistas y que no dará a catalanes y vascos los privilegios que en ese momento estén exigiendo sus representantes independentistas? La travesía del desierto que vislumbrará será tan larga que lo más probable es que prefiera conservar la alianza. Así pues es el PSOE el que por el momento ha atado su destino al de Sánchez. Esperemos que el de los demás no esté a su vez atado al del PSOE.
