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El sueño de Sánchez es la pesadilla de España

Si España está viviendo un sueño dorado bajo su mandato ¿Por qué no pone fin a la agonía en que se ha convertido esta legislatura para que los españoles se lo agradezcan en las urnas?

El presidente del Gobierno compareció ayer públicamente para hacer balance del curso político y dar a conocer los datos que demostrarían la brillante gestión del Ejecutivo. A lo largo de su exposición, Sánchez enumeró en tono triunfal las cifras positivas, manipuló las negativas y pasó de largo por los datos que reflejan la situación preocupante de nuestra economía en algunos aspectos esenciales como el endeudamiento público, las cifras reales de paro o el estancamiento del poder adquisitivo de los españoles, por citar tres de los más preocupantes.

El optimismo de Sánchez sobre su desempeño al frente del Gobierno es tan entusiasta que los ejemplos de la "moto" o el "cohete económico" para referirse al momento que vive España se le quedan cortos y ya habla, directamente, del "sueño español". Para Sánchez, el responsable de ese sueño dorado que vive nuestro país es, al menos en parte, "el Gobierno progresista" que él preside, todo un alarde ayuno de autocrítica como cabría esperar de una rendición de cuentas sincera.

El presidente pasó de largo por la asfixia económica a la que su Gobierno tiene sometido al tejido productivo, con un aumento constante de la presión fiscal y la implantación de nuevos impuestos como el de los envases de plástico, la Tasa Tobin, la Tasa Google o los hachazos fiscales "extraordinarios" a banca y eléctricas. A todo ello hay que sumar la no deflactación del IRPF, que supone una subida impositiva por la puerta de atrás a las rentas de todos los trabajadores.

Bajo el Gobierno socialcomunista, España ha incrementado su endeudamiento público hasta alcanzar niveles desconocidos incluso durante la recesión económica de 2007. De hecho, desde que llegó al poder, Sánchez ha aumentado en 200.000 millones anuales el gasto del Estado hasta los 723.000 millones actuales. Esto supone que el Gobierno se apropia del 45,4% de toda la riqueza nacional para financiar su deuda astronómica y tapar los agujeros del presupuesto público, diseñado con una vocación expansiva que no se compadece con la realidad de nuestra economía.

La vivienda, otro de los grandes logros del Gobierno si hemos de creer a Sánchez, se ha convertido bajo su mandato en uno de los grandes problemas de los españoles, incapaces de acceder a unos alquileres cada vez más elevados debido a las regulaciones gubernamentales y la inseguridad jurídica apabullante que han de afrontar los arrendadores.

En cuanto al nivel de vida, el mejor indicador sobre el grado de bienestar de la sociedad, Sánchez trató de hacer sus trampas habituales afirmando que ha mejorado un 9% desde que llegó al Gobierno. Sin embargo, la realidad es que los españoles tienen menos poder adquisitivo que en 2008 si se prescinde del maquillaje de las pensiones o el aumento constante de perceptores de ayudas públicas como el Ingreso Mínimo Vital.

Sánchez pretende compensar el albañal en el que ha convertido la política española con los supuestos éxitos económicos de su Gobierno, ofreciendo una catarata de cifras y datos con escaso respaldo en la realidad. Pero es que si España estuviera viviendo realmente un sueño dorado bajo su mandato ¿Por qué no pone fin a la agonía en que se ha convertido esta legislatura adelantando las elecciones, para que los españoles le agradezcan en las urnas lo que viene haciendo por ellos desde que llegó al poder?

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