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España en fase de preemergencia: los incendios vuelven a desnudar la falta de gestión forestal del Gobierno

España activa la fase 1 del PLEGEM por más de 15 incendios en seis comunidades, un problema agravado por el abandono del monte y no por el cambio climático.

España activa la fase 1 del PLEGEM por más de 15 incendios en seis comunidades, un problema agravado por el abandono del monte y no por el cambio climático.
Declarado el estado de emergencia en Los Ángeles por incendios sin control. | EFE

El Departamento de Seguridad Nacional (DSN) ha declarado este 12 de agosto la fase de preemergencia del Plan Estatal General de Emergencias (PLEGEM), en su situación operativa 1, ante una jornada en la que León, Madrid, Toledo y Cádiz se han sumado a la lista de provincias con incendios activos.

La fase de preemergencia es el nivel previo a la declaración de emergencia y se activa cuando la evolución de un incidente puede exigir la coordinación de medios estatales para apoyar a las comunidades autónomas.

El parte oficial señala que más de 50 medios aéreos estatales trabajan junto a dispositivos locales y autonómicos en la extinción de más de 15 incendios en seis comunidades autónomas.

La Unidad Militar de Emergencias (UME) combate las llamas en Ourense, León, Zamora, Toledo, Madrid, Ávila y Cádiz. En las últimas horas se han desalojado más de 2.000 personas en la Sierra de la Plata (Cádiz), casi 4.000 en León y Zamora, además de confinamientos y evacuaciones en Galicia, Toledo y Madrid.

Un verano más, pero con los mismos errores

Las cifras del Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) evidencian un patrón que desmonta uno de los argumentos más repetidos por los medios: que el cambio climático sea la causa principal de los incendios.

Según la Estadística General de Incendios Forestales, el 80,77 % de los siniestros tienen origen humano, bien por negligencias (28,07 %) o por intencionalidad (52,70 %). Solo el 4,92 % se deben a rayos, la única causa natural. Más preocupante aún es que en apenas un 17 % de los casos se logra identificar al autor, lo que impide sancionar o procesar a la mayoría de los responsables.

Políticas que han abandonado el monte

El Doctor Antonio Pulido, ingeniero técnico forestal, ingeniero de montes y doctor en Diversidad Biológica y Medio Ambiente, lo resume sin rodeos: "No hay gestión forestal". Con casi cuatro décadas dedicadas a la conservación y gestión de espacios naturales, este experto advierte que, uno de los factores determinantes es la desvinculación de las políticas sociales y económicas del medio rural: "Las políticas sociales se han desvinculado del monte. Antes, la política social de desempleo se invertía en trabajos forestales. Ahora no: se destina a otros empleos o incluso se subsidia sin hacer nada".

Además, denuncia que el mercado de la madera y del matorral ha colapsado y que la biomasa, en lugar de ser una solución energética, se está penalizando por el "alarmismo del CO₂".

La biomasa, utilizada durante siglos como combustible para calefacción, hornos o producción de cal, es una fuente de energía renovable con un papel doblemente estratégico: reduce la carga de combustible vegetal en los montes y aporta un recurso energético local y sostenible. Sin embargo, su aprovechamiento ha sido limitado por políticas climáticas que la penalizan por sus emisiones de CO₂, dentro de una corriente que el Dr. Pulido califica de "carbonofobia".

Estas decisiones políticas se sustentan en modelos climáticos cuyas proyecciones están siendo cuestionadas y revisadas por su escasa fiabilidad a la hora de proyectar tendencias reales. A pesar de ello, se siguen aplicando medidas restrictivas que demonizan incluso prácticas beneficiosas para la gestión forestal.

El resultado es una paradoja: al impedir el uso racional de la biomasa, se favorece la acumulación de material combustible en el monte y se incrementa el riesgo de incendios como los que hoy arrasan varias regiones de España.

Apagar es más caro que prevenir

El Doctor Pulido subraya la desproporción entre el gasto en extinción y en prevención: "Una hora de helicóptero cuesta 4.000 euros. Con ese dinero puedes pagar 40 jornadas de trabajo forestal para prevenir un incendio. Pero aquí preferimos gastar cuando el monte ya está ardiendo".

La estadística le da la razón: los incendios intencionados e imprudentes representan el 87,35% de la superficie forestal afectada en la última década, y la tendencia de fuegos provocados ha aumentado especialmente en el noroeste peninsular.

El mito de la "sexta generación"

Frente a discursos políticos que hablan de "incendios de sexta generación" y los atribuyen al cambio climático, Pulido es tajante:

"No hay más que una generación de incendios, y es la chispa que provoca la ignición. Lo que hay que distinguir es entre montes poblados o despoblados y la carga total de combustible acumulada".

Esa acumulación es fruto del abandono del monte y de la inexistencia de una política de manejo de combustible vegetal, ya sea por aprovechamientos forestales, pastoreo o quemas controladas.

"Nivel de inversión y de intervención. Es la clave"

El debate, según el Doctor Pulido, debe centrarse en el nivel de inversión y en la capacidad de intervención. Durante décadas, el aprovechamiento forestal generó empleo, activó la economía rural y mantuvo los montes en equilibrio. Hoy, sin esa actividad, la vegetación se acumula, aumenta la carga de combustible y el riesgo de incendios se dispara.

Recuperar la inversión en prevención, vinculándola a políticas de empleo y al manejo sostenible de la biomasa, permitiría reducir el riesgo y revitalizar las zonas rurales. Asumir esta realidad y dejar de utilizar el cambio climático como excusa es clave para afrontar la verdadera raíz del problema: la falta de gestión forestal efectiva.

Debemos volver al monte

Mientras se multiplican los focos y se movilizan medios millonarios para sofocar las llamas, la lección de este verano es la misma que la de décadas anteriores: sin gestión forestal, el fuego siempre ganará.

La estadística confirma que la mayoría de los incendios son provocados o fruto de negligencias humanas, y la experiencia de expertos como el Doctor Pulido demuestra que invertir en el monte antes de que arda es más barato, más eficaz y más sostenible que seguir improvisando cada agosto.

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