Sánchez y Abascal opositan a María Pombo
Lo que Sánchez vende como "genocidio en Gaza" y los menas han opacado el intento del PP de cercar al Gobierno con la corrupción socialista.
Esprintan sobre un suelo embadurnado con Fairy y minado con cáscaras de plátano aquellos ilusos que consideren que Pedro Sánchez es un cadáver político y que, inevitablemente, Alberto Núñez Feijóo dormirá en La Moncloa durante la próxima legislatura. He visto por vez primera en casi tres meses al presidente del Gobierno sin una pantalla de por medio y su demacración física impacta: parece como recién salido del sanatorio de tuberculosos de La montaña mágica, Marilyn Monroe tenía más hombros, la piel de su cara posee el aspecto de un edredón arrugado. Su esposa, Begoña Gómez, "la que llevaba las cuentas" en la sauna de papá Sabiniano, según el periodista Paco de Narváez, declara ante el juez Peinado, que amenaza con peritonitis, por un presunto delito de malversación, el quinto en la cuenta, cosa que machaca al "hombre enamorado" que es el líder del Ejecutivo, y sin embargo…
En la primera sesión de control del curso se ha jugado donde Sánchez y Abascal han querido: lo que el socialista vende como "genocidio en Gaza" y los menas han opacado el intento del PP, voluntarioso, pero insuficiente, de cercar al Gobierno con la corrupción que emana y/o orbita en torno a su macho alfa, su mesnada y su partido. El presidente es consciente del, como apunta el compañero Carmelo Jordá, "momento de profundo y radical antisemitismo que estamos viviendo en España"; por su parte, el de Vox sabe que el de la inmigración ilegal es un debate troncal no ya en territorio patrio, sino en Occidente, y su persistencia está dando, cuando menos, frutos demoscópicos: el 1 de septiembre, Sigma Dos le daba 48 diputados; la última macroencuesta electoral elaborada en exclusiva por Demoscopia y Servicios para Libertad Digital y esRadio, 56. Ambos han agitado sendas banderas, ambos han colocado su discurso con eficacia y contundencia y ambos, en plan María Pombo –no sé si con las mismas lecturas–, han ejercido de creadores de contenido para todos esos programas en los que sale Sarah Santaolalla, en los que se vende y se chorrea por un armagedón entre la progresía y la ultraderecha. A Cintora y a Javier Ruiz les han hecho lo que queda de semana.
El caso es que Feijóo, como es habitual, estuvo correcto. Quizá pecó de casadista en el sentido de que, en sus dos intervenciones, se refirió a –tomen aire–: 1) el respaldo al fiscal general del Estado, García Ortiz, monaguillo de Delgado de Garzón; 2) la reunión de Ábalos con Delcy en Barajas; 3) la declaración de Begoña; 4) la inexistencia de PGE; 5) los okupas; 6) el quilombo ferroviario de Óscar Puente, y 7) que, en Exteriores, España carezca de "aliados decentes". El presidente del PP dejó lo mejor para el final: "Sólo le mueve el miedo. El miedo a los jueces por lo que saben; a los medios, por lo que publiquen; a los socios, por que le dejen caer; a la gente, en las urnas. Quizás, también, el miedo a que, alguna vez, usted mismo acabe en un juzgado". Esta última frase, ay, no se le oyó porque ya había consumido su tiempo. Sánchez, en su réplica, hurgó sin brillo en el "plantón institucional a jueces, fiscales y al jefe del Estado" y en la utilización de "una conversación privada y falsa –la que aireó el pepero con el Rey en El programa de Ana Rosa– intentando excusar lo inexcusable". Adivinen con qué finalizó: "Lo que está pasando en Gaza es un genocidio. Repita conmigo, señoría: 'Es un genocidio'". Sus fieles se dejaron las zarpas aplaudiendo.
Santiago Abascal: "¿Cuánto dinero de los españoles se funde usted en promover la inmigración ilegal?". El líder de Vox denunció "la inseguridad y el miedo" con los que el Gobierno ha "condenado a las mujeres", y recitó la lista de violaciones, palizas y asesinatos cometidos por menas, magrebíes y peruanos, entre otros. "Es usted un corrupto, un traidor y un indecente", remató satisfecho. Sánchez, también en su salsa, invocó la "subvención de un banco húngaro, de siete millones de euros, a la cual usted no ha hecho ningún asco". "Ustedes lo que quieren es pobreza. O ser prósperos y, por tanto, abiertos, o ser pobres y, por tanto, cerrados", concluyó.
Por lo demás, Gabriel Rufián fue una gaseosa sin gas y Sánchez le arreó un mandoble inesperado: "Si fuera por usted, hoy no tendríamos una reforma laboral, porque ustedes, entre cero y cien, prefieren quedarse en el cero". Aquí hay tomate. Ester Muñoz, Juan Bravo, Cayetana Álvarez de Toledo o Miguel Tellado pronunciaron el nombre de la "presidenta" (Patxi López dixit) Begoña para hacer pupa. El secretario general de los populares firmó la mejor intervención de la jornada. El consulillo Albares venía de soltarle a un Floriano caoba: "Tiene suerte de ser aforado, porque si no, habría que denunciar la mentira y la calumnia que acaba de hacer –sobre el español asesinado en Jerusalén–. El gallego remataba a puerta vacía: "El que tiene suerte de ser aforado es un tal Pedro Sánchez". El trinitario Bolaños, perdonavidas, le daba la "oportunidad" de retirar la idiotez sobredimensionada esa de la "fosa". Y Tellado, que la esperaba: "¡Han cantado Franco, el comodín! Cuando están apurados y el problema hoy es Begoña Gómez, ¡tienen que sacar a Franco!". A modo de lacito, añadía: "El que sabe de fosas es el señor Otegi, el que hizo presidente a Sánchez y a usted, ministro. ¿Les ha felicitado hoy alguna organización terrorista? Para ustedes, el día no es completo sin el aplauso de algún criminal. Puede ser Otegi, puede ser Hamás. Es la vergüenza del Gobierno del que usted forma parte". A ver quién le contradice.
Cayetana Álvarez de Toledo: "¿Le sobra matonismo y le faltan pruebas? Lawfare, ¿pero sólo la puntita? ¿Está negociando la reforma de la justicia con un prófugo? ¿Piensa trocear el poder judicial?". La portavoz adjunta del Grupo Popular echó sal sobre la herida begoñil con un guiño puigdemontonero: "A este paso no será el presidente quien dude si hacerse una foto con el prófugo, será el prófugo quien no quiera hacerse una foto con el presidente". Bolaños, desquiciado, la tildó de "difamadora" y "embustera" por, entre otras cosas, "propagar el bulo del 11-M". Pidió la palabra la portavoz Muñoz, la delegada del PSOE en la presidencia del Congreso, Francina Armengol, pasó de ella, y Pepa Millán, en su turno de palabra, le preguntó si "va a borrar los insultos del ministro o hay escalas en la preferencia del respeto". Como si no estuviera clara la respuesta.
Lo más popular
-
Muere Alfonso Ussía -
El castigo del Gobierno a los que se pasaron a Verifactu -
Vídeo: Así fue la mítica entrevista a Alfonso Ussía en 'Es la Mañana de Federico' -
Federico Jiménez Losantos: 'Alfonso Ussía, genio y melancolía' -
La ruta gastronómica de la trama Koldo: del restaurante Jai Alai a La Tragantia pasando por La Chalana