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Enrique Navarro

¿Vamos a ir a la Guerra Mundial por 19 drones?

Debemos estar preparados para ayudar a Ucrania, para defender a Europa de una agresión o para actuar de forma preventiva antes de que sea tarde.

Una columna de vehículos militares rusos cerca del pueblo de Oktyabrsky, región de Belgorod, cerca de la frontera entre Rusia y Ucrania.Tanques militares de Turquia en la frontera con Siria. | Cordon Press

Lo más preocupante de la invasión del espacio aéreo polaco de diecinueve drones rusos es que no llegaron a propósito. Rusia no necesita lanzar unos avioncitos para probar las defensa aéreas de Polonia, para eso debería lanzar muchos misiles Iskander; ni tampoco pretende poner a prueba a la OTAN ni al presidente Trump para iniciar una guerra mundial. Cualquiera de estos supuestos tendría una razón, obedecería a una estrategia, y a Rusia no le interesa lo más mínimo ahora alterar el statu quo actual. Lo grave es que llegaron por error. Cruzaron toda Ucrania sin llegar a ningún objetivo concreto y entraron en Polonia como Pieter por su casa.

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Todo parece indicar que se trata de drones tipos Shahed, los únicos que tienen un alcance superior a los mil kilómetros. En una plataforma con una envergadura de 2,5 metros y pesa unos 200 kilogramos volando a 180 kilómetros por hora. Es decir, como objetivo, si un sistema de defensa aérea está en alerta, como es el caso actual en Europa, es fácilmente detectable y asequible su destrucción. A distancias tan largas, el dron actúa con sistemas de navegación global, señales que son frecuentemente interferidas en territorio ucraniano por la guerra. Teóricamente, podrían dotarse de un sistema de guía inercial para mantener el rumbo hacia unas coordenadas específicas. El problema es que este sistema falló y la intercepción de la señal de posicionamiento ha podido provocar una catástrofe, si no hubiera resultado, como en este caso, tan burdo.

En la guerra actual con tantos datos volando por el aire, con tantas interferencias de señales, con tantos sistemas de naturaleza variada moviéndose a velocidades muy altas, un error mayúsculo es muy probable. Es decir un misil o un dron kamikaze podría tranquilamente acabar en una base polaca o en una ciudad eslovaca, y entonces las explicaciones quizás no fueran suficientes.

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La pequeña y fragmentada Europa solo ha tenido un imperio vecino que la haya estado amenazando, y ese es Rusia. Tuvimos a los turcos unos cuatrocientos años, pero los derrotamos. Lo mismo debería pasar con Rusia.El imperio ruso nacido de un pequeño corpúsculo cerca de Moscú alcanzó el mar Negro, el Báltico, llegó a Berlín y a Norteamérica. La razón por la que no llegó a Lisboa, es por la enorme superioridad militar europea sobre Rusia durante siglos. Nuestra debilidad ha sido siempre la fragmentación. Napoleón sabía que su supervivencia como imperio dependía de la caía de Rusia e igual Hitler era consciente de que le sería imposible sobrevivir con un imperio vecino tan grande y tan rival. La amenaza nuclear y la presencia norteamericana fueron suficientes para que la URSS adoptara una estrategia diferente de menor confrontación directa y de expansión de su modelo político por el Tercer Mundo, buscando debilitar a Europa, desgajándola económicamente de sus viejas colonias. Fue la URSS la que invadió Hungría y Checoslovaquia y dio un golpe de estado en Polonia y pretendió secuestrar a toda la población de Berlín. Putin ha seguido con la misma estrategia comunista con los grupos paramilitares y manejando a su antojo la política de sus estados satélites como Bielorrusia o Azerbaiyán.

Europa debe acabar con el régimen ruso, integrar a Rusia en la Europa Occidental, en la democracia y en el estado de bienestar, estoy convencido que la mayoría de la población rusa se identifica con Europa más que con China o Irán. Mientras que Rusia continúe siendo un régimen amenazador, Europa estará siempre bajo el yugo de gigante ruso. Por eso es tan importante que Europa se rearme y que no ceda al chantaje de Putin. Debemos estar preparados para ayudar a Ucrania, para defender a Europa de una agresión o incluso para actuar de forma preventiva antes de que sea demasiado tarde.

Rusia siempre acaba fracasando. Cuando todo parece que se pone a su favor, la tozuda realidad le da un baño del que tarda en recuperarse. Creyó que se comería a Ucrania en dos semanas y las ganancias han sido mínimas después de tres años. Pensó que Trump se desentendería del conflicto y que Europa agacharía la cabeza, pero tampoco; lanzó una ofensiva de verano en varios puntos del frente y fracasó y ahora solo le quedan los ataques masivos de los cada vez más escasos misiles y de drones cutres que se pierden en su camino. Busca minar la moral ucraniana, y lo que parece que es una olla a presión es la sociedad rusa cansada de sanciones y de ver a sus jóvenes morir en una aventura inexplicable.

Europa ha dado pasos de gigantes en este periodo. Ha triplicado su capacidad de fabricar munición, Alemania se ha embarcado en un programa de rearme que por sí solo tendrá una fuerza muy significativa. No podemos dejar pasar esta oportunidad de tener una superioridad para comenzar a imponer reglas del juego que nos beneficien más, sin miedo. Rusia no va a lanzar un ataque nuclear porque la guerra nuclear no existe, solo el holocausto sin victoria para nadie y Rusia ambiciona poder, no desaparecer, aunque sea por la causa de la madre Rusia.

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