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En memoria de Charlie Kirk

Charlie ha muerto haciendo lo que le gustaba: discutir ideas. Encarnaba una virtud fundamental de nuestra República: la disposición a hablar con libertad y debatir.

Charlie ha muerto haciendo lo que le gustaba: discutir ideas. Encarnaba una virtud fundamental de nuestra República: la disposición a hablar con libertad y debatir.
Charlie Kirk y J. D. Vance en un evento de campaña en Arizona en septiembre de 2024 | Flickr/CC/Gage Skidmore

Hace un tiempo, probablemente en 2017, aparecí en el programa de Fox de Tucker Carlson para hablar de Dios sabe qué. Al terminar, alguien cuyo nombre apenas conocía me envió un mensaje directo en Twitter diciéndome que había hecho un gran trabajo. Era Charlie Kirk, y ese momento de amabilidad dio comienzo a una amistad que duró hasta hoy.

Charlie estaba fascinado por las ideas y siempre dispuesto a aprender y cambiar de opinión. Como yo, en 2016 era escéptico con Donald Trump. Como yo, llegó a ver al presidente Trump como la única figura capaz de alejar la política estadounidense del globalismo que había dominado toda nuestra vida. Cuando eran otros quienes tenían razón, aprendía de ellos. Cuando él tenía razón —como solía ser el caso— era generoso. Con Charlie, la actitud nunca era "te lo dije", sino "bienvenido".

Charlie fue una de las primeras personas a las que llamé cuando pensé en postularme para el Senado a principios de 2021. Aunque yo estaba interesado, pero tenía dudas sobre si había un camino viable para ganar. Hablamos de todo, desde la estrategia hasta la recaudación de fondos y la base del movimiento que él conocía tan bien. Me presentó a algunas de las personas que luego llevarían mi campaña y también a Donald Trump Jr. "Como su padre, es un incomprendido. Es extremadamente inteligente y está muy en sintonía con nosotros". Don aceptó mi llamada porque Charlie se lo pidió.

Mucho antes de que me comprometiera incluso en mi cabeza a postularme, Charlie me invitó a hablar con sus donantes en un evento de TPUSA. Me paseó por la sala y me presentó. Me dio su opinión sincera sobre mis palabras. No tenía ningún motivo para hacerlo, ninguna expectativa de que yo fuera a llegar a alguna parte. En ese momento, las encuestas me daban menos del 5 por ciento. Lo hizo porque éramos amigos y porque era un buen hombre.

Cuando me convertí en candidato a la vicepresidencia —algo que Charlie apoyó tanto en público como en privado—, estuvo allí para mí. Estaba muy contento de ser parte del equipo del presidente, pero, francamente, sorprendido por el impacto que tuvo en nuestra familia. Nuestros hijos, especialmente el mayor, tuvieron dificultades con la atención y la presencia constante de los guardaespaldas. Sentí una profunda sensación de culpa por haber embarcado a mis hijos en esta vida sin su permiso. Charlie estuvo constantemente llamando y enviando mensajes, preguntando por nuestra familia y ofreciendo orientación y oraciones. Algunos de nuestros eventos más exitosos no fueron organizados por la campaña, sino por TPUSA. No solo era un pensador, era un hombre de acción que transformaba grandes ideas en eventos aún más grandes con miles de activistas. Y después de cada evento, me daba un gran abrazo, me decía que estaba rezando por mí y me preguntaba qué podía hacer. "Tú concéntrate en Wisconsin", me decía. "Arizona está asegurado". Y así fue.

Charlie creía genuinamente en Jesucristo y lo amaba. Tenía una fe profunda. Solíamos discutir sobre el catolicismo y el protestantismo, y sobre quién tenía razón en cuestiones doctrinales menores. Porque amaba a Dios, quería entenderlo.

Alguien ha señalado que Charlie ha muerto haciendo lo que le gustaba: discutir ideas. Acudía ante estos públicos hostiles y respondía sus preguntas. Si la mayoría de los asistentes eran de su cuerda y un progresista hacía una pregunta que provocaba abucheos, pedía a sus seguidores que se calmaran y dejaran hablar a todos. Encarnaba una virtud fundamental de nuestra República: la disposición a hablar con libertad y debatir ideas.

Charlie tenía una extraña habilidad para detectar cuándo había que empujar los límites y cuándo ser más convencional. He visto a personas atacarlo durante años por estar equivocado en tal o cual tema, sin darse cuenta de que en privado estaba trabajando para ampliar el espectro del debate aceptable en público.

Era un gran hombre de familia. Hoy estuve hablando con el presidente Trump en la Oficina Oval, y me dijo: "Sé que era muy buen amigo tuyo". Asentí en silencio, y el presidente observó que Charlie realmente amaba a su familia. El presidente tenía razón. Charlie estaba muy orgulloso de Erika y de sus dos hijos. Le hacía tan feliz ser padre. Y sentía una gran gratitud por haber encontrado a una mujer creyente con quien construir una familia.

Charlie Kirk fue un verdadero amigo. El tipo de persona a la que podías contarle algo y saber que siempre se lo guardaría para sí. Estoy en un par de grupos de mensajería con Charlie y otras personas que me presentó a lo largo de los años. Celebramos bodas y nacimientos, nos tomamos el pelo y lloramos la pérdida de seres queridos. Hablamos de política, políticas públicas, deportes y la vida. Estos chats incluyen a personas en los niveles más altos de nuestro gobierno. Confiaban en él, lo querían y sabían que siempre los respaldaría. Y como era un verdadero amigo, podías confiar instintivamente en las personas que Charlie te presentaba. Gran parte del éxito que hemos tenido en esta administración se remonta directamente a la habilidad de Charlie para organizar y convocar. No solo nos ayudó a ganar en 2024, también ayudó a formar nuestro equipo de gobierno.

Estaba en una reunión en el Ala Oeste cuando esos grupos comenzaron a llenarse de mensajes de personas diciéndole a Charlie que estaban rezando por él. Así fue como supe que mi amigo había recibido un disparo. Recé mucho durante la siguiente hora, mientras llegaban primero buenas noticias y luego malas.

Dios no respondió a esas oraciones, y está bien. Tenía otros planes. Y ahora que Charlie está en el cielo, le pediré que hable directamente con el gran hombre en nombre de su familia, sus amigos y el país que tanto amaba.

Tu carrera fue ejemplar, amigo.

Ya nos encargamos nosotros a partir de ahora.

Este obituario es una traducción del publicado por J. D. Vance en su cuenta de X.

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