Lo ocurrido con la Vuelta Ciclista a España no es más que otra aplicación práctica de esta España que nos están dejando comunistas y socialistas tras su paso por el gobierno, que no es ni mucho mejor ni mucho peor que cuando los españoles tuvieron la pésima idea de dejarla en sus manos en el 36, en el 81 o más tarde en 2004.
Hemos llegado a un estado de cosas en el que un grupo, sin duda absolutamente minoritario de compatriotas, creen que están en su derecho de boicotear una carrera ciclista, un concierto, una degustación gastronómica o un entierro, por el mero hecho de que no están de acuerdo con sus protagonistas, o con los seguidores de éstos, o con el nombre del espectáculo, o incluso con el de uno de los equipos que lo protagonizan.
Que sí, que es más que evidente que todo parte de la plasmación de la política de tergiversación y trucaje que practica la izquierda con todo y que ahora ha convertido la legítima defensa de Israel, con más o menos atino, con más o menos proporción, que eso es lo verdaderamente discutible, y su hartazgo bélico tras llevar décadas y siglos en el punto de mira de los países islámicos radicales, en un genocidio. Para estos señores, invadir Israel, violar, matar y secuestrar es algo normal, pero si el agredido se defiende, es un genocida.
Es más que evidente que todos los analfabetos y kaleborrokos que han perturbado e incluso obligado a suspender etapas de la Vuelta Ciclista a España han leído, entre todos, medio libro de historia del Medio Oriente, de relaciones internacionales, del conflicto árabe-israelí o, en general, medio libro; lo cual hace imposible que sean conscientes de que el verdadero genocidio es el que esos países árabes extremos llevan siglos queriendo practicar y en ocasiones practicando con Israel.
Si tienen dudas, podrían darse una vuelta por cualquiera de ellos, por Irán, por Yemen, por Afganistan… y preguntar allí qué es lo que prácticamente cualquiera y desde luego todos sus dirigentes desde hace siglos querrían que ocurriera con el estado judío. Ah, y ya de paso, podrían montar allí una manifestación reivindicando al respeto a los derechos humanos, qué se yo, por ejemplo de las mujeres, o de los homosexuales, o de los propios judíos e incluso de los cristianos.
Pero con ser todo esto dramático, con la tragedia que subyace en el analfabetismo que la izquierda lleva inoculando décadas en este país, como parte fundamental de su estrategia de dominio cultural y manipulación, lo es mucho más ya no sólo el que haya quien piense que sabotear un espectáculo libre, democrático y con todas las salvaguardias institucionales sea algo legítimo.
Y eso aún más grave, aún más intolerable, que nos conduce aún más a situaciones extremas y que ya hemos vivido en este país, no es otra cosa que los 'apoyaores' (como dicen en mi pueblo) de los kaleborrokos. Porque los salvajes que protagonizaron el sabotaje terrorista contra la Vuelta son eso, cuatro kaleborrokos y herederos de éstos, que añoran los años dorados del terrorismo callejero y no callejero en el País Vasco, que siguen campando a sus anchas en dicha comunidad, celebrando homenajes a etarras, amedrentando a quienes no piensan como ellos y a quienes defienden la democracia y llamando 'hombre de paz' a Otegi.
En un país normal, esos terroristas de baja y alta intensidad estarían donde deben estar, cumpliendo condena en una prisión bien alejada de esa tierra a la que convirtieron durante años en algo bastante peor que el Lejano Oeste. Pero, ¿y qué hacemos con los 'apoyaores', con todos ésos que matarían a su madre para defender la miserable e inmoral idea de que, si uno no está de acuerdo con algo, lo que tiene que hacer es usar la violencia para boicotearlo?
Pues la mala noticia es que, entre ese grupo de 'apoyaores' están los personajes que nos gobiernan o al menos una gran cantidad de ellos. Ya se han manifestado en favor de estos disturbios de terrorismo callejero gentes como la ministra de Sanidad, Mónica García 'médico y madre' (me-ma), el ministro socialista de Exteriores, José Manuel Albares; la marquesa de Galapagar y eurodiputada, 'Ireno Montera' y algunos otros más.
Pero es que, además, no hemos escuchado a ni un solo miembro de ese gobierno, empezando por su presidente, Pedro I El Falso – Pedro Chapote, salir en defensa de los derechos de los organizadores de la Vuelta, de los equipos y corredores, de los aficionados que llevan meses y algunos años esperando una etapa de la misma en sus ciudades y del equipo que ha decidido llamarse Israel porque piensa que vivimos en una democracia. ¿Qué piensan de todo esto Margarita Robles, el ministro de Justicia Félix Bolaños o la ministra y candidata a la Junta de Andalucía, María Jesús Montero?
Como diría 'el clásico', pues eso…

