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Olvida los mitos que crea la prensa

Imagínese: unas elecciones españolas para elegir entre los que dicen que en Gaza hay un genocidio y los que dicen que hay masacres.

Imagínese: unas elecciones españolas para elegir entre los que dicen que en Gaza hay un genocidio y los que dicen que hay masacres.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría. EFE/Rodrigo Jiménez | EFE

Una de las frases favoritas de "Todos los hombres del presidente", película que se hizo por el empeño personal de Robert Redford, es la que le dice al periodista Bob Woodward, que encarna Redford, la fuente que en el Post llamaron Garganta Profunda. En la penumbra inquietante del garaje, magistralmente diseñada por Pakula, y en la primera cita que tienen sobre el Watergate, la fuente dice: "Olvida los mitos que han creado los medios sobre la Casa Blanca. La verdad es que no son tipos muy listos y que las cosas se les han ido de las manos".

Es la escena conocida por la indicación de "sigue el dinero" que le da el filtrador al reportero, y la fama de las dos frases tiene su razón de ser en su capacidad para aplicarse universalmente al poder político y a los abusos y escándalos del poder. Para hacer una trilogía, yo las pondría en interacción con otra de la película que le suelta, enfadado, un editor del Post a un Bernstein con exceso de inventiva, antes de que empiece el sarao interesante: "No me importa lo que piensas, me importa lo que sabes".

Los mitos que crea la prensa sobre cualquier Casa Blanca, mismo sobre una casita como la Moncloa, son elaboraciones de los mitos que tejen los encargados de estos asuntos literarios en los Gobiernos. Porque literatura es. Y, con frecuencia, mala. Aunque no por mala deja de tener éxito. O lo tiene por eso. Entre los más exitosos y duraderos, están los mitos que adornaron la presidencia y la figura de Kennedy. Nixon, normal, no pudo hacer nada en su primer intento contra el dios mitológico que ya surgía del cuerpo de John F. El mito del poder y el poder del mito están estrechamente entrelazados, por eso lo de Garganta Profunda es importante.

Olvidemos los mitos que ha creado la prensa sobre Sánchez, que son traslaciones de los que inventa su gente. La verdad es que no son tan listos. No son genios. Ni del mal ni mucho menos del bien, y muchas cosas se escapan de su control. Ahora, por ejemplo, han querido hacer de la guerra en Gaza el tópico político central de la política española. Asistimos a sesiones en las que el presidente del Gobierno conmina al líder de la oposición a decir que Israel comete un genocidio y el líder de la oposición pide a Israel que cese las masacres de civiles. Tenemos así a un parlamento español que disputa airadamente sobre una guerra en la que no estamos, sobre la que hay montañas de desinformación y es parte de un conflicto intratable que se libra desde hace décadas.

Más aún, se barrunta que Sánchez puede anticipar las elecciones para aprovechar el tirón de Gaza. Imagínese: unas elecciones españolas para elegir entre los que dicen que en Gaza hay un genocidio y los que dicen que hay masacres. Para decidir si se expulsa a los israelíes de los deportes y si vamos o no vamos a Eurovisión. ¡Para elegir entre el programa del pogromo y el programa de Netanyahu! Ya puede decir el mito lo que quiera, esto no es una genialidad, es desesperación. Es caos. Y no saber qué hacer. Es falta de control y, sobre todo, de autocontrol. Los medios deberían verlo y bajar a la realidad, pero los mitos les pueden y las disputas sobre lo que no conocen, les encantan. La frase de Garganta Profunda sería, para este punto, más certera así: "olvida los mitos que crea la prensa, especialmente, los que crea sobre sí misma". Incluido, claro, el Watergate.

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