
Iván Espinosa de los Monteros presentó este jueves, en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid –sito, por cierto, junto a la iglesia de San Antón, la del padre Ángel, cuyas inmediaciones hieden terriblemente a ácido úrico–, su nuevo centro de pensamiento de corte liberal-conservador, Atenea, con gran éxito de crítica y de público –las colas, si no a Leganés, llegaban a Villaverde–. Y al menda, que ya calza catorce años en Libertad Digital, se lo tragó un tsunami de déjà vues.
El think tank que preside el exportavoz parlamentario de Vox comparte no pocos genes con plataformas o fundaciones como Libres e Iguales y Villacisneros y, no en vano, sus respectivas líderes, o sea, Cayetana Álvarez de Toledo y María San Gil, acudieron a la presentación del neonato. La música y la letra que propone y defiende Atenea ya las hemos oído antes, son sabidas por muchos. Cinco pilares la sustentan: la igualdad ante la ley, la defensa de la propiedad privada, la libertad individual, la economía de mercado y la defensa de la Nación. Pretenden reformar, debatir e ilusionar. Desde la independencia, exhibiendo su alergia a las subvenciones y a la pela aportada por los partidos. Bien. La orquesta y el público también son conocidos: guerrilleros de la política valientes y orillados como Isabel Bonig y José Ramón Bauzá, el empresario Marcos de Quinto, el cineasta Iñaki Arteta, la abogada Lupe Sánchez, el torero Cayetano Rivera, etcétera. Se echó de menos a los tres tenores de este tipo de saraos: Trapiello, Savater y Boadella.
Sin embargo, Atenea presenta matices propios, y más que interesantes. La mentalidad empresarial, no sólo política, de Espinosa barniza el proyecto: la teoría está clara, pero debe haber resultados. Hay que ir más allá de la manifestación o del pseudomitín quinquenal y, para ello, pondrán en marcha cursos de verano, un club de debate y unos galardones, los Premios Españoles Ejemplares. El jefe del think tank sostiene que el "cese de hostilidades" entre PP y Vox debe ser total y acierta de pleno espantando al fantasma genovés del ya-está-todo-hecho, recordando lo sucedido en las generales del 23: "Si de aquella desgracia no sacamos conclusiones, no es descartable que nos volvamos a encontrar con un resultado parecido". Por lo pronto, ha conseguido que desemboquen en su acto la citada Álvarez de Toledo, Juan Bravo, Javier Ortega Smith, Guillermo Mariscal o Inés Cañizares. El secretario general de los populares, Miguel Tellado, que confirmó su asistencia, hizo pellas finalmente.
Resultados, decía. Espinosa, optimista, considera que España podría convertirse "en uno de los países más competitivos del mundo sin renunciar a nosotros mismos". Ahora bien, sabe que, para llevar a cabo la "apasionante tarea de reconstruir una España libre, democrática y unida" –casi nada–, va a haber que pringar mucho, echarle arrojo y asumir que, si se forma un gobierno de centro-derecha, va a pasar las de Caín. Por ello, ha urgido al futuro nuevo presidente a arrancar su mandato con un decreto que se ventile "todo el andamiaje político e ideológico" del sanchismo y a desarrollar una "agenda reformista claramente decidida y de alcance muy ambicioso". Obras son amores y no buenas razones. Sin eso, no se llega ni a la vuelta de la esquina. Como en julio del 23.
Escuchaba a Espinosa, y a Eugenio Martínez Bravo, y a nuestro Manuel Llamas, que es vocal de la junta directiva, revisando y actualizando un discurso no sé si olvidado, pero sí soterrado, y me acordaba de tantos eventos de un sinfín de plataformas que, al menos, masivamente, no han terminado de calar. Como en la parábola del sembrador, a algunas de estas semillas se las comieron las aves del cielo; otras cayeron sobre piedras y se secaron; otras, en medio de las espinas y las espinas las ahogaron, pero hubo algunas que cayeron en tierra buena. A ver en qué clase de suelo cae la semilla de Atenea.
