Ruleta rusa
Cuando la democracia deja de ser sincera y representativa para degenerar en un perpetuo truco de prestidigitación, en una ruleta rusa, todo puede ocurrir. Incluso lo peor.
Siempre me han sorprendido las tragaderas del cuerpo electoral, por llamarlo de alguna manera, con los incumplimientos de los electos para gobernarlo. Uno de los inconvenientes más resbaladizos del sistema democrático es el ventajismo cortoplacista: el que venga detrás, que arree. Con las consecuencias de lo prometido y no cumplido o, peor, de lo hecho mal a sabiendas.
Pienso en el palo económico al Estado español por el pufo de las renovables, que el actual gobierno se niega a pagar, confiado en que ya se hará cargo el que venga detrás. Pienso en la corrupción, que mágicamente parece quedar suspendida en el aire, flotando en el limbo, tan pronto el político presuntamente corrupto deja el cargo. Por cierto, esa es una de las razones de que los escándalos de corrupción estén perdiendo su fuerza de palanca de saneamiento electoral. Si no se persiguen ciertas cosas hasta el final, si basta con dar un paso al lado para que la gente se "olvide", es lógico que esa misma gente acabe mirando los toros desde la barrera (todos ellos) con marcado escepticismo.
Gastar como si no hubiera un mañana, no precisamente en servicios sociales, para que el que venga detrás se encuentre la caja vacía y tenga que subir los impuestos. Prometer bajarlos sabiendo perfectamente que no se podrá. Presumir de una prosperidad macroeconómica que es un espejismo que disfraza las miserias micro del día a día para muchas familias. Descargar en los propietarios el drama de la vivienda. Contraponer interesadamente a mayores pensionistas con jóvenes mal asalariados, como si los primeros tuvieran la culpa.
Voy a detenerme en este punto porque me parece particularmente perverso. Vamos a ver: ¿bajar las pensiones incrementaría mágicamente los salarios? ¿A que no? Si acaso podría incrementarlos bajar la presión fiscal a las empresas con la excusa de pagar pensiones -cuando luego el dinero público va a otras cosas…- o no subir el SMI con una mano para ponerlo a tributar como una bestia con la otra. Con lo cual se acaba subiendo el sueldo al Estado, no a los trabajadores que lo sostienen con el sudor de su lomo.
Lo mismo con la inmigración irregular: ya vale de ir diciendo que necesitamos "más" mano de obra inmigrante barata y poco cualificada porque "los de aquí" no queremos realizar "ciertos" trabajos, por su dureza y su exigua paga. ¿No sería más lógico buscar la manera de que "ciertos" trabajos de aquí se remuneren mejor? La inmigración que necesitamos es la cualificada, la que sí nos puede ayudar a sostener la demografía y el sistema, en lugar de multiplicar las clases pasivas y acreedoras a ayudas. Y que el dinero que obtienen, mayormente lo mandan a su país de origen. Se puede ser solidario sin hacer el primo.
Es muy descorazonador que mucha gente ni se plantee estas cosas cuando se sienta a rumiar su voto, adjudicado en función de tirones emocionales que apenas resisten un análisis, llámense Gaza, flotilla, o reabrir a estas alturas las heridas sociales y políticas alrededor del derecho al aborto. Nunca había habido tanta, tantísima gente, votando en contra de sus propios intereses, dándose cuenta o no. Cuando la democracia deja de ser sincera y representativa para degenerar en un perpetuo truco de prestidigitación, en una ruleta rusa, todo puede ocurrir. Incluso lo peor. No sería la primera vez.
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