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Terroristas refugiados en Cuba

El caso de Assata Shakur no es un caso aislado. Desde los inicios de la revolución cubana la Isla ha servido de santuario a miles de terroristas de todo el mundo.

El caso de Assata Shakur no es un caso aislado. Desde los inicios de la revolución cubana la Isla ha servido de santuario a miles de terroristas de todo el mundo.
Miguel Díaz-Canel recibe a Nicolás Maduro en el Palacio de la RevoluciónRecibió Miguel Díaz-Canel a su homólogo venezolano, Nicolás Maduro. | Flickr/CC/Cubadebate

Hace unos días el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba emitió un comunicado anunciando la muerte de Assata Shakur. Incapaz de contener su tendencia a legitimar el terrorismo, esa declaración fue toda una autoinculpación, una declaración de culpabilidad en toda regla:

El 25 de septiembre de 2023, la ciudadana estadounidense Joanne Deborah Byron, Assata Shakur, falleció en La Habana, Cuba, como consecuencia de problemas de salud y su avanzada edad.

La dictadura admitía así que durante más de 40 años había acogido, protegido y dado refugio a una terrorista y fugitiva norteamericana.

Assata Shakur no era sólo una ciudadana estadounidense. La fallecida también era miembro de los Black Panthers y una declarada terrorista, implicada en robos a mano armada y el asesinato de un policía de Nueva Jersey por lo que fue condenada a cadena perpetua. Shakur logró escapar de la cárcel y encontró refugio en Cuba, donde vivió durante más de cuatro décadas, convertida en símbolo de lucha armada.

El caso de Assata Shakur no es un caso aislado. Desde los inicios de la revolución cubana la Isla ha servido de santuario a miles de terroristas de todo el mundo. Allí se han formado, entrenado y, sobre todo, escondido de la justicia tras cometer gravísimos atentados.

Por la Isla han transitado macheteros argentinos, tupamaros uruguayos, terroristas palestinos. Ilich Ramírez Sánchez, conocido como Carlos "El Chacal", el terrorista más buscado de la historia recibió entrenamiento en los campos cubanos. Durante décadas el régimen cubano se ha negado a conceder la extradición de miembros de las FARC y del ELN.

En España es bien conocido que decenas de etarras huyeron a la Isla para encontrar refugio seguro. No es cierto que la presencia de etarras en Cuba fuera iniciativa del Gobierno español. Eso se limita a una decena de etarras que llegaron a La Habana a mediados de los ochenta en virtud de un acuerdo de Felipe González y el Gobierno francés. Pero antes y después llegaron a Cuba muchos más. Algunos recibieron entrenamiento militar; otros participaron en operaciones encubiertas dirigidas por los servicios cubanos, como la de la ocultación de un arsenal de armas en Nicaragua para dar soporte a la guerrilla salvadoreña; y muchos simplemente fueron acogidos y escondidos por la dictadura para eludir la justicia española. Etxerat, la asociación de familiares de presos y huidos de ETA, todavía sitúa dos etarras en Cuba.

Cuba nunca colaboró. Siempre se negó a extraditar a los etarras buscados por la justicia española. Pero lo más grave es que mientras hacía eso la Isla se convirtió en el mayor deudor iberoamericano de España. En 2015, mientras la Audiencia Nacional solicitaba la extradición de los etarras José Ángel Urtiaga y José Ignacio Etxarte por su colaboración con la guerrilla colombiana de las FARC, Margallo viajaba a La Habana para anunciar la condonación de casi 1.500 millones de euros de deuda a Cuba.

En Cuba todavía reside el terrorista Guillermo Morales, uno de los principales líderes de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Puerto Rico y el responsable de un atentado terrorista en una taberna en Nueva York que acabó con la vida de cuatro inocentes y dejó cinco decenas de heridos. La dictadura se niega a extraditarle. Y no tardará en convertirle también en un héroe. Eso sí, con la financiación de España y la Unión Europea.

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