Menú

¿Diputado o rebaño?

Y después se quejan de que cada vez haya más jóvenes decepcionados con la política, y aumente el número de los que se decantan por una dictadura.

Y después se quejan de que cada vez haya más jóvenes decepcionados con la política, y aumente el número de los que se decantan por una dictadura.
La bancada del PP aplaude en solitario el premio Nobel de la Paz a Maria Corina Machado durante la sesión del control al ejecutivo celebrada este miércoles. EFE/ Mariscal | EFE

Ver cómo todos los diputados de los partidos en el gobierno se negaron a honrar la memoria de los víctimas judías del 7 de Octubre en el Congreso de los Diputados, o protagonizaran ese mismo seguimiento el miércoles negándose a sumarse al reconocimiento de María Corina Machado como Premio Nobel de la Paz porque era un partido rival quién lo proponía, es desolador. E implica a cada uno de esos Diputados, porque su acta es personal e intransferible. Su acción no se puede justificar por mandato imperativo de su partido ni refugiarse por solidaridad con su grupo parlamentario. Es responsabilidad personal. Fue bochornoso verlos amodorrados en su escaño sin saber adónde mirar, callados como putas y sentados. ¿Pero eso importa hoy en democracia? ¿Son representantes del pueblo, o mercenarios de sus partidos? ¿Vivimos en una democracia, o en una partitocracia?

Nuestra Constitución lo deja claro. Art. 67.2: "Los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo." Artículo 79.3: "El voto de Senadores y Diputados es personal e indelegable." Y el desarrollo de la doctrina constitucional, meridiano: "El mandato representativo es libre, y el representante no está jurídicamente sometido a instrucciones ni puede ser revocado por los electores ni por las organizaciones políticas en cuyas listas fue elegido. La prohibición del mandato imperativo (…) protege la independencia del representante frente a cualquier tipo de coacción o condicionamiento". (Sentencia del Tribunal Constitucional 10/1983, de 21 de febrero (FJ 3º).

Por tanto, el escaño pertenece a la persona elegida, no al partido político ni a sus dirigentes. El diputado representa a toda la nación (art. 66.1 CE), no a su circunscripción ni a su partido.

Esa propiedad indelegable no implica que los partidos no puedan establecer ritos de disciplina interna (por ejemplo, sanciones políticas o expulsión del grupo parlamentario), pero no pueden imponer legalmente el sentido del voto ni obligar al diputado a entregar el acta. A pesar de la evidencia de la propiedad del Acta de Diputado o Senador, a nadie se le escapa que el reglamento disciplinario del partido persigue mantener la cohesión del grupo por las buenas o por las malas. El miedo guarda la viña. Algo muy poco compatible con el espíritu democrático que la Constitución da al estatuto de los representantes de la ciudadanía. En última instancia, si el diputado, en nombre del partido, se queda sentado ante el crimen o se niega a reconocer el Nobel de la Paz a una mujer que se juega la vida por defender la libertad y la democracia, en realidad, está postrándose ante la voluntad de un sátrapa. Porque al final, ese partido, hoy, sólo es la voluntad de una sola persona, Pedro Sánchez. Esa es toda su defensa de la "democracia".

Y después se quejan de que cada vez haya más jóvenes decepcionados con la política, y aumente el número de los que se decantan por una dictadura. No le echen la culpa en esta ocasión a Franco, es nuestra última generación de políticos partitocráticos los responsables de esta deriva. No están al servicio de la nación, sino del partido. Sin distinción de siglas.

Dicen que el asombro es el espíritu que impulsa al filósofo a la reflexión. Permítanme la grosería: a mí, es el asco ante el comportamiento gregario de nuestros políticos lo que me ha llevado a recordar este principio básico de la democracia que ningún partido cumple, ni diputado alguno defiende con dignidad. Y como en esas dos ocasiones arriba mencionadas, sientes asco, un asco instintivo y mucha vergüenza ajena ante personas libres, convertidas por propia voluntad en carne de rebaño.

¿Por qué permitimos este relativismo disolvente? ¿por qué los políticos han devaluado tanto la razón de la política? (la coherencia, la verdad, la justicia, la tolerancia, incluso el respeto a la vergüenza). A propósito de estas reflexiones, leía algunas preocupaciones de Evgeniy Murayev, opositor ucraniano a Zelenski: "la política emocional ha sustituido a la racional, y la percepción se ha vuelto más importante que el hecho". Le sigo el hilo: Los políticos ya no ofrecen soluciones, juegan con los miedos y las esperanzas. Los medios no informan, sino que moldean estados de ánimo. Miles de blogueros y "expertos caseros" generan un ruido informativo que oculta la realidad. El resultado es una crisis de racionalidad, incluso lo evidente pierde sentido si no encaja con el relato deseado. En un espacio donde dominan las emociones, el shock, la ironía y los eslóganes, el cerebro deja de percibir ideas complejas. "Él no se puede confiar en nadie" se convierte en el nuevo dogma. Así se fragmenta y destruye la sociedad, donde cada uno está convencido de su propia verdad, pero nadie busca "la verdad real" (digamos la consensuada. Al menos). La posverdad no solo destruye la confianza, destruye la capacidad del mundo para dialogar y tomar decisiones ponderadas. Cuando la mentira y la verdad se vuelven indistinguibles, cualquier guerra y acción puede ser justificada, cualquier crimen explicado. Cuando cada uno tiene su propia verdad, no es posible llegar a acuerdos, ni puede haber compromiso. Así suele comenzar una escalada que lleva al desastre. Pero no puede haber un mundo sin verdad, y si la humanidad no recupera el respeto por los hechos y el sentido, simplemente no tendrá futuro.

Vale para todo Occidente, pero es pura necesidad para España. O desenmascaramos ya a Pedro Sánchez, o su toxicidad dejará a una generación entera enferma, sin valores a los que acogerse para sobrevivir al caos.

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal