Funeral
En el relato mediático sanchista, los 237 muertos o más de la gota fría pesan menos que los 37 minutos de Mazón desaparecido.
Los funerales laicos son como los bautismos civiles, esas ceremonias de bienvenida a la comunidad del recién nacido presididas por un alcalde vegano y republicano, un patético intento de suplantación de los tramoyistas de Dios en la organización de los ritos espirituales, una copia vulgar y sin sustancia. La misma música, ninguna emoción. La prueba más evidente de ello ha sido el disfraz de exorcista de la conductora del homenaje a las víctimas de la gota fría, la periodista de RTVE Lara Siscar. Blusa negra con lazo blanco. La Conferencia Episcopal podría demandarla por apropiación cultural.
De la retransmisión televisiva del acto se infiere que todo ha salido como estaba previsto por el Gobierno de Pedro Sánchez. Gritos al principio y al final contra Carlos Mazón y la omnipresencia de esa colección disparatada de banderas autonómicas ordenadas por la fecha de aprobación de los estatutos, el retablo horrendo de una España descuartizada.
La tragedia de la gota fría contiene todos los elementos de la crisis nacional, esa dramática falta de recursos, la inextricable maraña competencial, la disolución de responsabilidades en el caos burocrático, ese abuso esperpéntico de las siglas de centros de emergencia, coordinación y cooperación intergubernamentales, "cecopis" y "celeches" que desvelan la impotencia del Estado y el hecho indiscutible de que nadie se considera responsable de nada. Los incendios del verano mostraron el mismo panorama, con la excepción, eso sí, de que el Gobierno no bloqueó la actuación de la Unidad Militar de Emergencias (UME) como ocurriera en Valencia.
En el relato mediático sanchista, los 237 muertos o más de la gota fría pesan menos que los 37 minutos de Mazón desaparecido, ese lapso del que no hay registro del presidente valenciano. Solo por eso la izquierda le considera culpable de todas las muertes. Su superioridad propagandística es aplastante. Mucho Ventorro y nada que decir sobre los ministerios de Defensa e Interior, sobre ese Gobierno que contempló con pavorosa pasividad la tragedia. Nada que decir sobre las ayudas que no llegan, sobre las trabas administrativas, sobre el abandono y el olvido. Nada que objetar sobre el ecologismo que mata.
Ni siquiera llama a escándalo que dirigentes del PSOE, Sumar, Podemos, Compromís y demás organizaciones de la izquierda hayan censurado junto a sus tertulianos de cabecera la supuesta falta de vergüenza y humanidad de Carlos Mazón por asistir al "funeral" de las víctimas de la gota fría, un acto que ha estado a la altura de la respuesta dada en su momento a la catástrofe. Más que un funeral laico, un funeral político contra Mazón, contra el PP. El sanchismo no pierde ocasión de ampliar la fractura porque solo puede gobernar sobre una sociedad rota.
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