
Nuestros progresistas están felices porque el triunfador de las elecciones a la alcaldía de Nueva York representa lo opuesto a Donald Trump. Pero lo que representa Zhoran Mamdani es la causa de que los norteamericanos hayan elegido a Trump dos veces. El nuevo alcalde encarna aquello en que se ha convertido la izquierda occidental, aunque no deberíamos ubicarla ahí, en vista de su indignado rechazo de la tradición occidental, incluida la suya. El nuevo alcalde reúne los rasgos adecuados para la izquierda que reniega de ese legado. Es el producto más a la moda que se han podido inventar las élites progresistas de Nueva York y es, por eso mismo, un artefacto para deconstruirla. En la ciudad del mundo más liberal y provocadora, celebran el triunfo de su candidato, mujeres cubiertas con el velo islámico.
El candidato de las mujeres veladas ha estado a favor de quitarle financiación a la policía en una ciudad donde la delincuencia no deja de crecer. Ha acusado al cuerpo policial de racismo, de discriminar a los queer y de ser un peligro para la seguridad, denuncias que después matizaría porque no puedes hacer campaña como un auténtico podemita loco. La masacre de Hamás contra civiles israelíes el 7 de octubre no la condenó de entrada y la "globalización de la intifada" le parece un lema pacífico, pero todo esto más lo anterior, más las mujeres con hiyab, no choca, sino que cuadra perfectamente con ser de los Socialistas Democráticos, junto a Bernie y Ocasio-Cortez, por ejemplo. Socialistas que están por la abolición del capitalismo, las fronteras abiertas, la concesión del voto a no ciudadanos y la reducción del ejército. Un programa para acabar con Nueva York, por lo menos.
Cómo se puede estar a favor de las mujeres con velo y de los hombres de esas mujeres, al mismo tiempo que defiendes la agenda LGTBIQ+ no es un rompecabezas: es la izquierda actual. Aquellos que pregonan que Mamdani es, ante todo, un socialista y que se le ha votado por eso y no por musulmán, ignoran que hay coincidencia, no contradicción. La hay en una izquierda fascinada por la identidad, recelosa de la nación y la igualdad, y en abierta beligerancia contra lo que huela a occidental. Que la figura en ascenso en el partido Demócrata americano sea alguien como Mamdani refleja que la simpatía de la izquierda por el Islam, que se hizo visible tras los atentados del 11-S, ha evolucionado hacia una conversión. Es, en cierto modo, el adiós al "melting pot". Prevalece la identidad, como el ser musulmán, sobre el antiguo orgullo de diluirla en el ser norteamericano.
El ascenso de un Mamdani, contra lo que creen los felices, no representa una amenaza para Trump. Al contrario. Es la garantía de que Trump o alguien como Trump volverá a ganar en unos EEUU que no son Nueva York, ni en lo demográfico ni en lo cultural. Más aún cuando le han votado poco más de un millón de neoyorquinos en una ciudad con una población de ocho millones. Pero la izquierda está exultante. Al fin, en la meca de Occidente impera lo antioccidental.
