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Un alcalde cristiano en Teherán o los tontolerantes

Tomemos como ejemplo la ciudad de Teherán, la capital del régimen musulmán chiita de los ayatolás. ¿Podría un cristiano, un católico, ser alcalde de la capital de Irán? Imposible.

Tomemos como ejemplo la ciudad de Teherán, la capital del régimen musulmán chiita de los ayatolás. ¿Podría un cristiano, un católico, ser alcalde de la capital de Irán? Imposible.
El alcalde de Nueva Yokr, Zohran Mamdani, saluda a una mujer con velo islámico. | Europa Press

Un alcalde cristiano en Teherán o los tontolerantes

No digo ni siquiera alcalde de izquierdas o derechas, del color político al uso que sea porque lo verdaderamente importante en tal caso no será confesar ser un admirador de Lenin, un seguidor de Hayek o de Friedman, ni siquiera un devoto de Bernstein o de Galbraith. Lo realmente decisivo es ser cristiano. ¿Puede ser un cristiano - católico, anglicano, evangélico o de cualquier otra rama protestante -, lograr ser un "shahrdar" (en persa: شهردار) – lo he sabido por la IA -, esto es, alcalde de Teherán?

Dice mi admirado Pepe García Domínguez que, en realidad, el nuevo alcalde de Nueva York no es un león tan fiero como lo pintan, o tal vez fiero, sí, pero según para qué presas, porque, entre ellas, seguro que no está el imperio de George Soros, con cuyo hijo y heredero aparece en fotos varias. Sí, sí. Las he visto.

"Abrazo fraternal" es el pie que les pone nuestro compañero de columnata. O sea, deduce, que Soros, hijo, con el que cariñosea, y padre, dueños de fondos que son capaces de destrozar una moneda, un sector o una nación, no tienen nada que temer de este que algunos consideran peligroso izquierdista y musulmán poco moderado. Ropaje, máscara, disfraz de una nueva oligarquía.

Pero dejemos de lado la cuestión de su opción por algunos capitalistas frente a otros – eso de la competencia nunca fue muy bien entendido por los poderosos del dinero y la especulación-, y centrémonos en su identidad religiosa. Zohram Mamdani es musulmán, islamista, seguidor del profeta Mahoma, a saber, de qué sensibilidad, y seguidor de sus suras coránicas en la ciudad de Nueva York, ciudad cuyos votantes, bien pocos, en las elecciones municipales, le han hecho alcalde por mayoría legalmente suficiente.

Digo esto porque la ciudad de Nueva York tiene sobre 8,5 millones de habitantes censados. Se trata de la ciudad, ciudad, claro, sin contar cercanías y proximidades. De ellos, el censo electoral era. a comienzos de este año, de poco más de 5 millones de electores. De ese censo, sólo ha votado un 40 por ciento, esto es, escasamente por encima de dos millones de neoyorquinos.

De los que han depositado su voto, sólo han elegido la papeleta de Mamdani la mitad, 1,.016.398. Dicho de otro modo, más sencillo, sólo uno de cada cuatro electores ha votado a este alcalde que, sin embargo, va a dirigir la ciudad y a sus 8,5 millones de ciudadanos. ¿Y cuántos musulmanes se cree que hay viviendo allí? Apenas un 9 por ciento, que son alrededor de 800.000.

Independientemente de la calidad y la cantidad de esta devaluada democracia vigente en Estados Unidos, lo cierto es que Zohram Mamdani, del ala más a la izquierda del sector demócrata del ya envejecido izquierdista Bernie Sanders es por encima de todo, si se atiene uno al centro de gravedad de su creencia, musulmán y defensor del Islam.

Y sí, cierto,una persona de tal perfil ha logrado ser candidato del Partido Demócrata en la Ciudad de la Estatua de la Libertad y ha conseguido ser elegido alcalde en el sistema político de una nación cuya Declaración de Independencia menciona al Dios de los cristianos en significativas ocasiones y gracias a lo cual, no se olvide, su Constitución ampara la libertad religiosa.

Independientemente de las declaraciones de este señor, que las hemerotecas, fonotecas y videotecas en toda las redes van recuperando inmisericordemente desvelando lo absurdas, fanáticas, estúpidas o sectarias que bastantes de ellas son, lo cierto es que, siendo lo que es, cómo es y lo que dice, puede ser alcalde de Nueva York.

Tomemos como ejemplo la ciudad de Teherán, la capital del régimen musulmán chiita de los ayatolás. ¿Podría un cristiano, un católico, ser alcalde de la capital de Irán? Imposible. No sólo porque un infiel jamás podría formar parte de la dirección de nada público o privado en un país de confesión política musulmana, sino porque, además, la manera de elegir lo hace imposible.

El alcalde de Teherán no es elegido por voto directo de los ciudadanos, sino que es designado por los miembros del Consejo de la Ciudad de entre los candidatos que ellos mismos seleccionan. Pero este consejo es islámico, porque Religión y Estado no están separados. Y aunque elija a un candidato estupendo, su elección debe ser ratificada por el Ministerio del Interior[i] tras exhibir lealtad a la religión oficial y a la República Islámica.

Esto es, mucho debería reformarse el Islam y su creencias básicas para que un día un cristiano o católico pudiera ser nombrado alcalde de Teherán. Sin embargo, un musulmán, sunita, chiita o de otras ramas minoritarias, sí puede ser elegido en las democracias occidentales de manera legal y sin más requisitos que los establecidos en las Constituciones de cada Nación.

Por eso, hay que hablar de los tontolerantes. Resumiendo, un tontolerante es alguien que no ha comprendido que la esencia de la tolerancia democrática conlleva racionalidad, aversión al daño ajeno y reciprocidad.

La tolerancia no es indiferente a la razón, ni oportunista o relativista. Tampoco consiente que se haga daño a los demás o nosotros mismos, o se maltraten sus derechos y deberes reconocidos. Y, finalmente, la tolerancia exige reciprocidad. Tolerar es, también, pues, ser tolerados. Lo he adaptado de un teórico de la democracia como Giovanni Sartori.

Nuestros tontolerantes "democráticos", unos por bobería solemne y otros por cálculo político, infringen todas estas indicaciones del sentido común básico de la civilización occidental y ni se cuestionan exigir racionalidad, no violencia y reciprocidad a toda persona que viene a vivir en sus territorios y pretende convivir, no sólo coexistir, en ellos.

Por eso, puede haber alcaldes musulmanes en Nueva York, en Londres o, seguramente pronto, en Barcelona – ciudades cargadas ya de mezquitas y escuelas coránicas cuando nadie erige una iglesia cristiana en un país musumán -, y nunca habrá un alcalde cristiano o católico en Teherán, ni en Rabat, ni en Riad ni en ninguna ciudad regida por sharía alguna. No sé si me he explicado bien, pero es sencillo de entender. Creo. Pero los tontolerantes son legión.

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