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Santiago Abascal es un líder sólido

Tiene un concepto claro y distinto sobre qué política debe hacerse aquí y ahora para encontrar el verdadero ser de España.

Tiene un concepto claro y distinto sobre qué política debe hacerse aquí y ahora para encontrar el verdadero ser de España.
Feijóo y Abascal charlan en el patio del Congreso (foto de archivo) | Europa Press

Conozco un poco a Santiago Abascal. Lo suficiente para saber que si un futuro gobierno del PP dependiese de su voto, se lo entregaría a Nuñez Feijóo. Así me lo prometió, hace más o menos un año, a una pregunta que yo le hice. Me lo creí entonces y aún lo creo. Pero Abascal es algo más que chufla típico de la actual casta política española. Es un Político. Ha llegado a ser un Político, sí, con mayúscula. Moviliza masas, genera lealtades intensas y ha revolucionado por completo el orden existente del bipartidismo español. Ha superado la demonización al que le sometieron nada más aparecer VOX en el panorama político. Prueba de esa superación es que hasta Aznar, expresidente y sin apenas influencia en la política española, trata a VOX como un partido de extrema derecha. ¡Aznar habla en su Fundación, FAES, como Sánchez! Increíble.

El cuento de la ultraderecha montado por el bipartidismo patrio no se lo creen nada más que los necios. Por otro lado, los ataques personales sobre su carácter abúlico, o sea perezoso, son tan ridículos como llamar osado al jefe del PP. Abascal es un tipo firme. Da la cara en todas partes y habla con justeza. Es un líder. ¿Qué otra cosa podría esperarse de quien ha surgido del enfrentamiento con los criminales de ETA? Nadie debe olvidar que estamos ante el único jefe político que, desde la adolescencia, plantó cara al separatismo vasco, en general, y a los criminales de ETA en particular. En eso tampoco ningún político al uso se le puede comparar. Abascal está muy por encima de la media política. Es todo un líder. Porque Abascal ya no juega en el tablero de los segundos espadas, en realidad, él define y manda en casi todas las plazas de España. Él tiene la capacidad de decir quién, cómo y cuándo se "acartela", dicho en lenguaje taurino, un espada político en cualquier territorio de España. ¿O acaso Santiago Abascal no ha dicho nada sobre quién, cómo y cuándo debería nombrarse al sustituto de Mazón en la importante Comunidad de Valencia?

Es, pues, comprensible que Abascal se reserve, y cuide con extremado mimo, esa carta de acompañar y ayudar a Núñez Feijóo para que alcance el gobierno de España. Abascal ya no es muleta de nadie. No está para extrañas aventuras continuistas sino para romper la espina dorsal del bipartidismo falsamente europeísta. Si el PP no rompe con el PSOE en la UE, entonces no pida un voto ciego de VOX para Núñez Feijóo. Abascal, presidente del grupo Patriotas en Europa, está para hazañas más realistas: VOX será la pieza clave del nuevo gobierno de España. Santiago Abascal, sí, podría ser el próximo presidente del Gobierno de España. Que no tiene cuadros suficientes su partido para ese menester, dirán los listos, ¿y qué? ¿Acaso los tenía Sánchez cuando llego al poder para desmontar lo poco que quedaba de España? Seamos realistas. El rollo de los cuadros y los sabios de los partidos para detentar el poder es tan relativo como llamar líder a Núñez Feijóo.

Raseemos balones y comparemos con desparpajo analítico liderazgos: ¿qué otro líder político mejor que Abascal votaría la gente sensata de este país?, ¿donde está ese líder que en pocos año ha sido capaz de construir un partido que ya es alternativa nacional?…, pronto millones de personas en España dirán algo parecido a lo que decían los ciudadanos más desarrollados moral y políticamente de Estados Unidos de Norteamérica: ¿Si no es a Trump, digan, a quién vamos a votar? ¡A Kamala Harris! Por favor, seamos serios, a esa señora solo la defienden los de FAES y el PP. En resolución, y como diría la IA, si Santiago Abascal llegara a la presidencia, buena parte de su liderazgo podría interpretarse, dicho en términos weberianos, como un liderazgo carismático. Su posición política se construye en torno a la figura personal del líder, su estilo va a la confrontación y tiene capacidad para movilizar emocionalmente a sectores específicos del electorado. Su discurso se presenta frecuentemente como una ruptura con las élites políticas tradicionales, lo que encaja con el papel revolucionario o "anti-establishment" del carisma descrito por Weber. Y, por supuesto, el apoyo se basa parcialmente en la percepción de que el líder posee rasgos excepcionales (valentía, firmeza, autenticidad), más que en la estructura institucional o programática del partido. Desde esta perspectiva, la presidencia de Abascal sería un caso claro de cómo el carisma puede desestabilizar o transformar un auténtico desorden político que se percibe como burocrático, corrupto y desgastado. A Santiago Abascal ya sólo unos pocos le llamamos Santi. Es don Santiago.

Sí, a Santiago Abascal le sobra liderazgo carismático, sin duda, comparado con los otros políticos, pero también tiene otras aptitudes para fundamentar su jefatura en razones y tradiciones… Ya hablaremos otro día de estos dos asuntitos. Ambos tienen que ver con el descubrimiento de uno de los mayores instrumentos del conocimiento científico, el concepto. Tiene un concepto claro y distinto sobre qué política debe hacerse aquí y ahora para encontrar el verdadero ser de España. Ejemplo último: ha razonado y, finalmente, ha vuelto a levantar acta de por qué el PP perdió, o mejor dicho, no alcanzó la mayoría parlamentaria en las últimas elecciones del 23 de julio de 2023: María Guardiola, la candidata del PP a la Junta de Extremadura, demonizó a VOX y defendió, como si fuera una socialista más, las políticas wokistas de Pedro Sánchez. ¿Creo que este diagnóstico coincide con el dado en su época por Esperanza Aguirre?

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