
En muchos sentidos, Sánchez y Zapatero son socios. No sólo en lo ideológico. El solemne ha estado, entre otras cosas, ayudando a su sucesor en la negociación con Junts. De esta forma, el actual presidente ha podido abrir su propia línea de negocios mientras el anterior continuaba con la suya.
Sin embargo, como ocurre entre quienes se asocian para delinquir, es posible que hayan surgido diferencias. En nuestro caso, un fácil motivo de disputa puede ser el control del postsanchismo. Para los dos es esencial dominarlo, y así seguir sin trabas con sus industrias. En el caso de Sánchez es obvio que el único modo de hacerlo es conservando la secretaría general del PSOE, aun perdiendo las elecciones. Cree el presidente, quizá con fundamento, que Feijóo carece de cuajo y que el gallego, aunque consiguiera la investidura, no duraría, devorado por la inevitable alianza con Vox y las protestas en la calle que organizaría la izquierda. Zapatero podría muy bien no estar de acuerdo con esta estrategia y opinar que, para seguir prosperando, necesita al frente del partido alguien más dócil y fiable, como por ejemplo Antonio Hernando.
Desde hace unos meses, da toda la impresión de que presidente y expresidente están tratando de liquidarse el uno al otro. Y el campo de batalla está siendo el de los rescates a dos compañías aéreas. Por un lado, se acumulan las evidencias de que en el de Air Europa se hizo cuando menos el favor de acordarlo a más velocidad de la debida. Es éste un escándalo que afecta directamente al presidente porque en él, intercediera o no Ábalos, Koldo, Aldama o cualquier otro, quien sí parece que intervino fue Begoña Gómez, patrocinio mediante de la cátedra y el Africa Center. No sólo, sino que, al parecer, la coima de 2,4 millones de euros la recibió, no ninguno de los corruptos debidamente encapsulados, sino la amiga íntima de la esposa de Sánchez.
Por otro, el escándalo del rescate de Plus Ultra no lo está investigando la UCO, que depende de la Guardia Civil, sino la UDEF, que es una unidad de la Policía Nacional, quién sabe si más obediente a Moncloa. Las fotos de Zapatero, protegido por una nutrida escolta, reuniéndose a escondidas con su supuesto testaferro, tres días antes de ser éste detenido, sólo las ha podido realizar la Policía Nacional, que le seguía la pista al tal Julio Martínez. Es el único arrestado que no es directivo de Plus Ultra y da la casualidad de que ha abonado facturas a las hijas de Zapatero. Aparte, está la alusión que Leire Díez, persona de confianza de Sánchez, hizo a la presencia de Antonio Hernando en la reunión en la que la fontanera informó a la cúpula del PSOE de su intento de soborno de los fiscales Stampa y Grinda. Y lo mencionó sin que nadie le preguntara por él, de lo que se infiere la obvia voluntad de implicarle en asunto tan sórdido. Si las cosas son como parecen, sólo puede quedar uno de los dos vivo. Ya veremos cuál.
