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Guardiola, Feijóo y la gran coalición

Guardiola estaría plenamente satisfecha con un acuerdo con los socialistas que le evite tratar con Vox.

Guardiola estaría plenamente satisfecha con un acuerdo con los socialistas que le evite tratar con Vox.
Guardiola recibe la felicitación y alegría de Feijóo y Azcón por videoconferencia en la noche electoral de este 21 de diciembre. | EFE

María Guardiola no adelantó las elecciones para ser presidenta de Extremadura. Ya lo era. Lo que quería al convocar a los extremeños a las urnas era aplastar a Vox, sacar mayoría absoluta y gobernar a placer el resto de la legislatura. El resultado ha estado muy lejos del objetivo buscado, pero escuchando a la candidata popular la misma noche electoral y viendo actuar a sus incondicionales en la inenarrable rueda de prensa para anunciar su triunfo quedan claras dos cosas: María Guardiola no se ha enterado de nada y los agradaores que la rodean, menos aún.

En las peores condiciones imaginables del partido socialista, enfangado en la corrupción más obscena y con un candidato de risa, el PP extremeño ha mejorado un diputado respecto a los que ya tenía. Después de una campaña dirigida contra Vox, al que achacó toda la responsabilidad del adelanto electoral por no aprobarle los presupuestos de 2026, el partido de Abascal ha sacado más del doble de escaños. Guardiola sigue estando a 5 diputados de la mayoría absoluta y sigue necesitando un acuerdo con Vox para ser presidenta y poder gobernar, solo que ahora los conservadores parten de una posición de fuerza mayor que la que tenían hace dos años. Es difícil saber de qué se reían ella y Feijóo tras el recuento en la noche del domingo, pero si el motivo del jolgorio era el resultado electoral, los dos están fuera de la realidad.

Guardiola se lava las manos y dice que todo depende de lo que quiera Vox. En efecto, así es, pero la iniciativa para alcanzar un pacto de legislatura debe partir de ella, como ganadora de las elecciones. Suya es la responsabilidad de alcanzar un acuerdo con un partido que le provoca una fuerte repugnancia, como denota su lenguaje gestual cada vez que se refiere a Vox o a Abascal. Y si no, a repetir elecciones hasta que los extremeños aprendan a votar correctamente.

Hay otra opción que podría explorar como candidata a la investidura: un acuerdo con el PSOE para que se abstengan cinco diputados y le permitan gobernar sin necesidad de meter a consejeros de Vox en su gobierno. No hay que escandalizarse. Alberto Núñez Feijóo ya dijo en 2023 que confiaba en que el PSOE (¡el de Pedro Sánchez!, válgame Dios) le permitiera gobernar sin necesidad de recurrir a Vox. Pues bien, aquí tiene a María Guardiola, encantada de llegar a un acuerdo con los socialistas, con los que comparte ampliamente su programa de ingeniería social.

El endiosamiento de María Guardiola, rodeada de pelotas que no dejan de recordarle lo grande que es (como si ella lo necesitara) y las urgencias de un PSOE que ya se empieza a mover contra Sánchez ante la certeza de la catástrofe que se avecina, pueden dar lugar a las soluciones más extrañas. Guardiola estaría plenamente satisfecha con un acuerdo con los socialistas que le evite tratar con Vox, pero no hace falta recordar cómo acabaron para el PP las elecciones generales de 2023, fruto de un profundo error estratégico que la mandamás extremeña está más que dispuesta a repetir.

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