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Agapito Maestre

Por una Andalucía universal

Durante mucho tiempo, el Estado de las Autonomías ha sido utilizado por los socialistas para castigar a la mayoría de los andaluces emprendedores e inteligentes. El localismo pueblerino ha impedido crear unas tradiciones políticas limpias y sensatas

Las elecciones de Andalucía del 25 de marzo tienen un carácter de plebiscito, pero, además, nos permitirán saber cuál es el grado de modernidad de su sociedad. Si gana el PP, naturalmente,  diremos que la sociedad andaluza es, al fin, más moderna que la casta política socialista. Todos respiraremos aire fresco. Es difícil hallar en el mundo entero una comunidad política que pueda compararse a la andaluza en acumulación de escándalos y corrupciones de todo tipo. El régimen clientelar tejido por el PSOE en esta comunidad fue decisivo para que Zapatero gobernase en España, pero, hubo algo peor, le quitó las alas a una sociedad que siempre se caracterizó por su universalidad.

¿Qué ha significado el régimen clientelar de los socialistas para Andalucía? La muerte de su universalidad. Lo vengo manteniendo hace más de diez años, y aún hoy me ratifico en ese diagnóstico: la universalidad, el sueño que llevan los andaluces dentro, como escribió Cernuda, fue triturado por los socialistas andaluces. Más aún, la utilización torticera del llamado Estado de las Autonomías ha sido el principal obstáculo para que Andalucía pudiera desarrollar tradiciones democráticas.
 
Durante mucho tiempo, el Estado de las Autonomías ha sido utilizado por los socialistas para castigar a la mayoría de los andaluces emprendedores e inteligentes. El andalucismo, el localismo pueblerino, mimetizador de los nacionalismos étnicos y culturalistas, ha impedido crear unas tradiciones políticas limpias y sensatas. Los potenciales de universalidad de Andalucía fueron estabulados por el socialismo populista. La Andalucía socialista no quiso ser España. Ése fue su error. Millones de andaluces lo han pagado.
 
Que Andalucía vuelva a su ser, a la España democrática; que los andaluces se crean su propio destino sin recurrir a politicastros como Griñán y compañía, ha sido la principal labor llevada a cabo por un político inteligente y con mucha experiencia. Arenas le ha dado empaque y seriedad a la actividad política en esta región. Ha redimido de las catacumbas a quienes no veía cómo enfrentarse al horroroso régimen urdido por los socialistas. Su labor de oposición seria y rigurosa en los últimos años ya forma parte de los tratados de Ciencia Política. Es, precisamente, ese trabajo político de oposición la principal garantía, el aval democrático, para saber que Javier Arenas acometerá sin ningún titubeo los cambios que requiere Andalucía para ser una sociedad fuerte, libre y democrática. Moderna.

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