La voz metáfora en griego significa traslado de un lugar a otro. La han hecho suya los gramáticos para indicar la traslación de un sentido a otro con la misma palabra. La razón es que, por fortuna, muchas voces son polisémicas. Pero bien podríamos aplicarla a la acción primordial de transportar cualquier cosa de uno a otro lugar. Ahora a eso lo llaman "logística", que parece más griego, pero metáfora sería más propia para indicar el incesante movimiento de mercancías, paquetes, personas, mensajes o imágenes. Se trata de un rasgo característico del tipo de sociedad en la que entramos, y que la podríamos adjetivar de digital, a falta de mejor título.
Vemos, por ejemplo, que menudea la actividad de compras online (a través de la internet o vías parecidas). Lo cual redunda en la multiplicación de empresas y trabajadores que se dedican a transportar mercancías. No sería de extrañar que en un próximo futuro asistiéramos a un cierto decaimiento de las tiendas y los centros comerciales para vender cosas. En cambio, se reforzaría la actividad de otros ocios, como los gastronómicos o los espectáculos.
Añádase el creciente movimiento de personas, sea por turismo, vacaciones, escapadas, congresos, cursos, reuniones, etc. Se suma al éxodo de emigrantes y refugiados. Es clara la consecuencia del auge económico de las actividades logísticas. Es un ramo económico en expansión. La prueba es que empiezan a menudear las huelgas del personal de aeropuertos, estibadores, taxistas, transportes terrestres, etc. Irán a más. Son actividades que difícilmente van a ver sustituidas por robots. En muchas de ellas se impone una tendencia al monopolio por razones técnicas.
De momento se necesita una nueva regulación en la actividad de entrega de paquetes por parte de las compañías de reparto. Es imprescindible que el repartidor se pueda poner en contacto con el destinatario a través del teléfono para entregarle el paquete correspondiente. No tiene sentido que dejen un aviso en casa para ir a recoger el envío en la oficina de la empresa o de Correos. Lo más probable es que se acabe el monopolio estatal de Correos, así como los monopolios locales de los taxistas. El servicio de alquiler de coches, con o sin conductor, tendrá que rebajar mucho los precios a medida que aumente la demanda.
Nos maravillamos en España del auge del turismo exterior e interior. Es solo el comienzo. Las vacaciones o equivalentes constituyen ya un derecho y, por tanto, un gasto continuo casi de primera necesidad. Naturalmente, solo una reducidísima minoría puede navegar en su yate particular, pero son multitudes las que consiguen viajar en cruceros abarrotados.
Una pequeña observación. Me asombra la intensa dedicación de los viajeros en un transporte público. Ya no leen, ni siquiera hablan mucho entre ellos. Se concentran con avidez en manosear la tableta o el teléfono para relacionarse con las otras personas de su círculo íntimo. Eso es también metáfora, pero de una magnitud extraordinaria. Son millones de mensajes los que se intercambian en cada minuto. La sociedad digital es la de continuos contactos telemáticos entre personas que, por otra parte, cada vez se sienten más solas. La institución del selfie (no sé cómo se llamará definitivamente), trasmitido inmediatamente al círculo íntimo, es una buena prueba de lo que digo. Viene a ser la coronación del viejo impulso de la tarjeta postal para indicar que uno ha estado allí.